domingo, abril 25, 2010

La realidad del veinte por ciento (o menos)


Por tercera vez, ahora en un mayor número de sitios, el catalanismo votó en un referendum su independencia, y nuevamente, Cataluña les dijo que no. Lo que va tomando signos visibles de opereta, no va: no pasan del veinte por ciento del padrón aumentado que construyen en base a aceptar inmigrantes que luego rechazarán en la vida civil, y permitir votar a menores de edad. Un padrón carente de seriedad no sólo por esto, sino porque es inverificable, así como lo es la votación en sí misma. Si partimos del hecho que los "veedores internacionales" provenían de todos los separatismos occidentales, así será su control. Es notable encontrar como veedores "internacionales" a tres militantes de Batasuna, la fachada ilegalizada de ETA. A esto apunta la izquierda catalana.
En cuanto a la propia calidad de la votación, pongo en duda su seriedad, considerando la dificultad de controlarla. Sin ir más allá, un episodio es simbólico: En palabras de La Vanguardia: "En Salt, miembros de la comisión organizadora han depositado a primera hora de este domingo el voto anticipado del activista político, Ramon Torramadé, muerto este pasado viernes a la edad de 83 años".
Y frente a esta tajante realidad de minoría de los independentistas, sus promotores afirman que se han logrado cifras "notables" y "muy importantes".
Y mientras esto pasa, mientras el partido gobernante ocupa su tiempo en lanzar leños a la hoguera de las rivalidades políticas, sociales y religiosas, NO HACE NADA por el verdadero problema: el drama de la crisis sobre el empleo, y la amenazante inestabilidad económica. Están sobre nosotros negras nubes de tormenta, cargadas de truenos y relámpagos, y nuestros ministros y funcionarios se ocupan del Cabañal, de Garzón, del Supremo, y del sexo de los ángeles. A bordo del Titanic, bailando en el salón...

La imágen, tomada prestada de EmeZeta.

domingo, abril 18, 2010

Juegos peligrosos


Este domingo 18, Jesús Cacho, en El Confidencial, hace explícitas las inquietudes de -espero- mucha gente. A propósito de la agresiva campaña contra el Tribunal Supremo, llevada adelante para defender a un juez que -hoy, que no en 2003- es considerado un camarada de partido, Cacho reflexiona así sobre el alcance de las acciones del PSOE:
(...) ¿Hasta dónde está usted dispuesto a llegar, señor Zapatero, en la estrategia de impedir un eventual triunfo de la oposición en las urnas? ¿Se limitará a rodear las sedes del PP, como en la víspera del 14-M, con la ayuda de sus milicias bolivarianas, sindicatos, mundo de la ceja y demás, o está dispuesto a ir más lejos? Algunas realidades del perfil ideológico puesto en práctica por ZP como forma de Gobierno empiezan a resultar inquietantes, cuando ya faltan menos de dos años para las próximas generales. Una es la entronización de una ideología de Poder con vocación de hegemonía social y cultural, y voluntad de arrinconar al que piense distinto. Pieza básica de esa estrategia es el control de buena parte de los medios y de la práctica totalidad de la televisión, pública y privada, una tv capaz de convertir la arenga totalitaria de Villarejo en una divertida anécdota de sobremesa. El obvio corolario consiste en que, pues el presente nos pertenece como izquierda que somos, el adversario de centro-derecha carece de legitimidad democrática para disputarnos el Poder, y de ahí la necesidad de colocarle fuera del juego democrático. Pacto del Tinell. Empieza a causar desasosiego la simple constatación de una duda: ¿Está el PSOE, es decir Zapatero, dispuesto a abandonar pacíficamente un Poder al que llegó de forma traumática?
La evidente manipulación de los medios de comunicación, resaltando la acción conjunta de sindicatos e intelectuales "progresistas", distorsionando los hechos en beneficio de un objetivo propio, acerca mucho al partido gobernante en España a sus colegas argentinos y venezolanos. Así lo han entendido en Argentina, donde sus fuerzas homónimas han salido a reabrir juicios que fueron cerrados en consenso por todas las fuerzas políticas españolas. Un despropósito más en una historia de intolerancia y soberbia.

La imágen: Tapa del diario La Razón del 14 de abril

Daniel Moyano, el oscuro


Daniel Moyano pertenece a aquellos escritores argentinos forjados en el noroeste, desde La Rioja hasta Salta, que han mantenido un perfil propio y universal en el conjunto de la literatura argentina. Su escritura quizá no hubiera sido la misma en otro contexto distinto de la parquedad y escasez riojana. Veinticuatro años después de su exilio de Argentina, Moyano es reconocido fuera y dentro del país, aunque su visión se mantiene muy lejana de las preocupaciones que hoy invaden la sociedad argentina.
En junio de 2005, Andrew Graham-Yooll publicó extractos de conversaciones mantenidas entre 1987 y 1988, que reflejan su estado final de exiliado: tras irse de Argentina, ya no volvió, aún despues del retorno a la "normalidad institucional". Moyano y su transcriptor, en sus propias vidas y palabras, son sujetos del quiebre de la sociedad que ha desatado cuarenta años de empequeñecimiento en manos de sus principales actores.
De la nota de Graham-Yooll, extraigo su visión de su exilio:
Con Daniel Moyano alguna vez tratamos de calcular cuántos kilómetros había entre su casa en La Rioja y el “piso” en la Ronda de Segovia, de Madrid. El cálculo estaba dirigido a saber dónde nos había llevado la vida, pero se hallaba condenado al fracaso porque la cifra no nos interesaba. Había armado la casa del exilio madrileño con su mujer, Irma Capellino, y con los dos hijos del matrimonio. De los encuentros familiares, en Madrid y, también en Londres, queda el recuerdo de su humor y de la calidez en su cara algo cansada. (“Dale, inglés, decilo, cara de indio. Es así. Mi padre era medio indio”, reía Moyano.) Lo extraño mucho, ahora como en aquel primero de julio hace trece años en que su hijo avisó que Daniel había muerto. Me habla todavía, en dos cintas, dos extendidas charlas (53 hojas en la desgrabación) que sostuvimos en agosto de 1987 y en noviembre de 1988. Sus palabras reflejan erudición, su amplia lectura, su obra y su angustia.

