martes, mayo 20, 2025

Un día raro


 Eran alrededor de las doce de la mañana. Estaba trabajando en mi ordenador, cuando noté que en la línea de estado aparecía el icono de red sin Internet. Me levanté para mirar el estado del router a dos metros, y comprobé que no había router ni conexión al exterior. En el móvil siempre mantengo abierta una línea de Teams con mi grupo de trabajo en la empresa con la que solemos trabajar, y otra línea con colegas de mi empresa. Pregunto a algunos de ellos cómo estaban, y nos damos cuenta que no tenemos corriente eléctrica en Bilbao, en Madrid, en Sevilla. Pregunto lo mismo al grupo de la empresa que nos contrata, y comprobamos que estamos todos igual, en Valencia y en todas las localidades que están conectadas. Después de esta recorrida, sugiero que cuidemos las baterías de nuestros móviles, porque nos podemos quedar sin energía sin saber por cuánto tiempo. Por lo tanto, opto por apagar mi móvil: incluso la batería de repuesto que tengo para viajes, estaba descargada. Sólo encenderlo cada media hora o más, para comprobar que pocos estábamos en línea.

En casa, silencio. Mi hija, que estaba de visita con mi nieta, decidió bajar a la plaza con sus perritos. En casa no había casi nada disponible para comer: salvo algo para ensaladas y frutas, el resto, congelado. Sólo sandwiches. Hace un par de meses, hubiera tenido una línea de defensa con la cocina, que funcionaba a gas. Pero la cambié en febrero por una moderna y práctica cocina eléctrica por inducción: es decir, ni calentar agua. Si hubieramos intentado comer fuera, hubiéramos tenido otro problema: no tenía efectivo, sólo tarjetas, y el cajero más cercano, casi a dos kilómetros, supuesto que funcionara y que tuviera fondos. No lo intenté averiguar, en espera de que se solucionase el corte. En la calle, sólo las sirenas de los bomberos, y cuidado con los semáforos, que no funcionaban. Un whatsapp de mi hijo desde Berlín, preguntando qué pasaba.

Tengo una radio portátil que anda bastante mal porque se ha caído varias veces. Buscando, encontré dos pilas tomadas prestadas de una linterna, y traté de hacerla funcionar. No sé si todas las emisoras emitían, porque el silencio que me recibió podía ser por el estado de la radio, o porque todo estuviera fuera de servicio. Finalmente, localicé a Radio Nacional, en marcha con un equipo de emergencia. Luego me enteré que habían unificado varios equipos de comunicaciones y canales informativos, para tener una línea disponible. Ni Cope ni la Ser parecían tener líneas abiertas.

Por Radio Nacional tuve alguna noticia: especialmente, la escala del corte: no había corriente en toda España, ni en Portugal, ni en parte de Francia: no habìa transportes, ni comunicaciones. Pensaba en los aviones: vivo en la línea de entrada de los vuelos al aeropuerto de Manises, y lo usual es que pase un avión cada cinco minutos, aproximadamente. Sin embargo en este momento no se veía ni un vuelo. Sólo avanzando la tarde, pude oír el paso de alguno. Se supone que estaban funcionando con alguna frecuencia, pero yo no recuerdo haber oído pasar mas de dos o tres.

Lo notable era que avanzaba el día, y para las tres de la tarde era muy poco lo que sabíamos: un técnico conversando en Radio Nacional sin noticias ni explicaciones, salvo que estaban tratando de recuperar líneas. La primera que  declararon recuperada fue del norte. Nuestros compañeros de Bilbao y Vitoria confirmaron que ya tenían luz, alrededor de las tres o las cuatro. 

Recuerdo que en un momento salí al balcón de casa, a ver un paisaje silencioso, inmóvil hasta el horizonte, en un día primaveral, como aquellos días de encierro en la pandemia: podría haber una catástrofe en algún lado; un desastre nuclear, una invasión, más allá de lo que se veía por la ventana, y aquí estábamos, sin información, como si el propio gobierno hubiera sido secuestrado. 

Sin embargo, oír noticias en la radio por lo menos puso límites a la incertidumbre: sabíamos que los responsables de los sistemas eléctricos estaban trabajando para recuperar zonas. Con algo más de conocimiento, fuimos alargando el tiempo. Para las seis de la tarde, estaba preparándome para bajar a buscar a mi hija, cuando advertí que nos volvía la luz. 

Todavía con pocas noticias, fuimos haciéndonos una idea de qué había pasado, tanto como se pudiera. Porque en verdad, así como hubo silencio durante horas, pasados los días, la única respuesta gubernamental es tirar acusaciones a los empresarios del sector, y defender las superiores ventajas de las energías renovables. Pero nadie tiene una explicación todavía.

Una muestra de vulnerabilidad que debe servir para ajustar lo que esté a nuestro alcance. Ya estoy averiguando presupuesto para una nueva radio portátil, pero esta vez debe tener potencia, y sintonía de onda corta, previendo que un corte nacional afectara a las radios. Pensaré también en acondicionar un ordenador portátil para que tome señal del TDT sin pasar por el televisor. Tendré que considerar también un SAI con algo de autonomía.

De casualidad, esto sucede cuando El Eternauta se emite por Netflix: nuestro escenario recordaba al comienzo de esa historia.

No hay comentarios: