domingo, julio 25, 2021

La barranca se anuncia

Inferno, Dante, Public Domain, Wikimedia

Un año después de que Ivonne y Hugh pasaran por allí, M. Laruelle baja hacia Quauhnáhuac (Cuernavaca), desde los campos vecinos, hacia el barranco...

...se aproximaba al puentecito sobre la honda barranca. Se detuvo en la mitad del puente ; encendió un nuevo cigarrillo con el que había estado fumando y se asomó por encima del parapeto. Era demasiado oscuro para ver el fondo, ¡pero aquí sí existían finalidad y hendidura! Quauhnáhuac era, en ese aspecto, como el tiempo: por doquier que se mirase estaba aguardando el abismo a la vuelta de la esquina. ¡Dormitorio para zopilotes y ciudad de Moloch! Mientras se crucificaba a Cristo -decía la hierática leyenda traída por el mar- la tierra se había abierto en toda esta región...

Bajo el Volcán, Cap i

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Ivonne y Hugh caminan bordeando los límites de Quauhnáhuac. Una cabra los arremete y se aproximan al borde del barranco...Hugh habla de los periodistas...

"no hay castigo en la tierra para ellos. Sólo el Malebolge...y he aquí el Malebolge!

El Malebolge era la barranca, la hondonada serpenteante a lo largo del campo , angosta aquí, pero su aspecto imponente lograba apartar sus mentes de la cabra. Sobre ella se tendía el puentecillo de piedra sobre el que se hallaban. Arboles, cuyas copas crecían hacia abajo, precipitábanse en la cañada, ocultando con su follaje el aterrador abismo. Del fondo ascendía la débil risa del agua...

-No puedes verlos, pero está repleto de difuntos periodistas

Bajo el Volcán, Cap iv

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Malebolge o Fraudulentos es parte del Octavo círculo del Infierno, la primera parte de la Divina comedia de Dante Alighieri.

Se divide en diez fosos circulares y concéntricos, cada uno de los cuales se dedica al castigo de una especie de fraudulentos. Según las especies son:

  1. Proxenetas
  2. Aduladores
  3. Simoníacos.
  4. Adivinos.
  5. Malversadores.
  6. Hipócritas.
  7. Ladrones.
  8. Mal consejeros (los que hacen incurrir en fraude mediante consejos malintencionados).
  9. Sembradores de la discordia (los que incitan a la guerra civil y la división religiosa).
  10. Falsificadores

 Wikipedia

 

martes, julio 20, 2021

Cuba: Omisión, ocultamiento y educación en Argentina

 Luciano Román publica hoy un editorial que quisiera compartir, tal cual lo escribió. Incluso los resaltados amarillos son del original. En cambio, me tomé la libertad de agregar otros en celeste. Una aclaración: para una persona que no conozca Argentina, la relación con la que se juega entre profesor y jefe de gobierno se refiere a que el presidente argentino, Alberto Fernández, también ejerció como profesor, y ocasionalmente da charlas en medios universitarios o de escuela media (en este caso, particularmente, en el Colegio Nacional de La Plata)

Hace pocas semanas, estudiantes de quinto año del Colegio Nacional de La Plata tuvieron una clase especial de Derecho Político. No hubiera sido extraño, en el contexto de esa materia, que los alumnos preguntaran por la situación de Cuba. ¿Qué hubiera contestado el profesor? La respuesta la dio el presidente de la Nación en estos días: “No sé qué está pasando en Cuba, pero lo que sé es que el bloqueo debería terminar”. Traducido: no quiero saber qué pasa, pero la culpa es de Estados Unidos. El presidente que dio esa respuesta es el profesor Fernández, el mismo que dictó aquella clase el viernes 23 de abril.

Si a muchos les parece grave que un jefe de Estado se desentienda de un tema tan sensible y caiga en una suerte de indiferencia cómplice, habría que preguntarse si no es más grave aún que esa sea la respuesta de un profesor. ¿Cómo se habla de Cuba en las escuelas? ¿Qué ideas y valores se les transmiten a los jóvenes? ¿Qué modelos se justifican en las aulas y a quiénes se presenta como víctimas y victimarios? ¿Con qué grado de rigor y de pluralismo se habla de historia y de política internacional en colegios y universidades? ¿Se les ofrece a los jóvenes un panorama honesto y complejo sobre los temas, o se cae en simplificaciones, eslóganes y versiones maniqueas para explicarles el mundo? ¿Se les aportan todos los elementos para que elaboren sus propios juicios y sus propias ideas o se les proponen visiones sesgadas y panfletarias? Si el Presidente representa al “profesor promedio”, las respuestas a esos interrogantes serían más que preocupantes.