Daniel Moyano fue el menos conocido de los grandes escritores argentinos y latinoamericanos de los ‘60 y ‘70. Felizmente, este año se ha comenzado a reeditar su obra. Tenía obra publicada cuando ocurrió su gran lanzamiento como escritor a raíz del premio Primera Plana, en 1967. Un jurado de lujo (Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez) proclamó ganadora su novela El oscuro. Su carrera había comenzado como plomero y albañil, si bien siempre fue escritor, y músico, desde que no pudo ir a la escuela en Córdoba. Sus oficios le sirvieron en el exilio luego de su detención en marzo de 1976. Aparte de cargar con la máquina de escribir, lo que más cerca llevaba era la bolsa con las herramientas de plomero.

Lo que sigue, un extracto de esas dos charlas grabadas, son palabras de Daniel Moyano, hablando como amigo, escritor, argentino y exiliado.

“Hablabas de Antonio di Benedetto. El decía que el exilio no tiene regreso. Era un caballero. Todos conocimos un Di Benedetto en Mendoza y en Buenos Aires, y otra persona en España, cuando salió de la cárcel. Sufría delirios de persecución, estaba envejecido y con problemas de memoria. Los militares lo acusaron de viajar a Cuba en busca de instrucciones para la guerrilla. Le preguntaban qué hacía en Cuba, si usaba el télex del diario Los Andes, donde fue subdirector, para comunicarse con la guerrilla. En los interrogatorios lo golpearon todo el tiempo, me dijo. Antonio se exilió en España. Sara Gallardo trató de ayudarlo, igual que muchos. Regresó a Buenos Aires, trabajó unos meses, y se quedó sin trabajo. Cuando murió, los diarios porteños le hicieron grandes elogios.”

“Lo cito porque al exilio traté de negarlo. Poco a poco uno se va dando cuenta de la mentira de eso. He regresado a Buenos Aires, como muchos, pero me doy cuenta de que no regreso, aunque regrese. Lo que dejé ya no existe, los hilos están cortados. Alguien me dijo que mi novela Navíos y borrascas es mi paso hacia el exilio.

”Nuestra identidad es la de exiliado permanente. Julio Mafud, en El desarraigo argentino, sostenía que eran desarraigados los españoles que emigraban y desarraigados los indios que desposeían, y desarraigados los inmigrantes del siglo XIX que vinieron a desposeer. Eduardo Mallea por ahí dice que la Argentina es como una gran ramera con la que todos se acuestan, pero que nadie la asume. Mi abuelo materno hablaba de volver a Italia, y de un barco mitológico que lo llevaría. No volvió, como no vamos a volver ninguno de nosotros. Yo me invento que mi abuelo se fue para allá con un acordeón, pensando que iba a volver. Volví yo, él soy yo, y volví con un violín. Cambiamos de instrumento, nada más. Mario Benedetti ha inventado una palabra muy buena, desexilio, pero no creo que sea posible el desexilio.

”Lo he superado: no tengo nostalgia, ni me quejo. Empecé a ver a Madrid como una ciudad real. No la veía como real, sino como ciudad ‘impuesta’. Ahora, que sé que el exilio es irreversible, me siento cómodo. Es saludable y debe ser un mecanismo de defensa. Quiero asumir el exilio sin temor, y sin esperanza.”

“Los primeros siete años de exilio no pude escribir nada. Había perdido toda capacidad expresiva. Lo que intentaba escribir era visceral, patológico, mezclado con pesadillas... que terminaban en un cuartel, no podía escribir porque todo lo que escribía estaba prendido a esta desesperación. Hasta que intenté la re-escritura de El vuelo del tigre, que yo había escrito en La Rioja. Cuando me detuvieron, Irma enterró el original en la huerta, porque si los militares leían además de saquear no me soltaban más. Un cura amigo le dijo a Irma: Hagan desaparecer ese manuscrito. No había copia. Hice una reconstrucción del manuscrito. Cuando volví a La Rioja, los que vivían en la casa habían volteado la higuera, pusieron césped, una pileta de natación... Andá a saber qué pasó con el original.”

“Navíos y borrascas sirvió para recuperar mi capacidad expresiva. Eso y la re-escritura de El vuelo... Ahora la novela que he escrito ya no tiene nada de eso. Es una novela andina, que se desarrolla en un pueblo de la cordillera de los Andes donde un hombre encerrado con un diccionario y una gramática se enfrenta con las palabras para contar la historia de su pueblo que va a desaparecer.”

“Sabés que tenemos cosas en común, vos y yo. Algo de ingleses y protestantes, de vivir en Córdoba, y eso de caer en juzgado de menores de muy joven. Vivíamos en La Falda cuando yo tenía entre cuatro y siete años. Eramos los caseros de unos pastores ingleses que tenían un chalet muy bonito. Mr. Louis Robert y Mr. Clifford. Hablaban un castellano tarzánico. La mujer de Mr. Robert, Emilia, tocaba el armonio y el culto evangélico se hacía en su casa. Nosotros desde antes éramos protestantes..., desde Buenos Aires. Mi madre lo era. Yo nací en Buenos Aires, pero mi familia era de Córdoba.”

“Cuando muere mi madre yo tenía siete años. Entonces mis tías católicas me bautizaron en la Iglesia..., no era bautizado. Ahí me vino el susto porque me dicen usted es un animalito, no se ha bautizado. No entendí nunca lo del pecado original, me llenaba de terror. Todavía me da miedo la religión católica.”

(...) “Yo nací en Buenos Aires, me llevaron a Córdoba, y luego me fui a La Rioja porque los abuelos de mi padre eran de Olta, de La Rioja. Yo decidí irme de Córdoba a La Rioja, buscando raíces. Mi madre nació en Minas Gerais, cerca de Belo Horizonte. A los diez años la trajeron a la Argentina. Se casó con mi padre (que según él tenía sangre india). Tengo muy pocos recuerdos.”

“Cuando me tuve que enrolar en Córdoba, no tenía documento. Mi padre le había dicho a mi madre: Hay que hacer los trámites para anotarlo a Daniel, pero mi mamá dijo: Daniel está anotado en el cielo, qué me importan los papeles. Estoy anotado en el cielo, con el pastor, pero no en la tierra. Escribimos a Buenos Aires, y nos dijeron que viajáramos. No fui a Buenos Aires, costaba un dineral. Un juez en Córdoba me dijo: Venite con dos testigos falsos, decí que naciste en Córdoba un año antes, y entonces te enrolamos y no te cobramos.”

“Me enrolé a los diecisiete e hice el servicio a los diecinueve. En los papeles figuro nacido en Córdoba, el 6 de octubre del ‘29. Nací en Buenos Aires el 6 de octubre del ‘30. Mis testigos falsos fueron un violinista gallego y un ave negra de esos que andan en los tribunales, que dijo: Yo me ocupé, Sr. Juez, de los servicios de obstetricia. El violinista dijo: Pues mire, yo he estado ahí sentado, leyendo una partitura. Y me puse a tocar el violín, y me dijeron: ¡Ha sido un varón!”

