Que dice Laso:
La demanda de libros electrónicos y lectores digitales está viviendo una explosión a nivel mundial. Gracias al ‘boom’ de ventas de los iPad y a las nuevas funcionalidades que ofrecen los dispositivos tablets, cada vez son más usuarios los que apuestan por hacerse con uno. En España ya hay 50.000 unidades de estos gadgets al que se suman otras 100.000 unidades de e-readers. Un nuevo mercado en el que las editoriales españolas llegan tarde.Seguimos en espera de que se discuta seriamente una ley de propiedad intelectual, y de derechos de autor. Entretanto, seguimos en la cultura del Estanco.
Según los datos de encuesta de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), en el próximo año tan solo un tercio de las editoriales venderán la mitad de sus novedades en formato digital. Sólo un tercio de la mitad. Una cifra ridícula, máxime cuando en 2010 el mercado mundial de libros electrónicos creció más del 200% hasta alcanzar los 900 millones de dólares.
Efectivamente, hay mercado. Lo que no existe es el interés de las editoriales por potenciar este nuevo modelo que en España supone menos del 3% del dinero que mueve la industria. ¿Será porque las ganancias en formato papel son más jugosas que en el formato electrónico? ¿O será por el miedo a que editar los libros en digital haga que prolifere la piratería en un sector que, de momento, respira tranquilo?
El propio Ministerio de Cultura reconoce a través del Observatorio de la Lectura y el Libro que el número de libros editados en formato digital hoy en día es escaso: "El incremento de la oferta de dispositivos lectores no ha venido acompañada en paralelo por una oferta de contenidos suficientemente capaz de responder a las necesidades del lector digital". Blanco y en botella.
Aunque lo más llamativo es que este informe apunta a que el precio de los contenidos digitales está provocando que los usuarios den la espalda al formato del futuro. La culpa en este caso la tiene la Ley de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas, aprobada por el Gobierno en 2007 y que obliga a los comercios a respetar el precio que establezcan las editoriales para cualquier obra y soporte, con un margen del 5%.
Por si esto fuese poco, la Unión Europea aprobó una normativa que ‘convirtió’ los ebooks en un contenido de Internet y no un libro, por lo que su IVA en España pasa del 4% al 18%. Esto supone que un mismo libro de una misma edición con el mismo número de palabras valga un 14% más caro en su formato digital por el simple hecho de descargarlo a través de Internet.
He aquí cuando las dudas asaltan a los lectores españoles: ¿Cómo es posible que el último libro de Ken Follet ‘La Caída de los Gigantes’ cueste 25€ en formato impreso y 17€ en ebook cuando en este último no tiene gastos de papel, de imprenta y de distribución? ¿Cómo es posible que el libro ‘En el Blanco’ del mismo autor se pueda comprar en formato digital a tan sólo 5 euros? De nuevo la respuesta está en la Ley española. Cuando la última novela de Ken Follett se reedite, la editorial fijará un nuevo precio que será un 70% más bajo, ahí es nada.
En este escenario es en el que Amazon tendrá que moverse para poder sacar adelante su negocio en España. La multinacional reponsable de que la cultura del ebook se popularice a nivel mundial con el lanzamiento de Kindle -el e-reader a bajo coste-, se verá atada de pies y manos para poder desarrollar su fórmula del éxito en nuestro país, una receta mágica que, sin embargo, sí que ha contentado a editoriales y usuarios en todo el mundo.
Por eso España no quiere a Amazon. No quiere a empresas que puedan revolucionar una industria asentada que no tiene el más mínimo interés en apostar por la innovación. Mientras que las leyes que se aprueben sean contrarias a la evolución natural de Internet y de sus usuarios, estaremos perdiendo tiempo. Dentro de muy poco tiempo veremos en los periódicos cómo las grandes editoriales españolas pondrán el grito en el cielo por las elevadas cifras de piratería que sufren y atacarán directamente a los usuarios que a su vez verán un insulto pagar 17 euros por un archivo. Será el eco de la Ley Sinde. Mientras tanto, seguirán proliferando empresas como Bubok, facilitando la vida a los autores y la compra al lector.
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