En estos últimos días el gobierno argentino mencionó los "pools de siembra", particularmente en la conferencia de la FAO en Roma, para cuestionarlos como actividad especulativa. Según Daniel Miguez, de Página 12, "La presidenta Cristina Fernández de Kirchner aprovechó su exposición en la conferencia de la agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para criticar a los pools de siembra, asociándolos con acciones especulativas. “En mi país, un pequeño ahorrista de 16 mil dólares, que los coloca en un pool de siembra, obtiene una renta en 6 meses del 30 por ciento en dólares. Una renta inusitada en el mundo actual”.
Así, un componente financiero aparece al hablar de la actividad productiva en el campo argentino. Más allá de la participación que pudieran tener grandes conglomerados financieros o de intermediación comercial, este concepto también está asociado al pequeño o mediano productor. Las características del campo en Argentina son probablemente bastante distintas de lo que pudiera imaginarse desde fuera. Acudo a la memoria, y a mis conocimientos por proximidad, lo que no representa una visión muy objetiva. Pero puede decirse con bastante acierto, que el campo fue una fuerza innovadora, e impulsora del desarrollo de formas capitalistas de producción, tan pronto como se enterrara el viejo modelo federal. Desde 1860 aproximadamente el campo fue un motor productivo, y de él vino el primer gran cambio económico y social que representara el movimiento cooperativo y el peso de los arrendatarios. Salvo en áreas especiales, el agro es manejado como empresa, sea pequeña, mediana, o grande; sea por productores individuales, asociaciones cooperativas, o empresas bien organizadas y actualizadas. El apoyo a la aplicación de tecnología y formas avanzadas de administración y desarrollo de la producción, lleva décadas, sea a través de la labor de difusión e investigación del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) o sea a través de los grupos CREA. Una unidad productiva es de un tamaño inimaginable en la Comunidad Valenciana, por ejemplo. Desde hace muchos años, usualmente un productor tiene en su patrimonio algunos aperos de labranza, pero la cosecha se prepara y se levanta con pools de maquinaria rentada para el proceso puntual. Recuerdo de muchos años, las caravanas de maquinaria agrícola moviéndose de un campo al otro: un negocio es cosechar, otro es sembrar, otro es ensilar.
En fin, los pools de siembra: tampoco estos son recientes. La falta de confiabilidad de la financiación por medios tradicionales hace muchos años que ha llevado a que muchos productores se convirtieran en estrategas financieros. La participación de pequeños inversores que ponen su dinero para la preparación de una cosecha, es algo que he visto personalmente desde hace muchos años. Es una actividad más rentable que poner dinero en bancos o acciones, y sujeta a una incertidumbre parecida, considerando las irregulares condiciones del mercado financiero argentino. Dada la dificultad de financiarse en el circuito normal, y existiendo condiciones favorables de comercialización de sus productos, son muchos los que ponen sus inversiones en levantar una cosecha. Llamar a eso especulación malsana solo cabe en la cabeza de un gobierno incapaz de explotar y movilizar los recursos económicos y sociales que dispone el país que gobierna.
La resistencia agraria que persiste desde hace semanas tiene la magnitud que se observa por la amplitud social y la iniciativa que existe en sus participantes. Si existe un sector en Argentina que esté poblado de emprendedores (y en una buena parte, de innovadores), es el campo: un sector que desde hace muchos años ha crecido sin crédito, sin promoción, y sin subsidios.
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