domingo, marzo 29, 2009

Un mayo que duró dos décadas

En pocos días más estaremos a cuarenta y un años del mayo francés. Casi medio siglo después, ¿a quién le importa? ¿en qué ha dejado rastros? Poco en el mundo, mucho en una generación argentina. René Balestra, en febrero pasado, dedicó algunas reflexiones a su influencia, asociándolo con el neofascismo:
En el siglo XX han tenido muy buena prensa la acción directa, la agitación callejera, la movilización multitudinaria. Bastó y sobró, para ser canonizado, que ese de-sorden enarbolara banderas atractivas. En ese impulso embellecedor entraron filósofos, pensadores, artistas y una inmensa platea mundial que acompañó con fervor, como si se tratara del nacimiento de la felicidad. El anhelo de encontrar el paraíso en la Tierra no es nuevo: es ancestral.

Pero el siglo pasado ha sido el siglo del señuelo, con los resultados que todos tuvimos el horroroso privilegio de comprobar. La desmesura, la inmediatez, incluso el magnicidio, han sido acompañados, aplaudidos, adorados. La humanidad, así parece, atraviesa períodos de exaltación por la exaltación misma. Son épocas en que parecería que todo lo que se quiere está a la vuelta de la esquina, esperándonos. Eso ocurrió con el Mayo Francés.

Pero nosotros tenemos perspectiva: han pasado cuarenta años. El huevo de la serpiente , de Ingmar Bergman, es una excelente película, que narra el origen del nazismo en Alemania. Nos atrevemos a sostener, en un paralelismo, que el Mayo Francés del 68 fue un ensayo general o unas maniobras universales de lo que vino después, en la década del 70: el neofascismo. Totalitario y despreciador de las libertades, como el primero.

Esos jóvenes universitarios de París que encendieron la imaginación de millones en el planeta no eran románticos que anunciaban un nuevo mundo. Eran adelantados útiles de los criminales que vinieron después. Se aburrían con De Gaulle. El ministro de Cultura de su época les parecía monótono. Vale la pena recordar que ocupaba ese cargo, con inmensa solvencia, André Malraux. Pero ellos sentían hastío. La sociedad de la abundancia, como no la había conocido nunca la humanidad hasta entonces, los empalagaba.

(...) Esos estudiantes franceses que ilusionaron a tantos y todavía son adorados por muchos eran incapaces de valorar la dimensión histórica y moral de De Gaulle. Este excelente gobernante había salvado a Francia del suicidio histórico de Vichy y acababa de rescatarla de nuevo con Argelia. Pero ellos, como los primeros fascistas de Mussolini, querían vivir peligrosamente. Protagonizaron lo que Ortega y Gasset había sostenido algunas décadas antes en su libro España invertebrada . Aquello de que hay épocas en que los hombres superiores atraviesan su tiempo ante la mirada indiferente o el escarnio de mayorías corrompidas.
(...)

El fascismo, más que una cultura, es una contracultura. En ese ensayo general de lo que después fue la década del setenta, estaban los protagonistas que más adelante se convirtieron en las Brigadas Rojas de Italia, en las bandas criminales de Alemania o engrosando la ETA terrorista en España.

No es nunca la idea que se dice defender lo que importa, sino el modo, la manera, los métodos que se emplean. Desde la época bíblica fue así. No se necesita ser teólogo o exégeta del Libro Sagrado para saber que siempre "por sus frutos los conoceréis".

Para el fascista, el otro no existe. Esa gimnasia callejera del final de la década del 60 en París fue el prolegómeno de todo el horror del 70. Como en los bulevares, estos falsos garibaldinos, los setentistas, lo querían todo de golpe. Eran repentistas y, metodológicamente, criminales.

En la raíz, en el tuétano, estaba y está la impaciencia. No pueden ni quieren esperar ni dialogar. No tienen interlocutores. Los demás, como lo explica admirablemente el autor búlgaro contemporáneo Tzvetan Todorov en La conquista de América , son Moctezuma y ellos, Cortés. Los demás sólo importan para ser colonizados. Son objetos, nunca sujetos.

