lunes, julio 24, 2023

Tony y Amy...


 Estaba el televisor encendido, y , en el ir y venir de la familia en casa, me pareció que hablaban de la muerte de Tony Bennett. Sólo más tarde pude confirmarlo, y sólo hoy pude recordarlo como se merece. Me hubiera gustado conocerlo, pero inevitablemente me deberé conformar con sus duetos de los últimos años, y sus interpretaciones de baladas. En su recuerdo, su dueto con Amy

martes, julio 18, 2023

Il compagno

 Cesare Pavese escribió toda su obra en no más de quince años, desde 1936 hasta 1949-50. Confinado por el régimen fascista en 1935 por una incidencia menor, poco después comienza a publicar

su trabajo literario. Il compagno recoje impresiones y el ambiente de Italia en esta época. Lo que sigue es la última página de la historia

Ese día Gina quiso cerrar el taller. Guardé la guitarra, pero antes toqué. Gina escuchó y me dijo: -Vamos a aquél figón. Quería decir aquella carretera del campo, donde habíamos ido con los otros. la primera vez, aquella noche al aire libre. La subí a la barra y cruzamos Roma. Me hacía una curiosa impresión ver las calles. Entre la cárcel y que me marchaba esa noche, me parecía una nueva ciudad, la más hermosa del mundo, donde la gente no comprende que está contenta. Como cuando uno piensa que ha sido niño y dice: "Si lo hubiera sabido. Podía jugar" Pero si alguien te dijera: "Puedes jugar", ni siquiera sabrías por dónde se empieza. Yo era ya otro, despegado y contento. Miraba las tascas, los árboles negros, los edificios, las piedras viejas y las nuevas -y comprendía que un sol así no se ve dos veces. Cuánta fruta vendían en Roma. Aquellos verdes, aquellos rojos, aquellos amarillos en los mostradores, eran el color del sol. Se me vino a la cabeza que en Turín comería fruta y sentiría el sabor de Roma así.

Llegamos a aquél sitio. Gina me dijo: -cuántas cosas querría hacer.

-Ya sabes como es -dije entonces-. Nunca se tiene tiempo, es como en la celda. Uno dice: "Cuando salga pienso desahogarme. Pienso hacer las cosas más locas" Pero cuando sales y puedes todo, siempre sólo haces las cosas de antes.

-Quisiera que fuera el primer día. Cuando aún tenías que venir.

-Mañana será como dices.

-Qué espanto. Tú a Roma viniste por casualidad.

- No es eso lo que importa. Las cosas suceden. Basta con querer realmente lo que haces.

Estábamos sentados al aire libre, al sol.

-Son pocas las cosas que quiero -le dije-. Menos aún que antes.

-Scarpa dice que en la cárcel es como los muertos -dijo ella-, da miedo pensarlo.

-No debes pensarlo.

Después le dije: -También están los muertos. Todo consiste en aguantar y en saber el por qué.

Nos quedamos un rato en aquél figón, bebiendo. Gina jugaba con el enrejado y miraba al sol. Los pájaros volaban bajos, Vino un gato y saltó sobre la mesa. También Gina estaba inclinada y concentrada. 

Hablamos de nuevo de Turín y de mi casa. Ella me habló de Carlottina y de mi madre. -¿Las veré cuando vaya a Turín? -decía.

Regresamos a pie, al atardecer. Había un sol de oro entre las piedras y las plantas. Era la hora en que en la cárcel golpean los hierros. Le conté a Gina de Amelio. Ella se quedó oyéndome, agarrada de mi brazo.

-Vendrán a Roma -le dije-, vendrá él también. Como los otros.

Después nos separamos en la puerta de la tienda. Era ya de noche.

 

Final de Il compagno, novela de Cesare Pavese, fechada en 1946, publicada en 1947.

lunes, julio 17, 2023

Hora de pagar la cuenta

Estamos a pocos días de que las dudas se conviertan en verdades, sea para el lado que sea. Y con el beneficio de la anticipación y la incertidumbre, quisiera compartir las reflexiones de José Errasti en The Huffington Post:

Lo dijo Donald Trump: “Podría plantarme en mitad de la Quinta Avenida, comenzar a disparar a la gente, y mis seguidores continuarían votándome”. Repasemos las cosas que puede hacer Pedro Sánchez mientras sus seguidores continúan votándole.

