Este domingo 18, Jesús Cacho, en El Confidencial, hace explícitas las inquietudes de -espero- mucha gente. A propósito de la agresiva campaña contra el Tribunal Supremo, llevada adelante para defender a un juez que -hoy, que no en 2003- es considerado un camarada de partido, Cacho reflexiona así sobre el alcance de las acciones del PSOE:
(...) ¿Hasta dónde está usted dispuesto a llegar, señor Zapatero, en la estrategia de impedir un eventual triunfo de la oposición en las urnas? ¿Se limitará a rodear las sedes del PP, como en la víspera del 14-M, con la ayuda de sus milicias bolivarianas, sindicatos, mundo de la ceja y demás, o está dispuesto a ir más lejos? Algunas realidades del perfil ideológico puesto en práctica por ZP como forma de Gobierno empiezan a resultar inquietantes, cuando ya faltan menos de dos años para las próximas generales. Una es la entronización de una ideología de Poder con vocación de hegemonía social y cultural, y voluntad de arrinconar al que piense distinto. Pieza básica de esa estrategia es el control de buena parte de los medios y de la práctica totalidad de la televisión, pública y privada, una tv capaz de convertir la arenga totalitaria de Villarejo en una divertida anécdota de sobremesa. El obvio corolario consiste en que, pues el presente nos pertenece como izquierda que somos, el adversario de centro-derecha carece de legitimidad democrática para disputarnos el Poder, y de ahí la necesidad de colocarle fuera del juego democrático. Pacto del Tinell. Empieza a causar desasosiego la simple constatación de una duda: ¿Está el PSOE, es decir Zapatero, dispuesto a abandonar pacíficamente un Poder al que llegó de forma traumática?La evidente manipulación de los medios de comunicación, resaltando la acción conjunta de sindicatos e intelectuales "progresistas", distorsionando los hechos en beneficio de un objetivo propio, acerca mucho al partido gobernante en España a sus colegas argentinos y venezolanos. Así lo han entendido en Argentina, donde sus fuerzas homónimas han salido a reabrir juicios que fueron cerrados en consenso por todas las fuerzas políticas españolas. Un despropósito más en una historia de intolerancia y soberbia.
La imágen: Tapa del diario La Razón del 14 de abril
2 comentarios:
Cada día esto toma una deriva más preocupante, como la que llevó a socialistas, comunistas y otras fuerzas de izquierda a quemar Iglesias y conventos en 1931, rechazar la victoria de la CEDA en 1934 (hasta el punto que se forzó la elección de un jefe de gobierno por el parlamento que no fue el ganador de las elecciones) y que llevó a los asesinatos y paseillos de 1936, aún antes de la guerra y, por supuesto, durante ella.
Francamente, no creo que esto escalara al extremo de la guerra civil del 36, pero sí puede llevar a una sociedad enfrentada, y a un estado de convivencia tenso. Estan jugando con fuego, y avanzan con una inconciencia difícil de entender.
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