Pero lo más importante de la nota, es la referencia a las relaciones del mayo francés con Argentina:
Pero esta nota no tiene un interés exegético por el Mayo Francés del 68. Para nosotros tiene importancia por el ahora argentino, gobernado por una raza que dice reconocer su origen en aquellos sucesos. La capa de gobernantes actuales, sobre todo los dos actores principales: una de derecho y el otro de hecho, tienen la forma y el modo que nacieron en aquel mayo de hace cuarenta años. Esa revolución frustrada lo fue porque sus estrellas eran, fundamentalmente, declamadoras. La inmadurez fue congénita. Ese inmenso torrente humano que circuló por sus calles no sabía adónde iba. Como toda corriente, por más caudal que tuviera, careciendo de fuente surgente, se agotó. Se agotó donde había tenido su origen, pero renació como afán de desquite en algunos países centrales y en otros marginales. Nosotros padecimos una porción de ese espanto. Los que pedían lo imposible, como no podía dejar de ocurrir, generaron pavor; horror y crimen en los que atacaban y en los que reprimieron.
Deberíamos ampliar los antecedentes más allá del mayo francés: la cultura contestataria americana de la década del 60, la influencia de la Revolución Cultural sobre todo el mundo occidental, la Revolución Cubana. De esa alquimia violenta, intolerante, inmoral, hemos heredado eso, una sociedad enferma que todavía no toca fondo. Basta observar qué y cómo se discute hoy.

miércoles, marzo 25, 2009

Se puede tapar el cielo con las manos?

Pocos días atrás comenté en mi otro blog un artículo de la revista Forbes, que destaca la resistencia en la conducción de las empresas a las posibilidades que ofrecen las nuevas tendencias en la Web, a partir de herramientas que potencian la colaboración, el intecambio horizontal de información y conocimiento, la exposición pública de la empresa y sus dirigencias. Dicen allí Mattheu Fraser y Soumitra Dutta:
Social networking has clearly reached a tipping point. Sites like MySpace and Facebook boast hundreds of millions of members. Barack Obama's presidential victory demonstrated that platforms like YouTube and Twitter could transform electoral politics. Yet in corporations where such tools have been expected to bring profound transformations, there has been strong resistance to change.

Many corporate executives either dismiss social networking as a time-wasting distraction or regard it as a risk management problem. Much of their fear has focused on potential risks like security breaches and data privacy.

Web 2.0 evangelists, on the other hand, argue that social software can be used to boost productivity. They say it can facilitate an open-ended corporate culture that values transparency, collaboration and innovation. Most important, it can be an effective way to build a customer-centric organization that not only communicates authentically but also listens to customers and learns from that interaction.

In the current stormy economy, as companies look for new ways to market their products and engage their customers, chief executive officers are finally looking more and more at how social networking tools can extend their brands, create corporate cultures based on listening and learning, and establish their own leadership profiles.

Nonetheless, big brands, generally speaking, haven't successfully tapped the potential of social media; they tend to regard Web 2.0 platforms as just another way to push out short-term marketing campaigns. They fail to grasp that the new media require new ways of doing business. Old ways need to be tossed out.
Ahora, Pablo me hizo notar otro análisis, ahora desde el punto de vista de la red social que empuja una nueva manera de interactuar, de participar, de conocer y opinar. De la unión de ambos, sale la visión de una sociedad más compleja, con capacidad de transformar los negocios, la actividad política y social, la cultura. Gary Hamel parte de observaciones sobre Facebook, que son facilmente generalizables y extrapolables:
I compiled a list of 12 work-relevant characteristics of online life. These are the post-bureaucratic realities that tomorrow’s employees will use as yardsticks in determining whether your company is “with it” or “past it.” In assembling this short list, I haven’t tried to catalog every salient feature of the Web’s social milieu, only those that are most at odds with the legacy practices found in large companies.

1. All ideas compete on an equal footing.
On the Web, every idea has the chance to gain a following—or not, and no one has the power to kill off a subversive idea or squelch an embarrassing debate. Ideas gain traction based on their perceived merits, rather than on the political power of their sponsors.

2. Contribution counts for more than credentials.
When you post a video to YouTube, no one asks you if you went to film school. When you write a blog, no one cares whether you have a journalism degree. Position, title, and academic degrees—none of the usual status differentiators carry much weight online. On the Web, what counts is not your resume, but what you can contribute.