- Puede establecer un acuerdo con la teocracia marroquí en el que se reconoce la soberanía de la dictadura sobre el Sáhara Occidental, y no informar ni dar la menor explicación de dicho acuerdo por más que se le pregunte, de cuya existencia sólo sabemos lo que ha contado el régimen de Mohamed VI. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

- Puede llevar cinco años mintiendo respecto de todos los temas con el aplomo con el que sólo ciertas personalidades que se estudian en Psicología pueden hacer. Puede llamar “cambios de opinión” a dichas mentiras, como si fuera una casualidad que todas le beneficiaran a la hora de mantenerse en el poder. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

- Puede abrazar la ideología queer en la Ley Trans, el mayor ataque reaccionario y machista sufrido por el feminismo en nuestro tiempo, con graves efectos sobre la salud de los menores y la seguridad jurídica de las mujeres, haciendo doctrina oficial del Estado una teoría extravagante que está al nivel del terraplanismo. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

- Puede poner de fiscal general del Estado a un ministro de Justicia, de miembro del Tribunal Constitucional a otro ministro de Justicia, indultar a delincuentes que aseguran que volverán a delinquir y eliminar el tipo penal de tal delito, dejar que el curso de la legislatura dependa de fuerzas que desean que desaparezca este Estado. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

Y quizá lo sea, pero no por mucho tiempo, porque en política el sueño de la impunidad produce monstruos, y ser “de izquierdas” —¡ay, qué risa!— no es un antídoto. La existencia de Fakejóo no lo justifica todo. Son ellos los que no deben beneficiar a pederastas y violadores para que les sigamos votando, no nosotros los que debemos seguir votándoles aunque beneficien a pederastas y violadores. En política uno sólo es lo que hace, y no vale apelar a una bula a priori para que no pasen factura las barbaridades cometidas. Colocar a Sánchez —¡ese megalomaníaco cuyo único rasgo es la obsesión por el poder a cualquier precio!— en un contexto de impunidad es garantía de catástrofe. Conozco religiones en donde los creyentes están menos sometidos a sus líderes que en la izquierda española.

Todos sabemos que si hubiera sido un gobierno PP-VOX el que hubiera puesto en la calle a más de cien agresores sexuales nos enfrentaríamos —¡y con razón!— a huelgas generales. Lo que para muchos sería un motivo para reclamar la ilegalización del partido en caso de que el partido sea VOX, no es ni siquiera motivo para dejar de votarles en caso de que el partido sea el PSOE. En nuestro voto está favorecer que el PSOE salga del 23-J convertido en una caricatura desquiciada o iniciando un proceso de sensatez. A los políticos hay que educarles como a los niños. Como a los niños chicos. Porque, si no, acaban plantándose en mitad de la Quinta Avenida y disparando a la gente. ¿Qué más, qué carajo más tiene que pasar para que mandemos al PSOE al rincón de pensar durante una legislatura?

Es decir, lo que para algunos resulta evidente, para otros sucede de otra manera, y lamentablemente suele ser lo que obtiene la mayoría. Vengo de un país que lo certifica así desde hace alrededor de ochenta años, votando una y otra vez la misma linea de acción, las mismas personas, los mismos lemas, las mismas justificaciones, el mismo resultado de progresiva ruina y embrutecimiento; y siempre con el argumento de que "la contra" es peor. Valga de advertencia y aviso: cúrate en tu vecino: hace ochenta años, Argentina era un país próspero, inteligente, emprendedor. Hoy existe turismo internacional para visitar las villas (favelas en Brasil, chabolas en España).

domingo, julio 16, 2023

La inteligencia artificial y Sócrates


Wolfram Eilenberger hace algunas reflexiones sobre sus pruebas al ChatGPT, acudiendo al espíritu de Socrates. Publicado en Letras Libres este mes, una extensión de lo adelantado en Zenda hace poco:

Como muchos de mis congéneres, he pasado las últimas semanas tratando de llevar hasta sus límites conversacionales una nueva forma de inteligencia artificial llamada ChatGPT. Lo hacía sobre todo con preguntas que planteaba a futuros becarios en una vida profesional anterior. Por ejemplo: “¿Qué hora es en el sol?”, “¿qué diferencia hay entre ‘aparentemente’ y ‘a primera vista’?”. O incluso: “¿Cuántos géneros no existen?” Preguntas, en otras palabras, que, aunque no sean directamente metafísicas, exigen una intensa plasticidad mental.

Debo decir que la maquinita resistió sorprendentemente bien. Solo a la tercera pregunta capituló como le correspondía y –sin la menor duda– emitió una bienintencionada nota de prensa sobre el estado actual de la visión progresista de los géneros.
¿Y después? Pues nada más. Solo un cursor parpadeante, demasiado preparado para afrontar el siguiente reto que responder. Fue el momento en que me llamó la atención por primera vez la potencial naturaleza abismal de la innovación. Más concretamente, la imagen de una cultura venidera que vería todos los ideales del diálogo socrático convertidos en su contrario. Una cultura sin filosofía en el verdadero sentido de la palabra.

A diferencia de Sócrates, el chatbot ni siquiera sabe que no sabe nada. Por eso, en su mercado, solo opera con respuestas supuestamente basadas en hechos y no con preguntas sin respuesta. En lugar de esforzarse por mostrar ideas eternas, cada una de sus afirmaciones se basa en probabilidades siempre cambiantes. En lugar de desconfiar profundamente de la escritura como medio, como hacía Sócrates, porque permitía fingir el conocimiento, los chatbots se basan en la simulación del conocimiento a partir de textos escritos. En lugar de detenerse asombrado ante las preguntas más elevadas, el chatbot siempre ofrece alguna tontería inventada libremente, aunque no exista ningún dato para sustentarla. En lugar de sopesar las voces que participan en una conversación libre, se basa en su mera recopilación y recuento. En lugar de cuestionar productivamente la autoridad, iguala toda forma de autoridad evolucionada. En lugar de esforzarse por salir de la cueva de lo meramente creído con cada nuevo término, sus parpadeantes palabras en la penumbra se hacen pasar por la realidad misma. En lugar de ser impulsado por su propio demon, el devenir del chatbot es impulsado por el anónimo mammon. En lugar de buscar su propia voz, imita a la perfección la de todos los demás. En lugar de emanciparnos cada vez más como seres que aprenden, amenaza con dejarnos a todos en la condición de becarios permanentes.

No cabe duda de que ha comenzado una nueva era. Lo único que queda por aclarar es para qué género representa un progreso no solo aparente. Desde luego, no para el de los hombres socráticos. ¿O no es así?

Eilenberger pone la discusión en sus correctos términos, Sócrates, hace más de 2500 años, sentó unas bases, o develó unas bases que abrieron los métodos de razonamiento. La mayor diferencia entre él y la inteligencia artificial está en la autoconciencia: Sòcrates fue capaz de plantearse que él podía no saber sabía nada sobre cada tema que se le proponía, pero era capaz de llegar a la verdad en base a la interrogación y el diálogo sobre el problema. Realmente, hay rasgos de semejanzas entre Sócrates y la discusión con los sofistas.

La foto, en Wikipedia: De Sting, CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=96296061


martes, julio 04, 2023

Entre el pasado y el futuro


 Moritz Schlick, un investigador en física y filosofía, alemán de orígen judío, fue otro de los grandes intelectuales que destacaron a Alemania en las primeras décadas del siglo XX. Partiendo de la física (fue alumno de Max Planck) derivó sus investigaciones hacia la filosofía, y contribuyó  primerísimamente a la fundación del Círculo de Viena (1922), un punto de encuentro para la discusión de los fundamentos de la ciencia y el conocimiento. El Círculo conoció poco después de su publicación el Tractatus Logico-philosophicus de Wittgenstein, que se convirtió en centro de sus discusiones: Schlick, Carnap, Gödell, Neurath, giraban sus discusiones alrededor de las proposiciones de Wittgenstein, y fueron la base de gran parte del pensamiento lógico y científico posterior.

 La década del 20 fue de florecimiento del pensamiento, con Alemania destacando en ciencia y artes. La década siguiente fue el comienzo del desastre. De pronto, vivir en Alemania, Austria, se convirtió en algo peligroso.Y así, los integrantes del Círculo de Viena fueron presionados a emigrar, o fueron víctimas directas del nazismo, entre ellos, Schlick. Su muerte en Wikipedia:

Debido al ascenso del nazismo en Alemania y Austria, muchos de los miembros del Círculo de Viena emigraron hacia Estados Unidos y el Reino Unido. Schlick, sin embargo, permaneció trabajando en la Universidad de Viena. Cuando fue visitado por Herbert Feigl en 1935, Schlick expresó su consternación por los acontecimientos en Alemania. El 22 de junio de 1936, cuando Schlick subía las escaleras de la universidad para ir a clases, un exalumno, Johann Nelböck, desenfundó una pistola y le disparó en el pecho. Schlick murió poco después. Nelböck fue juzgado y sentenciado, pero se convirtió en una cause célèbre para el creciente sentimiento antisemita de la ciudad (el hecho de que Schlick no fuera judío fue pasado por alto). Nelböck fue liberado bajo palabra poco después y se convirtió al partido nazi austriaco después del Anschluss.
Y también su maestro Planck:

Durante la Segunda Guerra Mundial, Planck intentó convencer a Adolf Hitler de que permitiera el trabajo de los científicos judíos, sin gran éxito, sin embargo.​ El régimen nazi y la guerra azotaron duramente a la familia Planck. Perdió a su hijo Erwin Planck, asesinado por los nazis el 3 de enero de 1945, a pesar de las peticiones de indulto y clemencia que Max Planck hiciera a Hitler, intentando salvar la vida de su hijo. Esta gran pérdida se sumaba a otra, que ya acababa de sufrir: su casa de Berlín-Grünewald (y con ella toda su biblioteca, con miles de volúmenes e irrecuperables manuscritos), resultó incendiada y completamente destruida a causa de un bombardeo aéreo en febrero de 1944.

De la terminación de la segunda guerra mundial han pasado ya casi ochenta años, pero persiste como la radiación de fondo que testimonia al Big Bang. A veces olvidada, persisten brasas que vemos periódicamente, hasta alcanzar el nivel de hoguera en la actual guerra entre Rusia y Ucrania. Vengo de Argentina, un país que no participó directamente, pero la vivió entonces, y mucho más en su vida posterior: cualquiera conocía o era vecino de un emigrado, o fugitivo, o refugiado, un italiano, un yugoslavo (hoy sabríamos si era un croata, un servio, un montenegrino), un ruso, un ucraniano, un polaco, muchos de ellos judíos. Escuchamos sus historias, asombrosas, inconcebibles, de hombres y mujeres comunes, arrastrados por una ola que abarcó todo. Gentes que silenciosamente reconstruyeron su vida lejos de su patria y sus ancestros, como pudieron, y entregaron una segunda generación americana ya olvidada de la guerra. Una lectura fría de los hechos y números de la guerra hablan de un mundo difícil de imaginar hoy: el bombardeo diario del Reino Unido o de Alemania durante cerca de seis años, día tras día, la caída asombrosa de Francia, Bélgica, Holanda, la destrucción de Polonia, la gigantesca invasión de Rusia y su posterior contraataque, donde millones de soldados participaron, fueron muertos o cayeron prisioneros; la esclavitud y exterminio de millones de judíos y otras minorías. Y así en Africa, y en Asia; millones de soldados en China, en Indochina, en Filipinas, millones de muertos y emigrados, durante años. Como si el mundo hubiera recibido un meteorito que dejara por años el cielo oscurecido e irrespirable. Por años, vivimos la diáspora más gigantesca que padeciera la humanidad.

Así como la gente común fue arrastrada por esta catástrofe universal, así también pesó en la cultura y los intelectuales: Alemania vivió la emigración de sus profesores universitarios, ingenieros, diseñadores, arquitectos, artistas, físicos, matemáticos, en las persecuciones de preguerra. Francia, Italia, Inglaterra, Rusia,  encontraron a sus intelectuales convertidos en soldados o partisanos, como Orwell, Camus, Sartre, Pavese; o muertos, como Saint Exupéry, Glenn Miller, Schulz, Webern, o tantos que fueron arrastrados a los campos de concentración (ver una lista en Wikipedia). Hannah Arendt dice que sin embargo, en ese desmoronamiento, los intelectuales "se encontraron a sí mismos": La caída de Francia, para ellos un acontecimiento completamente inesperado, había vaciado el escenario político de su país de la noche a la mañana para dejarlo poblado de fantochadas de pícaros y tontos, y quienes nunca en realidad habían participado en los asuntos oficiales de la Tercera República se vieron absorbidos por la política con la fuerza del vacío. De esa manera, sin haberlo pensado antes y aún en contra de sus inclinaciones conscientes, llegaron a configurar a pesar suyo un ámbito público en el que -sin los elementos de la oficialidad y oculto a los ojos de amigos y enemigos- se hizo, de palabra y de obra, todo lo que era importante en los asuntos del país (...) habían descubierto que quien se <<unió a la Resistencia, se encontró a sí mismo>> (En el prefacio de La brecha entre el pasado y el futuro).

La foto, Schlick en los años 30. (Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1516514)