viernes, octubre 27, 2006

Puntos débiles de la India

India, como China, son vistos como fuerzas de primera importancia en el futuro cercano, capaces de establecer, junto a otras fuerzas surgidas también en el siglo veinte, un nuevo eje económico, social, político y tecnológico con centro en las orillas del Pacífico y el Índico. Sin embargo, esta es una dirección todavía muy inestable, que se desdibuja a medida que se entra en los detalles de cada uno de los participantes.
Si bien India y China comparten un pasado más o menos reciente de dependencia colonial de Occidente, su pasado remoto tiene grandes diferencias, y esas diferencias han llegado hasta nuestros días: la sociedad actual India es mucho más conflictiva y contrapuesta que la China, y su estratificación representará un lastre muy grande por largo tiempo.
India destaca como poseedora de una clase intelectual capaz, brillante, y además, afín con Occidente, que le ha llevado a ser el destino de grandes inversiones de casi todos los grandes competidores de la industria del software y de otras ramas de alta tecnología. Si sólo enfocáramos su actividad en estas áreas, tendríamos una idea totalmente irreal del país-continente. Porque esta actividad aparece como una isla en el mar, sujeta a la presión de la pobreza, la separación social, y aún la violencia sectaria religiosa de grandes masas de participantes.
El diario New York Times dedica un artículo hace algunos días, en este contexto, a la real situación de los profesionales indúes en el mercado de la tecnología, en que puntualiza una situación de debilidad de preparación que acerca a India con las naciones del tercer mundo, y relativiza su posibilidad futura.
El autor de la nota, SOMINI SENGUPTA, prologa así el problema:
As its technology companies soar to the outsourcing skies, India is bumping up against an improbable challenge. In a country once regarded as a bottomless well of low-cost, ready-to-work, English-speaking engineers, a shortage looms.
India still produces plenty of engineers, nearly 400,000 a year at last count. But their competence has become the issue.
A study commissioned by a trade group, the National Association of Software and Service Companies, or Nasscom, found only one in four engineering graduates to be employable. The rest were deficient in the required technical skills, fluency in English or ability to work in a team or deliver basic oral presentations.
The skills gap reflects the narrow availability of high-quality college education in India and the galloping pace of the country’s service-driven economy, which is growing faster than nearly all but China’s. The software and service companies provide technology services to foreign companies, many of them based in the United States. Software exports alone expanded by 33 percent in the last year.
The university systems of few countries would be able to keep up with such demand, and India is certainly having trouble. The best and most selective universities generate too few graduates, and new private colleges are producing graduates of uneven quality.
(...)
With more than half of its population under 25, he said [Nandan M. Nilekani, the chief executive of Infosys], India could educate its young and open job opportunities for them, or be left with a large, potentially restive pool of unskilled, unemployable youth. “It is a golden opportunity,” he said, “which can be frittered away if we don’t do the right thing.”
El real alcance de la educación, y no sólo la superior es valorado así:
Higher education is still available only to a tiny slice of India’s young. No more than 10 percent of Indians ages 18 to 25 are enrolled in college, according to official figures. Nearly 40 percent of Indians over the age of 15 are illiterate.
Una vez que se sale de las instituciones de primera línea, la calidad desciende:
Some companies are training faculty members themselves, offering courses tailored to industry needs and improving college labs and libraries. They are rushing to get first choice of would-be engineers long before they have completed their course work. And they are fanning out to small, remote colleges that almost no one had heard of before. The country’s most successful technology concerns can no longer afford to hire only from the most prestigious Indian universities. Nor can they expect recent graduates to be ready to hit the shop floor. Most companies require in-house training of anywhere from two to six months.
Sengupta enumera también datos de la cara positiva: Tata planea agregar treinta mil personas a su plantilla de trabajo, y otras (ICICI), reclutan personal por decenas de miles. De la tensión entre estas fuerzas, están saliendo las características de la sociedad global futura.
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