Los alumnos se habrían quedado, por un lado, con la extraña sensación de que el profesor no sabía lo que pasa en Cuba, cuando ellos mismos lo saben solo con mirar TikTok. Es un tipo de desconocimiento que en algunos sistemas jurídicos se tipifica como figura penal: lo definen como “ignorancia deliberada”; la del que no sabe, pero debería saber; o la del que sabe, pero se hace el distraído. Pero el docente (escudado en esa supuesta ignorancia) se habría perdido la oportunidad de hablar, ante los alumnos, del valor de la libertad, de la diferencia entre democracias y dictaduras, de lo que significa para una sociedad vivir sometida a un régimen de partido único, sin prensa independiente, sin libertad de expresión, sin derecho a disentir. Se habría privado de destacar el valor de los derechos humanos, y de convocar a los estudiantes a despojarse de prejuicios para escuchar distintas voces. Habría desperdiciado, también, la oportunidad de abordar un fenómeno histórico y coyuntural como una realidad compleja, con matices, que tampoco puede despacharse en dos consignas con excesiva simplificación. ¿Es lo mismo un bloqueo que un embargo? Y en tal caso, ¿qué significa el embargo hoy? ¿Los alumnos no merecerían que el profesor hilara más fino?

En las escuelas y universidades se ha extendido una docencia militante que transmite una versión sesgada y maniquea de la historia. Es la versión con la que sintoniza el actual oficialismo, más comprensivo con Hamas que con la democracia israelí. Si fuera cierto que “todo tiene que ver con todo” –como se repite con frecuencia en el discurso crispado del poder–, sería indudable que estas posiciones explican a una Argentina que simpatiza con Putin y empuja al exilio al fundador de Mercado Libre, que se autopercibe progresista y justifica la persecución y la censura en Nicaragua, y que habla de igualdad y de inclusión mientras cierra las escuelas y reproduce la pobreza. Quizá el profesor Fernández no haya dado una respuesta muy distinta de la que dan, en general, los docentes de Historia y de Derecho Político en la mayoría de las escuelas. Y en esas clases teñidas de ideologismo y militancia, pero también de un simplismo ramplón, tal vez esté la explicación de un país que cuenta los años setenta como una aventura romántica, se alinea con el eje Cuba-Venezuela-Nicaragua y cree, con infantilismo, que la culpa siempre es de “las potencias y el imperio”.

Aquella clase del profesor Fernández quizá encierre “el huevo de la serpiente”. No es un hecho desconectado de las penurias que sufre el país. El anacronismo ideológico, la visión excesivamente simplona y provinciana del mundo, así como las categorías binarias, las concepciones dogmáticas y la ignorancia real o deliberada, conforman un cóctel que explica desde el aislamiento internacional de la Argentina hasta nuestra profunda crisis económica y, en cierta medida, también la magnitud de la tragedia sanitaria.

La respuesta del Presidente sobre Cuba expresa el sistema de prejuicios con el que se rechazaron, durante meses, las vacunas de laboratorios norteamericanos. Hay algo más profundo, porque también expresa la peligrosa ligereza que llevó a la dirigencia política a aplaudir el default de 2001. Y es parte de la endeble arquitectura ideológica con la que se reivindica “el setentismo” y se confunde soberanía con atraso. Como si fuera poco, expresa una mentalidad basada en el doble estándar: juzga según las conveniencias y las simpatías, no de acuerdo con valores y normas éticas. Es lo que Ortega y Gasset definía como “hemiplejia moral”.

Aunque en la Argentina está muy devaluado y suena cada vez más inconsistente, el discurso político siempre tiene la capacidad de poner algunos acentos, de alentar o desalentar determinados debates, de marcar un poco el tono de la conversación pública y de imponer cierta narrativa del tiempo histórico en el que navega. Desde esa perspectiva, las posturas que ha asumido el gobierno nacional frente a los dramas de Cuba, Venezuela y Nicaragua hace –entre otros daños– un aporte lamentable a los valores y las ideas que definen a una época. Se ubica del lado de la opresión y no de la libertad; más cerca de las autocracias que de la diversidad y el pluralismo democráticos. Contribuye a crear una atmósfera en la que se impone la casta política por encima de la ciudadanía y en la que el poder se torna asfixiante y abusivo. La mirada condescendiente y hasta de admiración sobre el régimen cubano quizá explique –entre otras cosas– la justificación que hizo Zannini del vacunatorio vip. Responde a la idea de que la casta tiene privilegios.