(...) “Después de vivir con mis abuelos [por la muerte de su madre] pasé de tío en tío. Mi padre desapareció. Reapareció años después. Todos los tíos me dieron material para los cuentos... Pasé un tiempo en un reformatorio, y mi hermana en un colegio de monjas, donde nos colocó un tío.”

“De vuelta en casa de mis abuelos maternos, cuando tenía doce años, leíamos La Divina Comedia, en italiano, claro. Yo leí El Quijote, la literatura gauchesca, Don Juan Tenorio. Son las lecturas que más recuerdo, inviernos enteros leyendo. Fui a Córdoba capital para hacer el bachillerato y no lo pude hacer porque no tenía papeles, como te dije. Entonces me iba a la Biblioteca de Córdoba, y leía... mucho. A Lugones. Descubrí la poesía de T. S. Eliot. En Córdoba empecé a escribir poesía. Luego me puse a leer a los autores norteamericanos. Pasé a Chéjov... Y escribía. Luego vendrían los cuentos en Artista de variedades (1960), y La lombriz (1964). Una luz muy lejana (1966) fue mi primer intento de novela. Después vino El monstruo y otros relatos, y El fuego interrumpido (1967). Escribí El oscuro a raíz de los tiempos del general Onganía. Esto me llevó a meterme en la realidad de mi país. Creo que terminé mi ciclo con mi país: lo que tenía que decir ya está dicho. Quiero evadirme de la historia de mi país, que me ha limitado mucho. El oscuro, El trino del diablo (1975), El vuelo del Tigre, son libros sobre los acontecimientos históricos, alguna vez anticipándome, como en El trino del diablo.

“Cortázar decía: escribas lo que escribas nunca vas a dejar de ser argentino, ni de escribir para tu país. Borges permaneció físicamente en la Argentina, pero mentalmente nunca estuvo.”

“Yo le decía a Julio: Mirá, después que dejé Córdoba y me fui a La Rioja, empecé a atisbar esta entelequia que es América latina. Yo necesito a América latina: necesito que exista, porque no soy ni italiano como mi abuelo, ni indio como mi padre. Soy mezcla. Necesito mi identidad, no a nivel literario, la necesito como persona. Le decía a Julio, me siento mucho más cerca de Rulfo que de vos o de Borges. A Borges lo admiro y a vos te quiero, le decía a Julio. Rulfo me dice más.”

(...) “El día del golpe de 1976 yo estaba en Córdoba, intentando inscribirme en la Facultad de Filosofía, porque se me había ocurrido estudiar. Cuando regresé a La Rioja había controles como si fuera una ciudad ocupada. Llegué a casa... Me dijeron que habían detenido a casi todos los intelectuales. Muchos eran del diario El Independiente. Además estaba detenido Ramón Eloy López, un poeta, un sacerdote, uno de los tres miembros del Partido Comunista, algunos de la JP y el arquitecto que proyectó la cárcel. Lo metieron en la celda de castigo.”

“Esa noche dormí en casa, sabía que me podían detener. Había sido amenazado por la Triple A, y por LV14, la emisora local. Una locutora estaba leyendo un capítulo por día de El trino del diablo y le dijeron que si seguía leyendo iban a volar la radio. Me amenazaron a mí, recurrí al gobernador, Carlos Menem, y me había puesto custodia policial en casa. Me levanté temprano, estaba preparando mi ingreso a la Facultad con ese placer de entrar por primera vez a esas disciplinas. Abrí un libro y vi que se detenía un auto: eran cuatro, tres caminaron despacio hacia casa.

”Mi hija María Inés, de siete años, dormía, mi hijo Ricardo, que tenía catorce, estaba levantado junto a dos hijos de una familia amiga, y estaba mi mujer. Me apresuré a abrirles la puerta antes de que la derribaran. Era el 25. Pregunté si me podía cambiar de ropa. Dijeron, Sí, pero pronto, y me acompañaron al dormitorio. ¿Llevo documentos? No los va a necesitar, dijo uno. Eso me asustó. Pero no tuve tiempo de tener miedo. Quedé incapaz de reaccionar porque eso era insólito. Yo era periodista, además de escritor, trabajaba para Clarín, y músico y plomero. Me llevaron de casa al cuartel, en silencio. Estaba cerca. Al cuartel entré a los empujones. En un salón enorme estaba media La Rioja de pie, contra la pared (no nos dejaban sentar), con un colchón al lado.”

“Estuvimos desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Al mediodía trajeron esa polenta asquerosa de las comisarías que nadie quiso comer. Nos hicieron llenar una planilla, una tarjeta, donde teníamos que poner el nombre, profesión e ideología. Nunca me había planteado qué ideología tenía. Pa’ colmo no era ni católico. No sé qué disparate habré puesto. A las seis de la tarde nos arrearon a un autobús..., unas cincuenta personas. Los vidrios estaban tapados con papel pero a través del parabrisas del conductor yo veía la curva que llevaba a la Cárcel Provincial. Nos metieron contra una pared blanca, separados un metro de cada uno, y un hombre dijo: no miren la pared, miren fijo a la arañita (eso lo puse en El vuelo del tigre), busquen una arañita que hay en la pared, y no se miren ni hablen... ¡Las armas son muy celosas y se pueden escapar los tiros! Hicieron ruidos de armas, de sacar los seguros. Había un silencio terrible.”

“Duró, no sé cuánto..., de golpe se oyó una carcajada de treinta personas, una risa mecánica y fingida. Apareció un tipo y nos puso una cuchara, cosa que nunca me explicaré por qué: una cuchara entre el cinturón y el pantalón a cada uno. Y cuando terminaron de poner las cucharas, vino otro y las retiró, y largaron otra carcajada. La cuchara significaría que nos iban a dar de comer. Y no nos daban de comer.” “Fuimos pasando uno por uno, nos preguntaron nombre y profesión, me sacaron los cordones de los zapatos y el cinturón, y con el pantalón en la mano, me empujaron con la culata del rifle. Subimos una escalera hasta una puerta, me dieron un culatazo y me metieron dentro. ¡No entraba luz por ningún lado! Ahí estuve ocho días en esa celda de castigo, y me daban la comida por un cuadradito de quince por quince. A los ocho días, a otro calabozo. Tenía una ventanita y podía ver el patio. Empecé a medir la hora por la sombra del sol. Un pajarito venía todos los días a la misma hora, a la misma teja: lo conté en El vuelo del tigre. Salía con el mismo rumbo todos los días y así quizá toda la Eternidad. Un día viene un carcelero, que era oficial y riojano, y me dice Oiga, profesor –debía ser pariente de algún alumno del Conservatorio–, quiero decirle que su familia está bien.”

