lunes, abril 27, 2020

Leyendo a Román Gubern

Roman Gubern es conocido por su buena historia del cine, con un hueco considerable: el cine latinoamericano, y particularmente el argentino -hasta lo visto de su libro ahora, ya que no lo he terminado. . Creo que puedo adelantar un juicio, ya que a partir del próximo capítulo se dedica al cine contemporáneo, con lo que da por cerrado el cine hasta la década del 60, por lo menos, ya que en el "viejo cine" incluye el de posguerra y el de la guerra fría.
Que en la mitad completa del libro encuentre sólo una página para dedicar al cine mexicano, y tres líneas al cine argentino, habla de mala predisposición. Ignorancia no, porque habla en estas dos líneas de Luis Sandrini y Hugo del Carril. Pero deja a un lado el hecho de que para cuando Sandrini (el primer film de Sandrini es de 1933) o Del Carril estaban en el cine, había detrás de ellos casi treinta años de crecimiento y algunos muy buenos directores y artesanos de oficio. Me había extrañado que no hubiera ninguna mención -ni una- para la década de 1930, pero el silencio para la decada de 1940 y 1950 ya es una toma de posición. No puedo creer otra cosa. En un momento posterior habla de "cine cursi": ni habrá tanto, ni será lo único. Recuerdo personalmente algunas obras incluso anteriores a 1940 que no lo son, y por lo demás, estas, cualquiera fuera su valor, dieron los cimientos de un cine vigoroso en los años 40. Existe hoy en Wikipedia un buen artículo en pleno desarrollo sobre la historia del cine en Argentina, que no estaría mal repasar. El mercado de cine latinoamericano no era sólo territorio de Hollywood, sino que especialmente el cine argentino y mexicano se veían en todo el continente, y sus actores eran conocidos, no solo Sandrini. Quisiera decir que Georges Sadoul muestra más interés en este cine.

Sólo para abrir algunas vías de conocimiento, se pueden puntualizar estos hechos:
para la década de los 40 (poniendo esta década como límite  de horizonte) se pueden anotar

-tres grandes estudios cinematográficos: Argentina Sono Film y Lumiton, desde 1933, y los Estudios San Miguel algo después.

-Varios empresarios dedicados a la producción cinematográfica, Susini y los Mentasti (Atilio y Angel), especialmente.

-Más de una decena de directores valiosos y experimentados, entre ellos José Ferrreyra desde la década del 20 con cine mudo y luego sonoro; Carlos Borcosque, chileno, desde 1922; Leopoldo Torres Ríos, desde 1923; Mario Soffici desde el 24;  Luis Saslavsky desde 1931; Luis José Moglia Barth, autor del primer film sonoro argentino (1933); John Alton y su importante aporte desde el 33 hasta fines de la década; Enrique Cahen Salaberry (desde 1933); Enrique Susini, productor y director desde 1933; Alberto de Zabalía, desde 1935; Manuel Romero, desde 1936;  Luis César Amadori, desde 1936;  Julio Sarraceni desde 1937; Lucas Demare desde 1938; Catrano Catrani desde 1942. Y más...

- Una vasta lista de actores y actrices reconocidos, y en muchos casos, excelentes.

Un panorama probablemente casi completo (dejando la reserva de que algo haya faltado, por la razón que sea) se puede ver en Wikipedia, en un anexo de películas filmadas por año, desde 1897 a 2020.

Gubern tiene todo su mérito, pero se le ha pasado algo.

domingo, abril 05, 2020

A propósito de la "Historia del Tiempo" de Stephen Hawking


La Historia del Tiempo de Hawking es un breve y claro libro de divulgación del estado de la investigación de las leyes físicas a escala cósmica (y subatómica), que historia y condensa los descubrimientos y controversias de la física, hasta los comienzos del siglo actual. Sus conceptos, en general, se han ido confirmando con el avance del conjunto de instrumentos de observación que se van disponiendo
Cada día que pasa trae un nuevo indicio de la fragilidad no ya de la raza humana, sino de todo el concepto de vida universasl en que hemos nacido y crecido. Los hallazgos científicos revelan poderosas, colosales fuerzas no sólo capaces, sino también inevitablemente operantes, frente a las cuales nuestro ámbito de vida es una pequeña burbuja molecular. Cosmos infinito, inabordable, donde una explosión puede durar cien millones de años, y abarcar de manera abrasadora un espacio de millones de años luz, cuyo orden es el de las fuerzas desatadas por la física, y cuya razón se expresa en fórmulas matemáticas que todavía estamos adivinando. Un evento catastrófico podría estar desarrollándose frente a nuesros ojos, por el espacio de cien generaciones, y no advertirlo, porque su tiempo de desarrollo es superior a la existencia de nuestro sistema. Realmente, nuestra conciencia del mundo es como en el mito de Platón en la caverna.
  Y frente a este universo atroz, en nuestra infinitesimal burbuja de medio segundo de existencia, construímos nuestro cosmos inmaterial: uno que se propone reflexionar sobre sí mismo, que se propone encontrar un sentido, construír una conducta. Hay un espacio sin tiempo ni fronteras, el de la memoria...un espacio contínuo que recuperamos en los sueños y en el pensamiento. Donde vuelven sucesos perdidos en un momento remoto y conviven con otros cercanos. Los que nos han dejado, los que queremos, los que preferiríamos olvidar, los desconocidos que vimos en un relámpago, nos acompañan siempre, hablamos con ellos, les tendemos las manos...quien haya extendido su vida un tiempo, más allá de los primeros años, acumulando historias, sueños, propósitos,  forma otro universo, uno que trata de establecer ética en la irracionalidad, coherencia en la duración sin principio ni fin, sin vida ni muerte.
 ¿Tendrán las abejas y las hormigas una cosmovisión, una ética, una teoría de finalidades?