3. Hierarchies are natural, not prescribed.
In any Web forum there are some individuals who command more respect and attention than others—and have more influence as a consequence. Critically, though, these individuals haven’t been appointed by some superior authority. Instead, their clout reflects the freely given approbation of their peers. On the Web, authority trickles up, not down.

4. Leaders serve rather than preside.
On the Web, every leader is a servant leader; no one has the power to command or sanction. Credible arguments, demonstrated expertise and selfless behavior are the only levers for getting things done through other people. Forget this online, and your followers will soon abandon you.

5. Tasks are chosen, not assigned.
The Web is an opt-in economy. Whether contributing to a blog, working on an open source project, or sharing advice in a forum, people choose to work on the things that interest them. Everyone is an independent contractor, and everyone scratches their own itch.

6. Groups are self-defining and -organizing.
On the Web, you get to choose your compatriots. In any online community, you have the freedom to link up with some individuals and ignore the rest, to share deeply with some folks and not at all with others. Just as no one can assign you a boring task, no can force you to work with dim-witted colleagues.

7. Resources get attracted, not allocated.
In large organizations, resources get allocated top-down, in a politicized, Soviet-style budget wrangle. On the Web, human effort flows towards ideas and projects that are attractive (and fun), and away from those that aren’t. In this sense, the Web is a market economy where millions of individuals get to decide, moment by moment, how to spend the precious currency of their time and attention.

8. Power comes from sharing information, not hoarding it.
The Web is also a gift economy. To gain influence and status, you have to give away your expertise and content. And you must do it quickly; if you don’t, someone else will beat you to the punch—and garner the credit that might have been yours. Online, there are a lot of incentives to share, and few incentives to hoard.

9. Opinions compound and decisions are peer-reviewed.
On the Internet, truly smart ideas rapidly gain a following no matter how disruptive they may be. The Web is a near-perfect medium for aggregating the wisdom of the crowd—whether in formally organized opinion markets or in casual discussion groups. And once aggregated, the voice of the masses can be used as a battering ram to challenge the entrenched interests of institutions in the offline world.

10. Users can veto most policy decisions.
As many Internet moguls have learned to their sorrow, online users are opinionated and vociferous—and will quickly attack any decision or policy change that seems contrary to the community’s interests. The only way to keep users loyal is to give them a substantial say in key decisions. You may have built the community, but the users really own it.

11. Intrinsic rewards matter most.
The web is a testament to the power of intrinsic rewards. Think of all the articles contributed to Wikipedia, all the open source software created, all the advice freely given—add up the hours of volunteer time and it’s obvious that human beings will give generously of themselves when they’re given the chance to contribute to something they actually care about. Money’s great, but so is recognition and the joy of accomplishment.

12. Hackers are heroes.
Large organizations tend to make life uncomfortable for activists and rabble-rousers—however constructive they may be. In contrast, online communities frequently embrace those with strong anti-authoritarian views. On the Web, muckraking malcontents are frequently celebrated as champions of the Internet’s democratic values—particularly if they’ve managed to hack a piece of code that has been interfering with what others regard as their inalienable digital rights.

Este curso diverge de las utopías conocidas, en que no hay control. Tiene sentido: un mundo superpoblado, cada vez más comunicado y por medios más variados, móviles e instantáneos, con actores que tienen más conocimiento y recursos, difícilmente pueda ser controlado y manipulado. No es imposible; Orwell durante mucho tiempo vió realizado su pensamiento. Pero difícilmente pudiera resistir por largo tiempo. La sociedad china va camino de demostrarlo.

viernes, marzo 13, 2009

Dónde aprieta el zapato

A propósito de comentarios anteriores, (1,2)...
Que China en el futuro será una potencia de primer nivel, no hay duda. Sin embargo, en el corto o mediano plazo, su posición quizá no sea tan expectante. Su evolución económica está fuertemente condicionada por su socio comercial americano, y otros en todo el mundo. Sus ahorros originarios de su comercio están enlazados a Estados Unidos, y su valuación depende del éxito americano. Su industria depende de sus contratos occidentales, y su tecnología continuará por largo tiempo detrás de sus competidores. Así, se entiende la preocupación de su primer ministro:
China está inquieta por sus bonos del Tesoro estadounidenses, debido al impacto de la crisis financiera, declaró este viernes a la prensa el primer ministro Wen Jiabao. "Hemos prestado mucho dinero a Estados Unidos. Claro que estamos inquietos por la seguridad de nuestros activos", dijo Wen en la tradicional conferencia de prensa organizada el último día de la sesión parlamentaria. China ha aprobado hoy su plan de estímulo.

