En Adecoagro, firma líder en el sector de los agronegocios con 225.000 hectáreas propias de campos entre la Argentina (200.000 hectáreas), Brasil y Uruguay, durante toda la jornada de ayer procuraron transmitir el mensaje de que no se quedaban con SanCor. Sí insistieron una y otra vez, en cambio, en que la búsqueda de una asociación será el sentido de las negociaciones que, no obstante según algunas fuentes, en verdad se vienen haciendo de manera reservada desde hace tres meses. "Nos asociamos para potenciar la lechería argentina en el mundo, aprovechando de SanCor a su gente, su marca y sus fábricas. Claramente planeamos hacer crecer la compañía, continuando con el mercado interno y con la exportación", dijo Mariano Bosch (h.), gerente general de Adecoagro, a LA NACION. "La cooperativa no se vende ni desaparece; se va a crear un vehículo asociativo si nos ponemos de acuerdo. Sólo se van a transferir activos y pasivos a una sociedad que vamos a constituir. Nosotros pondremos activos y Adeco hará lo mismo", expresó, por su parte, Oscar Carreras, presidente de SanCor. "Para los productores esto va a ser muy bueno porque siguen siendo socios", dijo Bosch (h.).Sobre el proceso de desnacionalización, dice La Nación:
En rigor, según dice la carta enviada a la CNV, SanCor Cooperativas constituirá una sociedad y transferirá todos sus activos y pasivos ligados al negocio lácteo. Realizado ese trámite, el grupo inversor ligado a Soros aportará 120 millones de dólares y pasará a ser titular del 62,5 por ciento de la totalidad del capital emitido y en circulación y de los votos de la nueva sociedad. Por su parte, la cooperativa y sus socios controlarán el 37,5 por ciento restante.
Un dato interesante es que en la misma carta enviada a la CNV se consigna cuál será el destino de los US$ 120 millones que aportará Adecoagro: 50 millones se usarán para capital de trabajo y funcionamiento de la nueva sociedad, en tanto que los restantes US$ 70 millones servirán para la cancelación parcial de la deuda financiera de SanCor, reestructurada en marzo de 2005 y cuyo monto asciende a 167 millones de dólares.
(...)
Hoy SanCor, con sede en la localidad santafecina de Sunchales, procesa entre 4,5 y 5 millones de litros por día. Según distintas fuentes, comercializa alrededor del 70% de su leche en el mercado interno y exporta el 40 por ciento restante.
Por su parte, Adecoagro, que desde 2002 lleva invertidos en diferentes negocios ligados al campo de la Argentina y Brasil más de 500 millones de dólares (65% de ese monto con operaciones en la Argentina, como la compra en 2002 de 75.000 hectáreas al empresario Gregorio Perez Companc y el gerenciamiento de 170.000 que tenía Grupo Pilagá), produce en siete tambos propios 28 millones de litros de leche por año. Interesada en seguir creciendo en el negocio lácteo, recientemente Adecoagro anunció la inversión de US$ 6 millones para instalar un tambo con 3500 vacas en ordeñe en la zona de Venado Tuerto, Santa Fe.
Según un estudio realizado el año pasado por la economista Débora Giorgi, la participación de las empresas nacionales sobre el total de compañías cayó del 67 al 48%, entre 1993 y 2003. Si se tienen en cuenta las adquisiciones que se sucedieron, se deduce que esos porcentajes son inferiores ahora.Así, es necesario relativizar los elogios a la evolución de la economía argentina de los últimos tres o cuatro años posteriores a su gran crisis. En otro plano, Rosario Gabino dudaba de la fortaleza del crecimiento de la producción en un artículo para la BBC, cuestionando la comparación entre Argentina y China:
Un año antes de la venta de Quilmes, otra operación concretada por capitales brasileños había movido con fuerza el escenario: fue la compra de la cementera Loma Negra, hasta entonces de Amalia Lacroze de Fortabat, al grupo Camargo Correa.
Aun con los ecos de la última crisis económica, en 2002 se concretó el traspaso de la petrolera Perez Companc a Petrobras y la compra del control accionario de la siderúrgica Acindar por parte de Belgo Mineira.
Entre las compañías que en los últimos años dejaron de ser argentinas se encuentran varias del rubro alimenticio, como Terrabusi, Bagley y Canale, y las cadenas de supermercados Norte, Disco y Tía. También los bancos Río, Roberts, Buen Ayre y de Crédito Argentino (hoy BBV Francés).
Además, Telmex, controlado por el mexicano Carlos Slim, se quedó con las firmas de telecomunicaciones CTI y MetroRED, y la panificadora mexicana Bimbo lo hizo con Fargo.
Muchos han comparado el crecimiento argentino con el de China, que el año pasado fue de casi 10%.Argentina está mejorando todos sus indicadores, incluyendo el del empleo, pero el país que surge es otro distinto, no definitivo, porque para las sociedades no hay nada definitivo (hablando en términos de centurias), pero seguramente ya no el que conocimos por más de cincuenta años.
Pero los analistas consultados por BBC Mundo rechazaron de plano esa comparación.
Rosendo Fraga dijo que "en absoluto" se pueden comparar ambas cifras: "el crecimiento de Argentina y el de China se pueden comparar sólo numéricamente, porque el de China tiene una duración de dos décadas y el de Argentina tres años".
Abram insistió en que lo de China es "crecimiento", mientras que lo de Argentina es sólo "recomposición" luego de una crisis económica.
El diputado argentino Claudio Lozano, economista de la Central de Trabajadores Argentinos, agregó que "en China el crecimiento se basa en el consumo interno y en Argentina no está basado en el consumo popular sino en el de los sectores acomodados". (...)
Los expertos consultados coincidieron en que el gobierno argentino debe solucionar tres temas fundamentales: la inversión, la inflación y la distribución de la riqueza.
Sucede que la inversión del año pasado fue de apenas un 20,5%, muy por debajo de lo ideal y del 30% chino.
La dirigencia económica cambia, y quienes eran determinantes prefieren retirarse, tentar negocios anónimos en la sociedad global, y reconocer su incapacidad de conducir los suyos propios, o su desinterés por la sociedad como un colectivo al que pertenecen. Hoy vemos nombres nuevos, que quizá en veinte años propongan algo, pero la realidad presente es que Argentina será un país de segundo orden, con casas matrices establecidas en San Pablo, Madrid, Mexico, o Nueva York. ¿Qué podrá variar dada la presencia de grupos gerenciales con estilos y concepciones globales? ¿Podrá significar una mejora en el gerenciamiento y la planificación? ¿Cómo serán los grupos de decisión? Probablemente, veremos extinguirse el folclore político que se debe hacer responsable de esta realidad presente. Probablemente, Argentina mirará más al mundo, y quizá aprenderá algo nuevo de un mundo que se ha movido a otro paso que el suyo.
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