sábado, mayo 10, 2025

Margarete Buber-Neumann y la ocupacion de Checoslovaquia


Margarete Buber-Neumann, en sus memorias de Milena Jesenská y de su paso por el campo de concentración de Ravensbrück, recuerda y puntualiza los hechos que precedieron la ocupación nazi de Checoslovaquia, que, en parte, constituye el inicio de la segunda guerra mundial. Es una suma de acontecimientos que vale la pena observar: 

En el marco de frustraciones nacidas del reparto de poderes posterior a la primera guerra, con la desintegración y desmembramiento del Imperio Austrohungaro, durante los años 30 creció el reclamo de integración con Alemania de los alemanes de los Sudetes, Bohemia, Moravia y Silesia. Esto se profundizó a partir de 1933, con la llegada de Hitler al poder. Para el año 38, la presión era muy fuerte, con la exigencia de constituir un estado independiente  dentro de Checoslovaquia. En mayo, Hitler concentró tropas en la frontera de Baviera y Sajonia, generando la respuesta de Praga, que convocó a sus reservistas a presentarse al ejercito, que en muy corto tiempo, el 20 de mayo, estuvo en pie de guerra. Esta respuesta provocó otra de los garantes de los pactos de la primera guerra, Inglaterra y Francia, que declararon que si Alemania cruzaba la frontera checa, automáticamente se daría por declarada la guerra. 

Alemania no cruzó la frontera, pero la presión continuó:

Los gobiernos de Inglaterra y Francia sintieron un terror pánico ante el peligro de que estallara una guerra para la cual no estaban preparados, y ordenaron y suplicaron al gobierno checo que hiciera las máximas concesiones a Hitler.

En el mes de julio de 1938, se decidió que  Inglaterra trataría directamente con Hitler acerca del problema checoslovaco, alegando que Inglaterra podía actuar <<objetivamente>>, ya que no estaba unida a Praga por ningún convenio.

Chamberlain, sin previa consulta con el gobierno checo, envió una comisión interventora a Praga, bajo la dirección de Lord Runciman. Esta comisión debía comprobar la exactitud de lo que aseguraba Hitler de que la población alemana de Bohemia vivía aterrorizada por los checos. 

Lord Runciman, que no tenía el menor conocimiento de las relaciones bohemias, evitó reunirse con los representantes checos, y prescindió de toda auténtica información, tanto en el terreno político como en el social y cultural. Se limitó a alternar con la aristocracia alemana de Bohemia y coronó su misión reuniéndose con el nacionalsocialista Henlein  en el castillo del principe Max Hohenlohe.

Con este ánimo, Chamberlain tuvo una conferencia con Hitler donde se manifestó que Inglaterra y Francia deseaban que <<se diera de lado el conflicto>>, con lo cual aceptaban que se declarara la independencia del territorio sudete. En una segunda reunión, las exigencias alemanas fueron tales que por primera vez, Francia e Inglaterra aconsejaron a los checos que se prepararan para defenderse

En la conferencia de Munich el 29 de septiembre de 1938, se selló la traición a Checoslovaquia. Con la aprobación de Daladier y Chamberlain, y en presencia de Mussolini, Hitler declaró que los checos debían abandonar los territorios fronterizos de Bohemia, Mährens en un plazo que iba del 1 al 10 de octubre; a partir de entonces estos territorios pasarían a pertenecer a Alemania. Aquello era el principio del fin. Pero en Francia e Inglaterra la gente se sentía felíz; se había salvado la paz...

 Estas son reflexiones de Margarete Buber-Neumann, escritas desde la memoria de los miles de arrastrados a los campos, los expulsados, los convertidos en hojarasca de la tormenta.

Recordar, aprender. Hoy sabemos  que los Daladier y Chamberlain no hicieron la historia; que fue necesario apartarse de ellos; que el totalitarismo no entiende razones. A ochenta años de la segunda guerra, no hay que olvidar.

Nota para argentinos: Este Runciman es el del acuerdo Roca-Runciman.

La foto, en Wikipedia (Por Bundesarchiv, Bild 146-1970-052-24 / CC-BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 de, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5482555)
 

 

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