"Para ser sincero, estoy un poco inquieto. Por eso querría instar a Estados Unidos a cumplir su palabra y sus compromisos y preservar la seguridad de los activos chinos", añadió. Wen subrayó que su país es "el mayor acreedor de Estados Unidos".

"Estados Unidos es también la mayor economía mundial, prestamos gran atención al desarrollo económico de Estados Unidos", agregó, y declaró que confía en "la serie de medidas económicas adoptadas por el nuevo Gobierno del presidente Obama para combatir la crisis financiera".
Comentado en El Economista, de España.

domingo, marzo 08, 2009

La crisis apenas comienza

Manu Álvarez escribe para Las Provincias de Valencia una nota sobre el tamaño y el futuro de la crisis en curso en España. Álvarez toma en cuenta algunas afirmaciones de periodistas del exterior, y saca conclusiones que reconocen un futuro de complicaciones más prolongadas de aquellas esperadas para Europa.
Siguen algunas de sus conclusiones, y el respaldo al que recurre en dichos de otros que menciona:
Aunque no ha sido de los primeros países en entrar en recesión -antes lo hicieron Gran Bretaña, Italia y Alemania-, y aunque la solidez del sistema financiero se pone como ejemplo mundial de una magnífica actuación de los organismos supervisores, lo cierto es que la imagen del país se ha deteriorado gravemente. Y no sólo porque Standard & Poor's haya bajado la calificación de solvencia del Reino, lo que implica mayores problemas para buscar financiación internacional, sino porque el castillo de ladrillos sobre el que España había construido su prestigio económico internacional se ha venido abajo.
Lo que ayer era una locomotora económica, hoy es presentado por la prensa internacional como un país sepultado por un alud de hormigón; con un déficit comercial cercano al 10% del PIB y endeudado hasta las cejas. Pero, con ser malo, no es lo peor. España ocupa desde finales de 2008 el liderazgo europeo por tasa de paro -el 14,4%- y las últimas cifras del Inem sitúan el número de desempleados en torno a los tres millones y medio.
(...)
Las perspectivas, además, no son alentadoras. Si algunos analistas apuntan ya hacia una cifra cercana a los cuatro millones de parados en verano, otros muchos llaman la atención sobre el problema estructural que tendrá la economía española para salir de la crisis: la ausencia de sectores que sustituyan al de la promoción inmobiliaria en la parte delantera del tren. Allí donde se ubica la locomotora. La industria del automóvil, que pudo haber ocupado este papel, parece desplazarse a los países del Este.
Álvarez destaca las opiniones de Gilles Senges, de 'Les Echos', de Francia:
Hay un elemento positivo en la economía española en el que coinciden todos los observadores. La fortaleza de la banca y, apunta Gilles, «el hecho de que haya dos bancos muy potentes. En parte, eso ha salvado a España de un desastre total, porque no hay más que imaginarse la crisis del sector inmobiliario con bancos débiles detrás. Eso hubiese sido una catástrofe. Pero no hay que descuidarse. Una crisis muy prolongada puede poner en riesgo incluso a esos bancos fuertes, porque nadie es capaz de intuir en este momento cuánto van a resistir».

Para el periodista galo, el futuro que se cierne sobre España es bastante «negro» porque no contamos, o al menos así lo cree, «con un sector que tome el relevo de la construcción y actúe como locomotora para impulsar el crecimiento después de la crisis. La industria del automóvil podía ser ese motor pero, desgraciadamente, España tiene importantes problemas de productividad y competitividad que van a desplazar las inversiones del sector hacia otros países. En estos momentos Marruecos ya es más atractivo que España para invertir. Es verdad que Nissan acaba de anunciar una inversión en España y es positiva, pero hay que tener en cuenta que tan sólo se trata de 200 millones de euros».
Luego Álvarez refiere lo dicho por Victor Mallet del 'Financial Times':
Autor de un reportaje titulado 'Después de la Fiesta', en el que dibujó un panorama un tanto desolador de España después de algo más de una década de euforia económica, el corresponsal del diario económico de mayor prestigio en Europa está convencido de que «España no tiene una imagen ni buena ni mala. Hay cosas con imagen negativa, como es la evolución de la construcción, pero hay también otras muy positivas, como es el ejemplo que el Banco de España ha dado a todos los banqueros del mundo, gracias a sus medidas de prevención. «Lo que le sucede a los españoles -apunta en tono irónico- es que se fijan mucho en las informaciones críticas, pero no se dan cuenta de que los medios de comunicación también somos muy críticos con otros países. Incluso, nosotros mismos, somos muy críticos con Reino Unido».