“Me enteré de que mis libros los secuestraron de la librería Riojana y los quemaron en el cuartel, junto con los de Cortázar y Neruda. Qué honor.”

“Bajé siete kilos en doce días: hacía gimnasia a escondidas. Cuando me dijeron que podía abandonar la provincia me fui a Buenos Aires, gestioné mi pasaporte, volví a La Rioja y en una semana levanté mi casa. Volvimos todos a Buenos Aires a esperar el barco. El 24 de mayo de 1976, tomamos el ‘Cristóforo Colombo’, y el 8 de junio comenzó el exilio en Barcelona.”

“Como te contaba, decía Di Benedetto: el exilio no tiene regreso.”
Moyano murió en un ya lejano 1992; desde entonces, el país en que moró es, también, una luz muy lejana.

La fotografía, en Clarín, el seis de enero de 2009.

lunes, abril 12, 2010

A propósito del bicentenario de la independencia argentina, primera parte

El veinticinco de mayo de este año se cumplirán doscientos años de la independencia argentina, o al menos, del primer acto institucional resuelto al margen y a pesar de la autoridad real. Si es difícil mantener la independencia política por siglos, más importante aún es mantener la unidad de nación: unidad de lengua, de cultura, de propósitos, a través de largos períodos. La apasionante historia de la península ibérica es una fuente cercana de reflexiones, desde su unidad romana, pasando por los largos interregnos godos y árabes, hasta su actual unidad en la diversidad. Aplicado a las colonias americanas de España, ¿qué muestran estos doscientos años de independencia? El primer proyecto de lograr una especie de federación iberoamericana, enterrado finalmente con los últimos cañonazos de Cerro Corá, dió lugar al nacimiento de un conjunto de gobiernos nacionales, pero está por verse si ha llegado hasta aquí un conjunto similar de naciones. Enrique Valiente Noailles, periodista, profesor, ensayista, publica este once de abril en La Nación, un primer acercamiento al problema:

¿Qué habremos de festejar en el Bicentenario, si es que ese es el término adecuado? ¿Habremos de seguir aplaudiendo la ruptura de cadenas? Habría alguna razón para festejar si el país, a sus doscientos años, pudiera exhibir, no una ruptura con su origen, sino una adhesión colectiva a un fin. Y eso es lo que no existe, y lo que convierte nuestra independencia en un mero acto formal, porque la ausencia de un fin torna irrelevante la idea de libertad, y el merodeo alrededor del propio destino genera una fertilidad para los experimentos autoritarios intermedios. En una palabra, si a la ruptura de cadenas no se le agrega una finalidad colectiva, una estrategia de futuro, una voluntad común de llegar a algún sitio, lo más probable es que terminemos inventando cadenas nuevas. Lo que de hecho viene ocurriendo, porque lo que está mostrando el país es una sucesiva mutación del autoritarismo. Si en otras épocas de nuestra historia éste estaba concentrado, ahora el autoritarismo es intersticial, y se lo rocía todos los días como un defoliante sobre nuestra democracia.

Si Kirchner no existiera, los argentinos lo habríamos inventado, para parafrasear al historiador inglés A. J. P. Taylor. Es que, en un contexto de ausencia de destino, de falta de políticas de Estado y de ausencia de acuerdos sobre las prioridades de nuestro país, seguiremos expuestos a la emergencia de cualquier experimento político que quiera cernirse sobre nosotros. Tal como inventamos previamente al menemismo y su simpática máquina de triturar la ley. Aunque, a la larga, un solo corazón con el kirchnerismo. Gobiernos que carecen de escrúpulos, atravesados por una corrupción rampante y con una notable falta de respeto por sus representados. Falta de respeto que, en el caso de este gobierno, se ha lanzado a doblegar por los medios que sea a todo aquello que pueda interponerse en el camino de su voluntad, incluidos los otros dos poderes: el Congreso y la Justicia. Si hay que desconocer la voluntad popular mediante la paralización del Congreso, tampoco le tiembla el pulso.

El Bicentenario nos encuentra desunidos hasta tal punto que ni las celebraciones ni las ceremonias religiosas estarán conectadas entre sí. Nos encuentra desunidos a tal punto que no podemos, por el inverosímil cinismo con que se manejan las estadísticas públicas, consensuar las cifras de pobreza que tiene el país, como para enfrentar el problema en conjunto. Nos encuentra divididos entre polos irreconciliables, división que es acicateada metódicamente por el Gobierno, que vive de introducir diferencias categoriales entre los habitantes del país, tal como los fascismos utilizaron en su momento los argumentos raciales, a lo que se suma una ausencia de inteligencia de la oposición para el desarme de esta estrategia. En el Congreso se carece de la posibilidad, no ya siquiera de debatir, sino de hablar el mismo lenguaje. Es una paradoja que el Bicentenario encuentre a un país más inmaduro que el de su Centenario, inmerso en una retroversión emocional y en una nube de necedad que nada disipa.

Valiente Noailles habla desde el presente, demasiado preocupado por la historia de unos políticos e instituciones de opereta, pero lo que hoy se observa tienen largos antecedentes. Seguramente va demasiado lejos, pero cuando unos síntomas de desapego, intolerancia, desintegración, degradación cultural, se prolongan por décadas, es hora de preocuparse por el futuro...Hace cuarenta años, Perón pronosticaba que "el año 2000 nos encontrará unidos o dominados". El segundo bicentenario encuentra a Argentina desunida, cruzada por la intolerancia, y dependiente...Ser una nación sigue siendo un desafío. Si indudablemente mucho debería cuestionarse de los fundamentos contruídos en los cincuenta, qué decir de los epígonos, que han desembocado en un presente de circo.