Pero desde Cuba sopla una ráfaga de esperanza. Son los jóvenes –tan apagados y desesperanzados en otros países– los que han decidido rebelarse contra el régimen. Son, además, los artistas –tan obedientes y conformistas en otros lugares– los que le han puesto letra y música al reclamo de libertad. La letanía de Silvio Rodríguez hoy es desplazada por raperos, traperos, youtubers, blogueros e influencers que se animan a cuestionar al régimen desde un genuino progresismo. Al confrontar la consigna “patria o muerte” del castrismo con el lema “patria y vida”, no solo reivindican la vida frente a la muerte, sino la “y” frente a la “o”: impugnan las concepciones antagónicos para proponer una verdadera lógica inclusiva.

El movimiento de jóvenes cubanos demuestra que, más tarde o más temprano, el adoctrinamiento en las escuelas choca con la propia realidad. No por eso deja de ser peligroso que a los chicos se les presenten visiones sesgadas y recortes politizados sobre el pasado y el presente. Pero los relatos siempre tienen patas cortas, aunque en Cuba lleva más de sesenta años. Un día, la libertad se impone. Se filtra a través de las redes o del rap. Las revoluciones, para bien de la humanidad, hoy parecen pasar por internet, no por las armas.

Los jóvenes, de todos modos, merecen que el profesor Fernández les abra la cabeza y les hable de la libertad; no que mire para otro lado frente a la opresión, la censura y el totalitarismo. A falta de una docencia profesional y de una dirigencia responsable, bienvenido el nuevo rap latinoamericano.

sábado, julio 17, 2021

Cuba, todo tiene un límite

 

La semana pasada las noticias estuvieron dominadas por la aparición de protestas espontáneas en Cuba, en varias ciudades. Como en la primavera árabe hace pocos años, centenares o miles de personas salieron a la calle en La Habana, Santiago de Cuba, San Antonio de los Baños, a protestar por la falta de libertad y el estado calamitoso y desesperante de la economía y la salud cubana, fuertemente afectada por la pandemia. Las convocatorias, como en la primavera árabe, se originaron en redes sociales, y así se difundieron y trascendieron al exterior. Las comunicaciones telefónicas y por redes fueron dando idea del alcance de la protesta, y de la violenta represión del gobierno comunista. Organizaciones cubanas de defensa de derechos de las personas, vienen siendo consultadas para conocer el estado de los detenidos o secuestrados -si no dar noticias de un arresto se puede considerar un secuestro. La respuesta gubernamental fue salir a la calle a reprimir, encarcelar e interrogar a los manifestantes; a cortar internet en todo el país, a dificultar las comunicaciones telefónicas con el exterior, no sólo reprimiendo por medio de policía y ejército, sino también por su brazo civil, la casta de civiles beneficiarios de dádivas del estado, operando de la misma manera que en Venezuela. 

En momentos en que en el mundo iberoamericano irrumpen en los gobiernos fuerzas "antifascistas" que consideran a Cuba su faro y su guía, comprobamos en los hechos dónde está el fascismo en el siglo XXI: el gobierno socialcomunista, con el Partido a la cabeza, sólo genera hambre y miseria, es incapaz de responder a una crisis de salud en el país, y su respuesta a una sociedad harta, es contestar con fusiles y palos, con ejercito, policía y bandas fascistas, y cortar toda vía de expresión. 

Lejos estamos del pastoreo de literatos, artistas y políticos iberoamericanos desde las instituciones culturales ruso-cubanas. Aún muchos mantienen la nostálgia por esa Disneylandia  revolucionaria que persiste setenta años después, pero será difícil atribuír a contrarevolucionarios e imperialistas estos sucesos.

En el pasado, hemos visto muchas rebeliones como esta en Europa (Hungría, Checoslovaquia). Podrán triunfar o ser reprimidas, pero abren un abismo entre la casta gobernante y la sociedad a la que usufructan. Y en algún momento las barreras caerán.

O Cuba será Haití.

Algunos medios al azar sobre los hechos, El Mundo, Voz PopuliAP, BBC, y Entorno Inteligente.