Mallet observa elementos comunes entre la crisis española y la que vive Gran Bretaña -«en especial la burbuja de los precios del sector inmobiliario» -, si bien las cuestiones diferenciales gravitan de forma negativa sobre España. «El exceso de construcción y su gran peso en el Producto Interior Bruto, en torno al 7,5%, es una losa».

No hay, en su opinión, buenas perspectivas de medio y largo plazo, lo que le lleva a pensar que «las previsiones más negativas van a ser las más acertadas. El turismo va a sufrir las consecuencias de la recesión en toda Europa y no veo sectores industriales en España con capacidad para tomar el relevo». Incluso, cree que la fortaleza de la banca española puede resquebrajarse a finales de 2009 «cuando la morosidad haya ganado terreno. No es acertado decir que España se ha quedado fuera del problema de los créditos 'subprime'. Darle un crédito a un promotor inmobiliario y que éste no lo pueda devolver, en mi opinión, es también un crédito 'subprime'».

Hay algo que llama la atención a este periodista británico respecto al comportamiento del mercado inmobiliario español. «En este país los precios no se adaptan con facilidad. En Estados Unidos o en Inglaterra, cuando se produce una crisis en un sector, una de las consecuencias inmediatas es la bajada de precios. Aquí hay una enorme resistencia a vender barato y por eso los propietarios piensan que el valor de su piso no debe bajar pese a la crisis. No se dan cuenta de que el valor es lo que alguien esté dispuesto a pagar por esa propiedad».
Progresivamente, más analistas van encontrando que esta es una crisis de magnitud, y que pesa y pesará todavía más. No se trata de las estimaciones electoralistas del gobierno español, primero negándose a pronunciar la palabra crisis, luego poniendo la responsabilidad fuera del país, y finalmente suponiendo su finalización muy temprana. Se trata de un modelo económico y social que ha tenido fallos estratégicos, y que está encontrando grandes dificultades para reencauzarse. Ahora mismo la fuerza laboral de la construcción se está desplazando a actividades agrícolas, y comienzan a sobrar brazos inmigrantes en estos dos frentes. ¿La estrategia de una potencia mundial, en palabras de Zapatero, puede consistir en reemplazar construcción con campo? ¿Cuánto tiempo puede llevar cambiar la estructura económica, a poco que se diseñe un cambio?.
Esta es una avalancha que apenas ha comenzado a rodar, soltando algunas piedras. Todavía las consecuencias y relaciones directas e indirectas seguirán agregando capas de presión a la sociedad.

domingo, marzo 01, 2009

Innovación, oportunidad en espera

Esteban Hernández publica una nota revulsiva en El Confidencial: "Generación Tapón: si destacas, al rincón". Correspondiendo a lo que contínuamente leo y veo, Hernández comenta un aspecto común, generalizado y esencial de la vida laboral española; algo no limitado a los negocios, sino a la administración estatal, y, con un poco de imaginación, a la dirigencia política: la movilidad posible en la conducción empresaria (o de la organización, en general). Una vez más, mi visión es limitada, basada en poco más de tres años de observaciones, lecturas y comentarios. Pero, aún admitiendo que seguramente hay muchos casos donde no es así, de todas formas, hay otros muchos en los que la nota aplica correctamente.
Dice Hernández:
Nunca llegarás arriba porque los que mandan, gente acomodada, gris y antigua, ejercen de barrera. Nunca llegarás arriba porque tienen miedo a las innovaciones, al talento, a que les quites el puesto. En síntesis, esa es la situación en que, afirman los implicados, vive la Generación Tapón (...) No estamos hablando de ese becario que la empresa destina a llevar cafés y a hacer fotocopias; mas al contrario, “se trata de profesionales preparados que toman decisiones y hacen correctamente su trabajo pero que chocan con el muro insalvable que colocan los de arriba”.

