En Wall Street y en San Pablo, las bolsas registraron récords empujadas por un informe de la Reserva Federal (el denominado Beige Book) que tiende a corroborar un escenario de "aterrizaje suave" para esa economía. En Buenos Aires, en cambio, los operadores sintieron que se estaban quedando fuera de la fiesta mientras veían transcurrir una jornada de operaciones cuanto menos bucólica.Como se ha dicho antes, distintos informes muestran una realidad menos radiante que la que suele encontrarse en comentarios nacionales de todo tipo. Sin embargo, la escasa importancia de la bolsa argentina no es nueva. Si bien la crisis iniciada entre el 2000 y 2001 diezmó la bolsa, de todas formas sólo en la década del 90 alcanzó un nivel de actividad y participación mayor (hablando del siglo veinte, ya que los 90 del siglo diecinueve también muestran una crisis catastrófica).
(...) "Fue mirar a la distancia una película de la cual nos gustaría ser protagonistas", dijo gráficamente el analista Francisco Uriburu a la agencia Nosis.
En otro artículo, La Nación compara la actividad en otros países emergentes, y en Argentina:
El índice Merval operó ayer con una baja del 0,50% para clausurar su apática semana en retroceso, una tendencia que a inversores y operadores les dolió más porque se produjo en un contexto de alzas y euforia de otros mercados. A saber:El mercado de acciones argentino solo raramente representó una vía de capitalización de nuevas empresas, mucho menos representó un medio de ahorro para pequeños inversores, y muchísimo menos (ni soñar) que alguna empresa estimulara a sus empleados con la entrega de acciones como compensación de buenas utilidades, al modo de Microsoft y otras. Sólo una pequeña porción de la economía argentina pasa por la bolsa, representando las taras nacionales de muchas maneras: sea por la poca confianza en las reglas que puede ofrecer (tras la caída de la convertibilidad, cuántas empresas quedaron atrapadas en obligaciones negociables contratadas en el exterior?), sea por el divorcio entre el mercado accionario y las empresas que requerirían capital, o por la nula presencia de ahorristas en sus operaciones. Medir la temperatura de la economía argentina, raramente podría hacerse siguiendo la actividad accionaria. Así, la actividad de nuevas empresas, de pioneros, queda librada al penoso esfuerzo e iniciativa personal, lejos del crédito bancario y del soporte accionario del público. Es notable que pese a eso, una característica de los años posteriores a la gran crisis, sea la aparición de múltiples nuevos participantes.
l En Wall Street, el Dow Jones lleva una racha de 23 subas en las últimas 26 jornadas (la más larga seguidilla positiva desde 1929) y el Bovespa paulista registró 17 récords (los últimos cuatro en forma sucesiva).
l En San Pablo, el índice Ibovespa marcó su segundo récord consecutivo después de avanzar ayer un 0,76 por ciento.
l En Santiago, Chile, el IPSA, que agrupa los 40 títulos de mayor liquidez, finalizó un 0,70% arriba y anotó su quinto avance consecutivo.
l En México, el índice bursátil superó las 30.000 unidades para establecer otro récord después de aumentar un 0,88% y dejar atrás el máximo de 29.832 unidades fijado el 20 de abril.
Si las rachas no lo impresionan, hay que reparar en las cifras. El Dow Jones ganó un 1,1% en la semana y avanzó más del 6,3% en el año. Las bolsas emergentes antes mencionadas registraron mejoras que van desde un 1,75% (Chile) hasta un 2,80% (Brasil) en la semana y estiraron su ganancia en lo que va de 2007 del 13% (México y Brasil) al 16% (Chile), en promedio.
El Merval, por su parte, cedió un 1,5% en la semana, aunque mantiene un avance de levemente superior al 3% en 2007, una mejora que es la mitad de la que registra el Dow Jones y entre 4 y 5 veces inferior al desempeño de sus pares emergentes. "Como para no deprimirse", confesó un operador que tenía en claro estas diferencias.
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