domingo, enero 11, 2009

Unos días en Dénia

Una semana de vacaciones por la costa valenciana central: Gandía, Oliva, Dénia, Jávea, y una recorrida por la AP7 hasta Alicante. A pesar del invierno, bastante sol, mientras nieva en el norte.
Nos alojamos en Dénia, y desde allí recorrimos la zona. Como una secuela de la fiebre inmobiliaria, es muy raro encontrar construcciones anteriores a 1800 en la ciudad. No es la única razón: la guerra de sucesión y la guerra de independencia produjeron estragos en la ciudad y el castillo. Para encontrar restos anteriores, hay que recurrir a los mapas de excavaciones en la región.
Dénia, como muchos pueblos de la costa, se componen de un pequeño núcleo histórico, y un collar de urbanizaciones que puede sextuplicar el tamaño del núcleo: una pequeña ciudad de calles apretadas, y kilómetros de urbanizaciones en espacio abierto. La población parece ajena a España: entre turistas y residentes, una proporción importante de ingleses y alemanes. No podría decir cuántos, pero se aprecia su presencia.
En los mapas arqueológicos se ve un arco de pueblos ibéricos ocupando las laderas de los montes próximos. Yendo más atrás, como en toda la comunidad, existen rastros en varios asentamientos, de habitación paleolítica. Dénia aparece como poblado ibérico en el siglo iv antes de Cristo, para convertirse en Dianium en el siglo i aC con la entrada de Roma.
Dénia parece haber tenido suerte diversa: Importante durante la ocupación romana por su templo de Diana, que le dió nombre a la ciudad, cabeza de una taifa durante la ocupación musulmana (llamada entonces Daniyya), decaída por períodos a partir de entonces, particularmente a partir de la expulsión de los moriscos (hay una reproducción en el museo de Dénia de la expulsión, que relata que se embarcaron por allí alrededor de 47000 moriscos). Luego de las guerras de sucesión e independencia, la ciudad se encamina a su estado actual, siendo un pequeño puerto pesquero. Ahora, un eslabón importante en la cadena de pueblos turísticos de la costa valenciana. Un testigo de miles de años de habitación.

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