Al azar, estos son algunos datos destacables:
- El desarrollo de técnicas agrícolas e instrumentos de trabajo: la feria atrajo una buena participación de empresarios extranjeros, interesados en hacer negocios en éste terreno:
La Fundación Exportar, que canalizó las visitas del exterior, registró 2.800 invitados, la mayor parte participando en las rondas de negocios. . ¿Qué está pasando?. ¿Por qué este interés por la tecnología argentina?. La Argentina es el país que exhibe la mayor tasa de crecimiento de la producción agrícola a nivel mundial. Aquí se duplicó el volumen de la cosecha en los últimos diez años. Pasamos de 45 a 90 millones de toneladas. Una verdadera hazaña, sobre todo si se consideran las turbulencias macroeconómicas que afectaron a la economía nacional en este período.
La explicación es, simplemente, el salto tecnológico. Que se resume en cinco grandes rubros, estrechamente relacionados entre sí: la siembra directa, la biotecnología, el control de malezas y plagas, la fertilización y la logística de cosecha y almacenaje. Estas son, precisamente, las cuestiones que atraen a los extranjeros. [En Clarín 1, y 2]. Expoagro, en su primera versión, es mucho más que la celebración de una gran cosecha, la mayor de la historia. Es antes que nada una convocatoria a la reflexión, para los hacedores de políticas y para el conjunto de la sociedad. En el campo, algo muy fuerte está pasando. En apenas un cuarto de siglo, la Argentina triplicó su producción de granos en volumen. Y lo cuadruplicó en valor, porque ahora la mitad de la cosecha es soja, que vale el doble que el trigo y el maíz, los cereales que campeaban en los 80.
En aquellos tiempos "recogíamos" 30 millones de toneladas, por un valor de 5.000 millones de dólares (a precios de hoy). Y digo "recogíamos" adrede, porque prácticamente sólo se tiraba una semilla y se esperaba la cosecha. Ni se fertilizaba, se usaban sistemas de labranza antiguos y el control de malezas era muy precario, con los campos llenos de yuyos e insectos que diezmaban las cosechas.
Ahora se van a alcanzar las 90 millones, 45 de soja que valen US$ 13.000 millones, todo para exportación. Y 45 de "los demás", es decir, un 50% más que a principios de los 80. Y además, se mantuvo el stock ganadero. Una revolución tecnológica que el mundo admira. Y que fue acompañada (y retroalimentada) por la fuertísima corriente de inversiones que llevó a la configuración del complejo agroindustrial más competitivo del mundo.[En Clarín]La siembra directa, en particular: El 80% de la producción se hace con siembra directa, sin arar. Una técnica que se consolidó cuando en 1996 fue liberada al mercado la soja modificada genéticamente, que resiste al herbicida Roundup. En aquél momento no faltaron, incluso desde el ruralismo, algunas críticas a la decisión del entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá. Se decía que por la presión de los ecologistas podrían perderse los mercados. La realidad lo desmintió: la producción de soja pasó de 14 a 45 millones de toneladas, el precio siguió subiendo, los campos de limpiaron de malezas y, gracias a la facilitación de la siembra directa, se revirtió el proceso de erosión de los suelos.
(...) La gran estrella es el rubro sembradoras, a partir de la tecnología de "siembra directa" totalmente impuesta en la Argentina. El mundo desarrollado descreyó de este sistema, siguió consumiendo innecesariamente grandes cantidades de combustible en labores innecesarias, y además erosivas. La Argentina de la siembra directa logró revertir la degradación de los suelos producto de la agricultura tradicional, primermundista. Ahora los suelos son más esponjosos, conservan mejor el agua de lluvia y hacen que estas pampas tengan los mayores índices de producción por milímetro de agua caída durante el ciclo del cultivo.[En Clarín]- La persistencia de una industria especializada en el agro: a pesar de la sangría provocada por el translado de industrias a Brasil, el negocio persiste, es innovador, y exporta. Algunos casos:
- - El proyecto de Metalfor, de la ciudad cordobesa de Noetinger: "ya insumió 1,5 millón de dólares y está previsto desembolsar 6,5 millones de dólares más". Será para la fabricación de la primera cosechadora axial en la Argentina. Hoy, las cosechadoras axiales (un sistema que provoca menos daño mecánico en los granos que las máquinas con el sistema convencional) ocupan el 35% del mercado, pero se estima que ese porcentaje podría duplicarse en los próximos años. El segmento está monopolizado por las marcas de origen internacional, pero en Metalfor sostienen que pueden quedarse, con tecnología nacional y precios competitivos, con un porcentaje interesante de ese mercado.
- - El almacenaje: Lo vimos en Ipesa , que lanzó el sistema de almacenaje de granos en grandes bolsas plásticas hace pocos años. En un momento, Alberto Mendiondo, responsable de exportaciones, estaba atendiendo a una delegación de sudafricanos, y se le apareció de pronto un hombre de Kazajstán al que había visitado hace quince días. "Iba a invertir un millón de dólares en una planta de silos, y descubrió que con las bolsas se arregla con la décima parte", relató Mendiondo. En la Argentina, sin este sistema era imposible almacenar semejantes cosechas. El año pasado se embolsaron 25 millones de toneladas, la tercera parte de la producción. Este año se va a superar esa marca. Las bolsas requieren de máquinas embutidoras, que proliferaron en la muestra, con líderes como Mainero, M&S y Akron.
- - Los de Bernardini, con planta en Santa Fe, no saben cómo se las van a ingeniar con la flamante cosechadora de arroz. "No le pusimos precio porque es una sola para demostración, pero ya tenemos 15 interesados en lista de espera", contó Rubén Perco. -
- El ingeniero Juan Massant, de D&E, los líderes en las guías satelitales que no son otra cosa que un complejo mecanismo que permite que tractores, sembradoras y cosechadoras, se manejen como los aviones, en piloto automático; contabilizó 200 pedidos. "Los hemos puesto de moda", comentó. El sistema arranca en los 6.500 dólares, pero Massant se entusiasma con algo que recién ingresa al mercado y que pinta ciencia ficción. Es la posibilidad de seguir el trabajo de la cosechadora desde la galería del casco de estancia. Con sensores y cámaras especiales, el productor puede ver en una pantalla a la distancia la marcha de la máquina y cómo está recolectando el grano. [Clarín, 1 y 2]
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