La imágen: El cuadro de Turner sobre la batalla de Trafalgar, desencadenante de todas las fuerzas latentes en América. En Wikipedia.

viernes, abril 09, 2010

Un estudio español de las guerras calchaquíes

Francisco Rubio Durán, historiador español, escribe un breve ensayo sobre la colonia durante las guerras calchaquíes ("Adaptación de la Artillería al medio americano: las guerras calchaquíes en el siglo XVII"), que tiene la particularidad de mirar la larga guerra desde la perspectiva del que él mismo llama el "orden colonial". Visto desde fuera, obtiene una libertad de visión que le permite avanzar con más alcance en las características de la conquista y asentamiento europeo en Argentina, particularmente en el noroeste tucumano.
Rubio Durán describe la larga guerra destacando la actividad de los nuevos pobladores, sus características sociales, y la estrategia de la monarquía en estas regiones, durante un siglo en que la conquista se consolidó y estableció las bases de la futura sociedad criolla, y los antecedentes del futuro divorcio.
Por una parte, nos encontramos con unos grupos indígenas sin una fuerte cohesión entre ellos, salvo para finalidades de defensa común; de agricultura incipiente y de muy baja productividad. Imponer a estos grupos el trabajo sistemático de la explotación en el campo, en los obrajes o en las minas suponía un enfrentamiento directo entre las dos concepciones y sistemas de relación hombre-medio. El indígena se transforma, en consecuencia, en un ser rebelde y combativo.
Por otra parte, el carácter esencial de la colonización en la región viene dado por el factor socioeconórnico y el fuerte sentido señorial que lo domina; factor que contribuye a dar a la estructura social de la zona su fisonomía posterior. Sus cauces de realización material en la Gobernación vienen dados por el sistema de premios que acompaña al esfuerzo conquistador-poblador, y por el consiguiente apego material a los recursos potenciales del área.
Las obligaciones militares que entraña la encomienda determinan también la vida en la frontera. La defensa de la estructura señorial de los pobladores-encomenderos y la de los intereses por potenciar la estabilidad económica que gira en torno al «camino real», principal vía comercial y columna vertebral de la Gobernación, harán que el territorio ocupado inicialmente por esos indígenas se transforme en una zona de guerra fluida, en una verdadera frontera militar.

En una primera fase (1630), un conflicto que surge en la zona central de los valles evolucionará hasta convertirse en uno más generalizado, donde entrarán en acción todos los habitantes del área serrana del Noroeste Argentino. La operación de castigo que el Gobernador determinó contra los indios tucumanenses (1630) y la fundación en pleno valle Calchaquí, por parte del Gobernador Felipe de Albornoz, como reedificación de la antigua Córdoba de Calchaquí, del núcleo fortificado de Nuestra Señora de Guadalupe (1631), significaron la propagación de ese foco local a todo el territorio «... por más de 150 leguas de cordillera hasta llegar a las Jurisdicciones de San Juan de Cuyo y Mendoza...». Las entradas se multiplicaron por varios frentes y por su parte los indígenas llegarán a asediar o asolar ciudades como Salta, San Miguel de Tucumán, Londres, Villarrica y La Rioja. Levantados por el cacique Chelemin, «vinieron a matar cruelísimamente a muchos españoles... incendian estancias y roban ganados...».
Los colonos alternan éxitos y fracasos en las incursiones que realizan, con un número de bajas elevado. Albornoz no puede más que pedir auxilio a las autoridades chilenas, porteñas y altoperuanas. Cinco años después, en el período comprendido entre los años 1635 y 1636, el Gobernador logrará reducir a los últimos indios alzados. La eficacia de su táctica estribó en la división de los frentes, al concederle plenos poderes a Gerónimo Luis de Cabrera en el sector sur y encabezar personalmente la ofensiva en el norte. No obstante, las consecuencias socioeconómicas de esas acciones fueron desastrosas para la región.
No fue suficiente el corto período de paz disfrutado a continuación para rehacer las fortificaciones y la estructura económica y social, y así los indígenas tuvieron oportunidad de alzarse de nuevo en los años 1656 y 1657. Encabezados por el español Pedro Bohórquez. quien fue capaz de engañar a los indígenas haciéndoles creer que era el descendiente del último Inca, y a las autoridades españolas eclesiásticas y civiles prometiéndoles la pacificación de estos grupos rebeldes y sus riquezas.
En esta fase, y en las campañas promovidas por el gobernador Alonso de Mercado y Villacorta, la lucha ha evolucionado, pasando del enfrentamiento en el llano a la contienda en los cerros. Ante las dificultades encontradas en el hábitat serrano, el cambio radical de táctica se hacia necesario. Después de convocar a los vecinos de la Gobernación, marcha a Salta y, en el fuerte de San Bernardo. vence al nutrido grupo liderado por Bohórquez, quien ofrece la paz y es apresado y conducido a la capital virreinal, donde será ajusticiado con posterioridad.

La última campaña se disputa contra algunas parcialidades de quilmes y hualfines que aún están alzados. derrotándolos en 1667 tras su período como gobernador de Buenos Aires.

(...) Al final de esta extensa etapa se observo un importante cambio cualitativo en la región. Geográficamente la frontera seguía siendo la misma, pero a nivel politico—social esta frontera experimento una transformación total. La Corona, responsable en último término de la dominación colonizadora, y con unos fuertes intereses estratégicos en el área, cambió su actitud, asumiendo un porcentaje mayor en los costos de la guerra. Convivieron a partir de entonces la «guerra privada» con la «estatal», y hubo que buscar una forma de resarcir las penalidades de los pobladores participes en el conflicto. El Rey decretó la esclavitud de los indios en virtud cíe la «Guerra Justa» realizada contra ellos.

Las huestes que irrumpen desde mediados del siglo xvi en esta región están conformadas en gran medida por hombres avezados y experimentados en otras empresas realizadas con anterioridad en diversos espacios. Pasan a ser hombres de frontera, encomenderos, pobleros, productores y comerciantes que ahora —con privados recursos, intereses, pertrechos y armas— efectúan
numerosas incursiones por los cerros y serranías del poniente tucumano capturando «piezas» y familias, asegurándose así la mano de obra necesaria para las cada vez más numerosas chacras, estancias y tierras de sementera o invernada que se ubicaron en esos valles.

La mayor parte de los historiadores coincide en señalar la importancia de la superioridad tecnológica de los europeos para explicar, en buena parte, la facilidad con que las escasas y reducidas huestes acabarían con la resistencia indígena. Para ellos, estos conflictos se dilucidan al oponer las espadas, puñales, dagas, lanzas, picas, alabardas, ballestas, arcabuces, bombardas, falconetes y culebrinas de los españoles, frente a los arcos y flechas, estólicas o tiraderas, lanzas, macanas, porras, hachas, boleadoras, hondas, etc., de los indios. Quizas esta afirmación pudiera ser válida para otras regiones, para otras circunstancias, para otras épocas; pero, verdaderamente, durante el siglo xvii, y en la gobernación del Tucumán, este factor no supuso una ventaja sustancial. La balanza se había ido equilibrando poco a poco. Las milicias y tropas que podían reclutarse en un principio por parte de los colonos siempre eran escasas, luchaban en terrenos que conocían menos que sus adversarios, lejos de su país y siempre escasos de capital, equipamiento, pertrechos y armas. Para las parcialidades indígenas de la región ya no eran del todo desconocidas ni las armas de acero y de fuego ni su uso táctico. Les fue posible ofrecer una resistencia eficaz cuando dispusieron de suficiente tiempo y oportunidades para conseguir del enemigo sus armas y copiar sus técnicas militares.

