En primer lugar, y tajantemente, las tres o cuatro palabras que leí en Infobae, escritas por Gabriel Buttazzoni, bajo el título La Argentina muestra hoy al mundo de qué lado está :
Desde que Kirchner está en el poder nunca antes el país definió de forma tan contundente sus alineamientos. Bush se encuentra en Brasil para firmar un tratado histórico de biocombustibles. Aquí, arranca el patético show de ChávezEl artículo de Buttazzoni, muy breve, menciona a dos o tres ejemplos de alineamiento, a los que remito.
De las tres voces que escuché tratando de poner un poco de cordura, extracto algunas afirmaciones claves:
De Joaquín Morales Solá (Kirchner, más cerca de Chávez que del mundo):
(...) el hecho inédito de que un presidente le preste un país a otro presidente para que hable mal de un tercer presidente. No hay registro histórico de semejante transgresión, ni aun en la Argentina, que agobió al mundo con transgresiones.De Jorge Ávila (Trade-off peligroso):
(...) el acto de Ferro fue naturalmente disolvente del Mercosur. Dos socios de esa alianza, la Argentina y Venezuela, montaron un espectáculo casi agraviante para otros dos países del Mercosur, Brasil y Uruguay.
(...) Muchos diarios del mundo plasmaron la imagen de Chávez y de Kirchner desafiando a Bush desde Buenos Aires. Eso es lo que quedará y no las sutiles escaramuzas para tirar la piedra y esconder la mano.(...) El otoño de Bush es una cosa y otra, el sistema de gobierno de ese país. Hay cuestiones, modos y políticas que son permanentes para ese sistema, sea quien sea el próximo presidente norteamericano o el partido político que gobierne la principal potencia mundial.
(...) Washington eligió definitivamente como aliado estratégico de la región a Brasil. El presidente Lula no ha cambiado nunca sus posiciones de fondo sobre algunas políticas de Washington, muchas veces activamente críticas, pero no las ha llevado al maltrato político ni al agravio personal. Washington sabe que tiene en Brasilia a un interlocutor seguro.
Entre los costos, se cuentan c) la "condicionalidad" que, a la manera del FMI, nos impone el comandante Chávez (hizo ingresar tropas venezolanas de custodia personal al país sin la debida aprobación del Congreso argentino e invitó a su acto a otro presidente, Evo Morales, sin más trámite, como si estuviera en su casa) y d) haber perdido la formidable oportunidad de integrar en sociedad con EEUU y Brasil el proyecto de los biocombustibles, que para una potencia maicera como Argentina no es poca cosa.De Mariano Grondona, (Dos ejes y una gambeta en América latina):
(...) al invitar al presidente boliviano, Evo Morales, al acto de Ferro, si bien no logró al fin traerlo a tiempo desde Japón, el caudillo venezolano dio la señal que quería dar: que en la Argentina se siente tan a gusto que puede darse el lujo de invitar a otros mandatarios extranjeros como si él, y no Kirchner, fuera el dueño de casa.Finalmente, en boca de Grondona, lo que Schlesinger dijo hace muchos años, válido nuevamente:
(...) Cada país atiende su juego. Pero una excepción confirma esta regla. ¿Dónde se ubica, hoy, la Argentina? ¿Con los Estados Unidos y contra Venezuela? ¿Contra los Estados Unidos y con Venezuela? ¿Cuál es nuestra definición? Por ahora, nuestra definición es la gambeta .
(...) la Argentina que se obstinó tanto tiempo en una política de neutralidad, ¿tiene ahora la misma gravitación que antes? Maquiavelo analizó si la neutralidad les conviene a las naciones menores. No, dijo, porque el neutral, para evitar el castigo de los perdedores, se queda sin el premio de los ganadores. La Argentina pudo estar de pleno derecho, por ejemplo, en el gran convenio brasileño-norteamericano de los biocombustibles. No lo estuvo porque Kirchner cedió una y otra vez a la tentación de la retórica antinorteamericana. La Argentina no era pro norteamericana porque se consideraba europea. La Argentina que sobrelleva, a la inversa de Brasil, siete décadas de pérdidas de posiciones, ¿puede resignarse ahora a no ser pro norteamericana porque se considera venezolana?
Corrían los años iniciales de la década del sesenta, con Frondizi en Buenos Aires y Kennedy en Washington. Aquél quería mediar entre Kennedy y el flamante Castro. Me tocó en esa ocasión conversar con el historiador Arthur Schlesinger, quien asesoraba por entonces al presidente norteamericano. Traté de explicarle que su gobierno no debía sorprenderse ante la mediación de nuestro presidente porque era un esfuerzo, en última instancia, amigable. Schlesinger me propinó esta dura respuesta: "Contrariamente a lo que usted supone, la Argentina no nos sorprende. Ella ha sido siempre imprevisible. También lo es frente a la crisis cubana. Con Brasil y con México tenemos grandes diferencias, pero también sabemos que, cuando las papas queman, Brasil y México están . Contamos con ellos. La Argentina nos ha confirmado una y otra vez que, cuando las papas queman, no está ".
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