(...) Sin embargo, desde ámbitos empresariales se ven este tipo de afirmaciones como producto del resentimiento y como prueba del fracaso de personas que carecen de paciencia o que no han sabido superar las pruebas de calidad que la vida les ha ido colocando. De modo que el primer asunto sería preguntarnos si existe de verdad una Generación Tapón o si ésta no es otra cosa que la invención de una mediocridad rencorosa. Para Augusto Zamora, profesor de Derecho internacional en la Universidad Autónoma de Madrid, no hay manera de ponerla en duda: “las estadísticas mandan y son muy evidentes”.

Coincide el bloguero y periodista de La Voz de Galicia Nacho de la Fuente: “por supuesto que existe una Generación Tapón. Nunca hubo tantos profesionales tan bien preparados como ahora y con tantas ganas de progresar en sus trabajos y empresas. Y es algo que sucede en todos los sectores profesionales, pero especialmente en aquellos en los que hay mayor competitividad y donde la creatividad es un valor añadido”. Que son, además, aquellos en los que más patente se hace la distancia entre los discursos y las prácticas, entre lo que se dice y la realidad cotidiana. En España, señala de la Fuente “si alguien destaca en alguna faceta de su trabajo, lo normal es que sus jefes lo desplacen de forma sibilina para que no les cause problemas y para que no suponga un peligro para sus puestos. En otros países, como es el caso de Estados Unidos, al que destaca le aplauden y le recolocan para que sus habilidades vayan en consonancia con su puesto de trabajo”.

Las consecuencias inmediatas de la existencia de tal barrera son de orden material. La situación típica sería la del treintañero mileurista y con hipoteca que malvive en los estratos inferiores de la empresa rogando no quedarse sin trabajo. También afecta, según de la Fuente, a quienes rozan o superan los 40 años, que están viendo cómo sus oportunidades se disipan con el paso del tiempo “porque encima de ellos hay una generación que no sabe o no quiere darles protagonismo”. Y sería también el caso de jóvenes que están en la frontera (por arriba y por abajo) de los 30 y a los que, asegura Duarte, “los términos mileurista e hipoteca les quedan demasiado lejos. Para muchos de nosotros, ochocientoeuristas/novecientoeuristas, adquirir una casa es más una utopía que una posibilidad real”.

Hablamos, pues, de un sector de la población que creyó que los estudios les proporcionarían un trabajo acorde con su formación, que entendía las situaciones precarias como una inversión para el futuro y que no llegó a ver los réditos de tales esfuerzos. “Nos inculcaron la idea de la meritocracia e invertimos nuestros años en acumular títulos. De hecho, una gran mayoría sufrimos de “titulitis peterpaniana” intentando acumular diplomas y especialidades porque pensamos que de algo nos servirá el día de mañana. Pero el mañana llegó ya hace años”.

Y es que no estamos hablando de un contexto de precariedad momentánea ni de un tránsito obligado antes de ascender en la empresa, sino de un escenario definitivo que afecta por igual a todas las edades. Se trataría de que tales barreras son parte de una estructura empresarial burocrática en la que, según de la Fuente, lo mejor para ascender es no destacar demasiado, no plantear problemas y hacer siempre lo que nos ordenan. “Después de hablar con mucha gente llegas a la conclusión de que cuando alguien mejora en su puesto casi siempre es porque ha realizado política de despachos y porque se somete a lo que le dictan sus jefes en cada momento sin tener un criterio profesional propio. Eso de aportar ideas nuevas o de cuestionar ciertas estrategias está muy mal visto, aunque de cara a la galería se diga lo contrario”.