La foto, de Entorno Inteligente


sábado, julio 10, 2021

Pip cae al agua (El náufrago)


 Pip, que tiene terror al mar, se cae al agua durante la caza de una ballena...

Era un día hermoso, radiante, azul. El mar centelleante, calmo y fresco, se extendía terso hacia el horizonte como la hoja de un batidor de oro incesantemente martillada. Surgiendo y hundiéndose en el mar, la cabeza de ébano de Pip parecía hecha de clavos de olor. Ningún cuchillo se había levantado en el momento de su rápida caída. La inexorable espalda de Stubb estaba vuelta hacia él, y la ballena estaba herida. En tres minutos, toda una milla de infinito océano se abrió entre Pip y Stubb. Y en el centro de ese océano Pip volvía su cabeza crespa, rizada, negra, hacia el sol, otro náufrago solitario, aunque el más excelso y brillante.

Nadar con tiempo calmo en mar abierto es tán fácil para un buen nadador como viajar en tierra en un coche con los muelles en buen estado. Pero la terrible soledad es intolerable. ¡Quién podrá expresar, Dios mío, la intensa concentración del yo en medio de semejante inmensidad! (...)

Pero ¿es que Stubb había abandonado de veras al pobre negrito a su destino? No, o por lo menos no era eso lo que se proponía. Porque como lo seguían dos botes, suponía que se acercarían y no tardarían en recoger a Pip, aunque a decir verdad en casos similares los cazadores no siempre manifiestan tal consideración hacia los remeros que corren peligro por su propia timidez. Y estos casos ocurren con bastante frecuencia; en la caza de ballenas, un cobarde es objeto del mismo odio despiadado que caracteriza a los ejércitos y las naves de guerra.

Pero ocurrió que esos botes, al divisar repentinamente algunas ballenas a uno de sus lados, viraron para perseguirlas sin ver a Pip. Además, la embarcación de Stubb estaba ya tan lejos y su tripulación tan concentrada en la persecución que el redondo horizonte de Pip se extendió cada vez más a su alrededor. Por pura casualidad fue el Pequod el que lo recogió al fin; pero desde ese día, el negrito anduvo por la cubierta como un idiota; eso, al menos , dijeron que era los demas hombres. El mar le había hecho la burla de salvar su cuerpo mortal, pero había ahogado su espíritu inmortal.

Aunque no estaba del todo ahogado: más bien parecía transportado a abismos maravillosos, donde formas extrañas del intacto mundo primitivo se deslizaban ante sus ojos muertos. La sabiduría, esa sirena avara, le revelaba sus tesoros amasados, y entre las inmensidades alegres, sin corazón y siempre jóvenes, Pip veía multitudes infinitas de insectos del coral que levantaban desde el cielo de las aguas la esfera colosal del Universo. Y veía el pie de Dios sobre el pedal del telar, y le hablaba; por eso sus camaradas lo llamaban loco. Así, la demencia del hombre es la cordura del cielo. Y al alejarse de la razón mortal, el hombre llega al fin a ese pensamiento celeste que es, para la razón, absurdo y delirante; y en la dicha o en la desgracia, se siente tan resuelto e indiferente como Dios.

Moby Dick, del capítulo xciii.

Ilustración de la persecución final de Moby-Dick.
año 1902
Moby Dick - editor: Charles Scribner's Sons, New York
autor: I. W. Taber

En Wikimedia.

jueves, julio 08, 2021

Vino viejo en odres nuevos

Lo que sigue pertenece a un artículo en La Nación de Argentina, escrito por Jorge Fernández Díaz. No  había prestado atención hasta hoy a Fernández Díaz. Seguramente lo he leído varias veces como editorialista de La Nación, pero sólo ahora traté de conseguir más información sobre su trabajo. Ya no conozco mucha gente en Argentina, y lo que oigo no es agradable. De su editorial rescato la primera parte, ya que las conclusiones derivadas a la política argentina son difíciles de comprender fuera de contexto, y el lenguaje usado requeriría explicaciones. Sin embargo, esta segunda parte tiene también importantes advertencias para España

Ahora, la introducción de su nota (negrita y resaltado amarillo del autor):