La permeabilidad característica de toda zona de frontera facilita el que desaparezcan diferencias tecnológicas, culturales, ideológicas e, incluso, numéricas. En esta región, para mediados de siglo, ni siquiera podríamos caracterizar los enfrentamientos estrictamente desde la perspectiva de un conflicto étnico. Estos deben ser entendidos como fruto de la resistencia opuesta por un colectivo heterogéneo a un sistema que pretendía su incorporación al mundo colonial mediante una estructura de dominación.
Para estos territorios no servían los esquemas y planteamientos desarrollados en los conflictos peninsulares y europeos, ni tampoco los esbozados en otros enfrentamientos del ámbito americano, en zonas donde no existían unos condicionantes geográficos, sociológicos y económicos tan peculiares. Este factor se tenía muy en cuenta por parte de los pobladores y colonos, hombres asentados definitivamente en la región y que, realmente, determinaban el «Orden Colonial» en el área. En los conflictos, la Corona prácticamente no podía aspirar más que a supervisar las operaciones mediante el envío de gobernadores y maestres de campo, o a enviar visitadores al final de las mismas para hacer adecuada entrega de los premios y mercedes prometidas, o para intentar castigar a los que habían evadido sus responsabilidades. En las relaciones de méritos y servicios, muchas veces, la acreditación certificada de una sólida experiencia en campañas y empresas militares en escenarios europeos, suponía para dichos beneméritos un reconocimiento oficial y la valoración de sus aptitudes y dotes de mando. Se les premiaba con un cargo en América. destinándolos en emplazamientos con conflictos bélicos o donde hubiese que organizar la defensa, en jurisdicciones donde se requería la aplicación de sus servicios, al creerlos capacitados para solventar dichos cometidos. Un buen ejemplo de esto que decimos para la región lo supone el Sargento Mayor D. Alonso de Mercado y Villacorta, caballero de la Orden de Santiago, a quien por Real Cédula de 5 de mayo de 1653, le fue concedido el título de Gobernador y Capitán General de la Gobernación del Tucumán en recompensa por su brillante actuación en la sublevación de Cataluña. Alonso de Mercado, con buen criterio, seleccionó para los mandos de su cuerpo de ejército a Capitanes y Sargentos Mayores avezados en pasadas campañas del conflicto calchaquí, hombres que conocían el territorio y a los enemigos, hombres que defendían intereses enmarcados en el ámbito regional, hombres también de frontera, a los que confiará los tercios en las entradas al valle, a los que pedirá su opinión en reiterados y continuos consejos de guerra, a los que. definitivamente, encomendará la defensa y resguardo de los frentes.
Como ya dijimos, este caso no se puede plantear como un conflicto de blancos contra indios ni de arcabuces contra flechas. Los dos bandos quedaron configurados por colectivos heterogéneos que poseían medios y recursos, sí no iguales, sí equilibrados por factores que complementaron las fuerzas. Es significativo que uno de los más importantes y decisivos instrumentos de la Conquista fueran los mismos indígenas. Los españoles reclutaron con facilidad entre ellos a guías, intérpretes, informantes, espías, auxiliares para eltransporte y el trabajo. leales consejeros y —ante todo— muy eficaces aliados.
Ese fue, por ejemplo, el caso de algunas parcialidades de pulares y tolombones que, circunstancialmente, pactaron con los invasores para luchar contra otros grupos que, como los quilmes, enemigos tradicionales. El otro bando, aunque mucho más homogéneo en cuanto a su configuración étnica, también contaba con excepciones, si bien no muy numerosas, si hastante significativas. Entre los casos más señalados durante el último alzamiento podríamos citar al mestizo Luis Enríquez y. sobre todo, a D. Pedro de Bohórquez Girón o Pedro Chamijo o Francisco Bohórquez o Pedro Hualípa o Inca o Apu o Titaquin...un andaluz que llegó a proclamarse —o a ser proclamado— Rey de los Incas y que dirigió la confederación indígena de mediados de siglo.
Más adelante conversaremos sobre los informes del Oidor Luján de Vargas, levantados unas décadas después de la larga guerra, que dejan una idea clara de cómo evolucionó esta sociedad colonial.