La génesis de esta situación tuvo lugar, según Augusto Zamora, en la época de la Transición, cuando gracias al proceso de fortalecimiento estatal hubo infinidad de plazas disponibles que eran inmediatamente ocupadas por quienes salían de la universidad. “Con las reformas de la España democrática en marcha y con una economía en transformación, con los funcionarios del franquismo jubilándose y con la llegada de nuevas necesidades para el régimen democrático, hubo un sin fin de oportunidades para la generación de los 70”. Desde entonces, según Zamora, nadie se ha bajado del sillón. Así ha sido en el Estado, “donde quien está aposentado en un puesto de trabajo vitalicio no lo suelta”, pero también en el mundo de la empresa, donde se ha consolidado un estrato dirigente formado por “ejecutivos con salarios obscenos que pueden ir sin problema de una empresa a otra”. Duarte coincide en cifrar la Transición como el momento en que surgió “una elite aburguesada que copó los puestos que el nuevo sistema político posibilitaba. Así, quien era director de algo ha podido ser director de todo y permanecer inalterablemente en su puesto de trabajo. Hoy siguen en esos lugares, taponando”.

Y lo seguirán haciendo. Según Zamora, estamos hablando de una situación estructural, ya que hemos pasado de un contexto en el que el empleo quedaba asegurado mediante la formación universitaria a otro en el que una licenciatura es una fuente segura de desempleo. “En muchas carreras, el 80% de los egresados no trabajan en lo que estudiaron. Al estar todo ocupado, quienes salen de las facultades se tienen que quedar con lo residual, es decir, con los puestos con salarios que oscilan entre 700 y 1.200 euros”. Y el problema se agravará en los próximos años, en tanto, asegura de la Fuente, en estos tiempos de crisis “hay tolerancia cero a la hora de contratar nuevo personal. Por ello, los jefes seguirán siendo jefes y los subalternos perderán su oportunidad de escalar posiciones o que, al menos, puedan ser escuchados por sus superiores. Se consolida eso de “el que se mueva no sale en la foto”.

Un inmovilismo que perjudicará a las empresas tanto como a sus trabajadores, en la medida en que se están perdiendo posibilidades de producir más y mejor. Así, asegura de la Fuente, “mucha gente no está en el puesto en el que podría ofrecer lo mejor de sí porque se tiene miedo a que destaquen a nivel profesional: los de arriba tienen miedo de que los de abajo les hagan sombra”. Además, prolongar esta clase de situaciones provoca la desmotivación de muchos profesionales, que no encuentran aliciente, más allá de lo puramente alimenticio, para realizar un trabajo “donde rara es la ocasión en la que se les escuche o, simplemente, se les anime. Cuando los reproches son habituales y los halagos se quedan en la excepción, es que algo falla”.
Antes de las dos de la tarde del domingo, casi ciento cincuenta comentarios...
Aunque el artículo no se apoya en observaciones estadísticas, probablemente retrata bien una situación generalizada. ¿Y qué implica esto?
  • Mando con menor nivel de conocimiento, y desactualizado. La conducción estancada, sin actualización de ideas, con predominio de la experiencia histórica.
  • Falta de retroalimentación entre la dirección y el resto de la empresa.
  • Falta de estímulo a la innovación.
  • Inmovilismo a todo nivel.
  • Mal ambiente laboral horizontal, y desapego por los objetivos de la organización.
Sin embargo, a este análisis le falta un aspecto, de cara a la sociedad: la vida económica no se acaba en el trabajo en relación de dependencia. A nivel de profesionales con estudio universitario, una alternativa a la falta de oportunidades en el empleo, debiera ser la posibilidad de crear empresas, convirtiéndose en emprendedor. Cuando las empresas adoptan un perfil conservador, la alternativa independiente incluso puede representar una oportunidad, aplicando justamente todo aquello que es frenado o desperdiciado en una empresa inmovilista. Sin embargo, la idea del emprendimiento personal, que es en algunas universidades estimulado, no tiene una aceptación mayoritaria. Contrariamente, la alternativa preferida al empleo en la empresa privada parece ser la administración del estado: las "oposiciones" son una alternativa tan generalizada que existen divisiones para prepararse para ellas en casi todas las escuelas dedicadas a la preparación para los exámenes de ingreso a la universidad. Más aún, la redacción de material de estudio para cada tipo de oposición resulta un negocio tan lucrativo como la preparación de otros tipos de libros de texto. Basta una recorrida por los anaqueles de alguna librería para verlo.
Es decir, el horror a la innovación y al riesgo comienzan temprano...Cuando el estado de las generaciones que se suman a la actividad económica tiene estas características, pensar en una empresa productiva e innovadora resulta un objetivo lejano.