 El poeta, que leía muy temprano los periódicos, se asomó a su balcón del hotel Grand Saint Michel y gritó a los cuatro vientos: “¡Se cayó el hombre!”. Y todos los exiliados que pernoctaban en los alrededores se removieron nerviosos, en la esperanza de que fuese su propio dictador y no otro el que acababa de ser depuesto. Esto acontecía a mediados de la década del 50 en París, ciudad a la que habían ido a parar ilustres asilados de diferentes dictaduras latinoamericanas: la crème de la crème de la izquierda literaria de la Patria Grande. El poeta que voceaba las buenas nuevas era Nicolás Guillén y quien evocó el momento fue García Márquez. En sus famosas Notas de prensa, Gabo exclama: “Éramos tantos los fugitivos de tantos patriarcas simultáneos”. Se refiere a Odría de Perú, Batista de Cuba, Somoza de Nicaragua, Rojas Pinilla de Colombia, Pérez Jiménez de Venezuela, Trujillo de República Dominicana. Y al general Perón de la Argentina, considerado todavía por aquellos escritores como un admirador del Eje y un fascista criollo a pesar de haber sido validado por las urnas. De la nefasta entronización de aquellas dictaduras militares y de la amarga experiencia de sus desterrados surge la “novela del tirano”, parte fundante de aquel “boom latinoamericano” que conmovió a la literatura universal.

Las coordenadas de entonces eran muy claras, o así lo creíamos de jóvenes: la derecha se servía del partido militar e imponía a crueles y ridículos déspotas, y la izquierda y el progresismo se empeñaban en denunciarlos y en darles batalla cultural. Tras la caída del Muro de Berlín, el advenimiento de la globalización y el abandono de los Estados Unidos de sus siniestras intromisiones, los tiranos cambiaron de ropaje y de bando: por medio del voto, en saco y corbata, se introdujeron en las democracias, limaron el sistema republicano desde adentro e instalaron autocracias más o menos violentas con disfraces izquierdosos. Se supone que un progresista es un rebelde frente a los poderes avasallantes; alguien que no acepta autoritarismos y a quien repugnan el poder omnívoro y los crímenes ideológicos: encarcelamientos, torturas, censuras y persecuciones por el solo hecho de pensar distinto. Pero resulta que en estos infaustos tiempos el progresismo mira para otro lado mientras los verdugos de la hora toquen su melodía o, al menos, una canción pegadiza que traiga ecos nostálgicos de aquella revolución romantizada. El folclore antiyanqui y “emancipador”, que huele a oxidado y que además es puro verso en este nuevo mundo multipolar, se encuentra por encima de los derechos humanos. “Por algo será” era una funesta frase que se usaba para justificar durante el reinado de Videla las desapariciones y los tormentos a disidentes. Hoy esa misma modulación sirve para habilitar los asesinatos y las atrocidades de los gobiernos de Caracas y Managua, donde ya hay una “dictadura clásica”, como la denomina sin ambages un destinado a escribir la gran novela de los Ortega: el premio Cervantes Sergio Ramírez, exdirigente sandinista a quien nadie podría catalogar como derechista o conservador. La llamada “izquierda” se quedó en el siglo XX, se volvió profundamente inhumana y reaccionaria, o en todo caso desnudó su verdadera vocación cesarista: recordemos que aquellos antiguos ideales setentistas no propendían a la democracia, sino a las “dictaduras populares”, que salvo en Cuba nunca se habían llegado a consumar. Hoy esos “ideales”, reciclados por el nacionalpopulismo, ganan territorio y engendran monstruos y decadencias sin piso, y revelan la infame complicidad criminal de la grey progre. En el siglo XXI un nuevo boom latinoamericano acaso sería posible; solo que ya no se trataría de retratar literariamente la maldad de los generales, sino que debería abocarse esta vez a la perversión sin límite de estos flamantes autócratas. Con todos y cada uno de ellos se ha asociado el cuarto gobierno kirchnerista: por mi política exterior me reconoceréis. Aunque, claro está, ya no se trata como parece ni siquiera de una pulseada heroica por el socialismo; apenas es una puja entre capitalismo de amigos y capitalismo abierto. El influyente hijo de Nicolás Maduro, pegando bruscamente la vuelta, lo aclara ahora mismo: las expropiaciones fueron una gran equivocación; se necesita de urgencia una ley para agilizar las inversiones en la república bolivariana. El ataque a la propiedad privada “no nos hace bien –dijo el vástago, que es diputado nacional–. Hay que reconocer los errores de cada uno”. Venezuela ni siquiera aparece en el mapa elaborado esta semana por MSCI. La Argentina pasó directamente de emergente a standalone: no estamos tan mal como Caracas, pero ya no somos ni siquiera “país frontera”, y compartimos el subsuelo con Zimbabwe y Botsuana.