miércoles, abril 07, 2010

Fragmentos de la historia de Valencia


Vicente Boix describe Valencia, y ofrece algunas señas de lo que fuera su sociedad para la época en que se consolidaba como reino:
Completadas las conquistas de Tarek en 713 se hace mención de Valencia en el reconocimiento auténtico de Abd el Aziz ante Orihuela donde figura Valencia con el nombre de Valentolat. Cayó por consiguiente en el dominio de los musulmanes adjudicando sus establecimientos á las tribus sirias. Su gobierno fue importante. El célebre Abdalá, hijo de Abd el Rhaman fue apellidado el Balendi (el valenciano) en aprecio del afecto que le profesó esta ciudad. Por su causa sufrió la población un largo sitio en 822 contra las armas del emir, su tío. Muchos de sus hijos perecieron en 887 á manos de los montañeses de Hafrim víctimas de una alevosía.
Los trastornos civiles, que derrumbaron el trono de Occidente, dieron lugar á que Valencia se erigiese en reino bajo la dinastía de los Aumerides, por un nieto de Almansor llamado Abd el Aziz, hijo de Abd el Rahman, en el segundo califato de Hescham II ó mas positivamente en el de Abd el Rahman el Morthadty.
El reino musulmán de Valencia tuvo su crecimiento en 1012 ó en 1021 por el mencionado Abd el Aziz, al que en 1060 sucedió su hijo Abd el Melck, apellidado Modhafer, yerno de Dzy el Nun de Toledo, quien por ciertas cuestiones se arrojó sobre Valencia, depuso al Modhafer, y le desterró al gobierno de Jelva. El toledano colocó en el gobierno a Isa hijo de Lo bun y regresó á su país. Sin embargo muerto Isa le sucedió Abu Bekr hijo ó hermano del Modhafer en 1077. Ahmed el Alvafery entregó la ciudad á los almorávides y éstos le reconocieron como dueño en 1092.
Una poderosa liga, de que fue móvil el gefe musulmán de Albarracin Abu Merwan, entroncado con el último emir dzulmeuide de Valencia y en la que entraron los emires de Murviedro, Játiva y de Denia formada contra los almorávides, nombró por caudillo al famoso Cid Diaz de Vivar que condujo su hueste árabe española sobre Valencia, que se vio obligada capitular. El Cid tomó el título de Wali en 1094 hasta su muerte; en su cousecuencia los cristianos abandonaron la ciudad. Dícese que el convirtió en iglesia cristiana una mezquita que hoy es parroquia de San Estéban, á la que castellano denominó de Nuestra Señora de las Virtudes. Se conserva una elegía árabe sobre la rendición de Valencia y que yo he insertado en los apéndices de mi Historia de Valencia.
Las disensiones civiles que destruyeron la unidad del reino musulmán valenciano facilitaron la conquista del rey D. Jaime I de Aragón. La ciudad capituló en 28 de Setiembre de 1238, y el rey hizo su entrada en 9 de Octubre quedando desde entonces unida á la corona de Aragón.
El conquistador repartió tierras y propiedades de los árabes que no quisieron sujetarse al gobierno entre sus capitanes y soldados a proporción de los sacrificios hechos por cada uno para llevar á cabo la conquista. Al principio que combatir a Azadracb que á la cabeza sus parciales intentó desalojar á los cristianos de su nueva posición. Este gran rey murió en su travesía de Alcira á Valencia y fue depositado en el monasterio de Poblet en Cataluña por los años de 1276.
A él se le debe la gran legislación foral de Valencia que otro rey abolió sin motivo justificable muchos siglos después. Los cristianos se confunderon con los moros: éstos poblaron sobre todo nuestra huerta y dieron á la agricultura un desarrollo considerable conservando su religión y sus costumbres. (pag 5 y siguientes, Valencia Histórica y Topográfica)

(...) Pero en el reinado de Pedro IV no era ya posible contener dentro de sus antiguos muros la creciente población, que durante las guerras anteriores ya con los moros, ya con los reyes de Francia y de Castilla habia aumentado prodigiosamente con la afluencia da soldados aventureros, que venian de todas partes, y con el establecimiento de los judíos, que se fijaron en este rico pais. Los nuevos habitantes, protegidos por benéficas y sabias leyes, que serán siempre la verdadera gloria de Valencia, no cogiendo dentro de los muros, habian construido sus moradas en sus alrededores, formando una porción de arrabales pegados casi á las murallas. Esta acumulación de edificios y la necesidad de dar ensanche á la numerosa población cristiana, morisca y judia que obstruía la ciudad, obligó á su consejo á promover el ensanche en 1356, siendo jurados Pericandro Fabra, Juan de Pertusa, Miguel Villarroya y Miguel de Palomar. El rey D Pedro aprobó el proyecto y en el citado año se derribó la antigua muralla, menos la del Norte, y se principió la actual, que se hallaba ya concluida en 1370.
(Introducción, xxii)
En pocos párrafos Boix recuenta la presencia musulmana en Valencia, hasta el momento de la reconquista consumada por el rey Jaime. Lo que viene a decir es que la región es ocupada, poblada y gobernada por musulmanes y otras culturas orientales por más de quinientos años (713-1238), y que desde entonces, "los cristianos se confundieron con los moros". Faltaban todavía cuatrocientos para su expulsión definitiva de España...
Vista en perspectiva, y a la manera en que se puede decir que algo es "nuevo" en Europa, Valencia es una ciudad nueva; originada en época romana, crecida bajo dominio musulmán hasta convertirse en un pequeño reino (una taifa), y madurada como reino en la zona de dominio aragonés. En la tumultuosa historia española, puede decirse que probablemente Valencia consolidó finalmente un perfil social y cultural a partir de la pérdida de sus fueros: ya no más reino, no más fueros separados, y ya lejana la expulsión de moros y judíos, Valencia se encaminó hacia una sociedad más próxima a la que hoy conocemos.

La imagen: Entrada de Jaime I a Valencia, mural en el castillo de Alcañiz.

sábado, abril 03, 2010

Nuevos cuestionamientos a la calidad de productos chinos

El Economista publica este viernes un breve suelto sobre otro producto chino cuestionado en Estados Unidos:

Las autoridades estadounidenses emitieron el viernes la recomendación de desmontar unas 3.000 viviendas afectadas por la contaminación de placas de yeso importadas desde China.

El Departamento de Vivienda y Ciudad y la Comisión de Seguridad de Productos de Consumo estadounidenses recomendaron no sólo quitar las placas en cuestión, sino además "reemplazar los cables eléctricos, las tuberías de gas, los sistemas de riego antiincendio y las alarmas de incendio y de monóxido de carbono".

En noviembre, autoridades sanitarias habían establecido formalmente un vínculo entre estas placas de yeso y la contaminación del aire con sulfuro de hidrógeno, emitido en cantidad cien veces superior a lo normal debido a una elevada concentración de sulfuro en este producto.

La noticia, más ampliada, puede leerse en CBS News, entre otros sitios:

CBS/ AP) Thousands of U.S. homes tainted by Chinese drywall should be gutted, according to new guidelines released Friday by the Consumer Product Safety Commission.

The guidelines say electrical wiring, outlets, circuit breakers, fire alarm systems, carbon monoxide alarms, fire sprinklers, gas pipes and drywall need to be removed.

"We want families to tear it all out and rebuild the interior of their homes, and they need to start this to get their lives started all over again," said Inez Tenenbaum, chairwoman of the
federal agency charged with making sure consumer products are safe.

The
CBS News investigative unit first reported last year about the thousands of Americans forced out of their homes by defective, rotting drywall. But the investigative unit also found that there maybe be problems with American-made drywall.

About 3,000 homeowners, mostly in Florida, Virginia, Mississippi, Alabama and Louisiana, have reported problems with the Chinese-made drywall, which was imported in large quantities during the housing boom and after a string of Gulf Coast hurricanes.

The drywall has been linked to corrosion of wiring, air conditioning units, computers, doorknobs and jewelry, along with possible health effects. Tenenbaum said some samples of the Chinese-made product emit 100 times as much hydrogen sulfide as drywall made elsewhere.


The agency continues to investigate possible health effects, but preliminary studies have found a possible link between throat, nose and lung irritation and high levels of hydrogen sulfide gas emitted from the wallboard, coupled with formaldehyde, which is commonly found in new houses.


U.S. Sen. Bill Nelson, D-Fla., said now the question is who pays to gut the homes.


"The way I see it, homeowners didn't cause this. The manufacturers in China did," Nelson said. "That's why we've got to go after the Chinese government now."


Southern members of Congress have sought to make it easier to sue Chinese manufacturers and to get the Federal Emergency Management Agency to help homeowners pay for costs not covered by insurance. They also say the U.S. needs to pressure the Chinese government, which allegedly ran some of the companies that made defective drywall.


About 2,100 homeowners have filed suit in federal court in New Orleans against Chinese manufacturers and U.S. companies that sold the drywall. U.S. District Judge Eldon Fallon is expected to rule soon in a pivotal case against the Knauf Plasterboard Tianjin Co., the only Chinese company that has responded to U.S. suits.


Separate claims by thousands more homeowners against Chinese manufacturers are pending, said Jordan Chaikin, a Florida lawyer whose firm represents about 1,000 homeowners.


They are "continuing to live in their homes with Chinese drywall, patiently waiting for this thing to be resolved so they can move on with their lives," Chaikin said. "We're not waiting for the government to move quicker than we are in the courts."


In some cases, homebuilders have paid to gut and rewire homes. In others, homeowners who can afford it have paid for the work themselves. Knauf Plasterboard has offered to pay for remediation in homes where its defective drywall was installed.

CBS extiende el seguimiento a sus consecuencias legales, y los reclamos derivados a la contraparte china.
Si bien China asoma como la futura segunda o primera gran potencia, los problemas vinculados a la calidad de su producción están profundamente vinculados a sus posibilidades reales: su desarrollo actual le exige cambiar las condiciones en que sus manufacturas se venden, y este cambio implica radicales modificaciones en las bases sobre las que se asienta su desarrollo industrial y su modelo de negocios. Estos cambios tenderán sin duda a disminuír su ventaja comercial actual.

Cuba, el anteúltimo muro por caer

Publicado por El País, firmado por Joaquín Villalobos, y leído por primera vez en la página de Mauricio Bertero:
Fidel Castro se preparó para enfrentar una invasión estadounidense, derrotar rebeliones contrarrevolucionarias, evadir atentados contra su vida y resistir al embargo estadounidense, pero no se preparó para pelear contra hombres dispuestos a dar la vida en una huelga de hambre; ni para enfrentar a un puñado de mujeres que protestarían pacíficamente, ni para lidiar con grupos musicales que, con el más subversivo de los mensajes, le cantarían a centenares de miles de cubanos "que la normalidad no es pecado".

Fidel basó su defensa estratégica en mantenerse como víctima. La belicosidad del exilio de Miami y de los Gobiernos estadounidenses han sido en esto su principal soporte. Pero ahora no puede culpar al imperialismo por el heroísmo de los opositores, ni pelearse contra las ganas de bailar de los cubanos luego de haberlos hastiado con medio siglo de consignas políticas.

Para un sector de la izquierda, Cuba es una especie de baluarte moral del continente, un Vaticano revolucionario. Muchos líderes de centro izquierda latinoamericanos no se atreven a cuestionar al régimen, por el miedo a blasfemar. Sin embargo, la revolución es ahora victimaria y está siendo moralmente derrotada por sus víctimas. La posición de Fidel estuvo justificada durante un tiempo, pero en política no hay santos y Fidel Castro es ahora, en sentido estricto, el único dictador del continente. Chávez y otros son aprendices.

El futuro del régimen cubano es el tema más crucial en la agenda política latinoamericana. Su final, además de problemas de seguridad y migratorios, podría desencadenar un efecto dominó sobre las izquierdas populistas y extremistas que modificaría seriamente el mapa político regional. Sin embargo, muy pocos se atreven a hablar de su final porque consideran débil a la oposición, muy fuerte al régimen o temen que Fidel viva cien años y que los cambios no comiencen hasta su muerte, como ocurrió con Franco. Pero la España franquista no estaba en bancarrota, la oposición fue poco visible en casi toda la Europa del Este y más fuerte era la Unión Soviética y, sin embargo, se acabó.

En Cuba el cambio depende de tres relojes que están en cuenta regresiva: el biológico de Fidel, el del cambio generacional y el del aguante social de los cubanos. El problema no es cuánto más vivan Fidel y Raúl, sino cuánto más pueden conservar el poder en medio de la peor crisis económica y social del régimen y en el momento de menor fortaleza física de ellos. Cuando acabó la cooperación de la ex Unión Soviética, se desataron protestas que Fidel todavía pudo controlar facilitando la salida de miles de balseros en 1994. En el escenario actual tendrían tres caminos: expulsar gente como siempre han hecho, reprimir o reformar. Pero expulsar no tiene ahora justificación; reprimir terminaría dividiendo al Ejército y Fidel se ha opuesto a los intentos reformistas de Raúl.

La octogenaria vieja guardia amarró todo en torno al caudillo y no construyó institucionalidad. Justificando las destituciones de Pérez Roque y Lage, Fidel Castro escribió: "La miel del poder, por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones...". La meritocracia cubana se fundó religiosamente en la lealtad a la jerarquía, en la fe en la doctrina y en el culto al sacrificio para expiar el pecado original de la ambición. Esto abrió las puertas a la simulación, la hipocresía y el oportunismo y se las cerró al debate, la inteligencia y la eficiencia. La generación que luchó y la que no luchó quedaron separadas; los guerrilleros de la Sierra Maestra se convirtieron en sabios sin importar si estaban educados y los jóvenes que educó la revolución, pero que no hicieron sacrificios, quedaron bajo sospecha. Los profesionales formados en los últimos 50 años son peones del sistema, y no importa que los científicos ganen una miseria y anden en bicicleta. La educación masiva fue una meta propagandística sin relación con la economía, la movilidad social y el acceso al poder. La vieja guardia aplastó a los jóvenes que educó y por ello existen prostitutas que son doctoras o ingenieras. En Cuba lo que la gente dice no es lo que la gente piensa. La apatía es rechazo popular y la simulación, una práctica normal entre los dirigentes con menos de 60 años. Es obvio que hay oposición dentro del partido y del Gobierno, y que la cohesión es pura ficción. La fragilidad es tal que así como pueden sobrevivir un tiempo más, también pueden derrumbarse mañana. El régimen cubano ya no tiene ninguna salida estratégica: o se reforma o muere.

Un día, nuestra intelectualidad argentina de izquierdas se levantará y descubrirá que Cuba no era como aparecía en el altar.