viernes, abril 25, 2025

Vargas Llosa: Ladran, Sancho...


Con la muerte de Vargas Llosa, han reaparecido los  comentarios venenosos de algunos autores, periodistas, críticos, usualmente de izquierda. Esto es algo que sucedió por años; por ejemplo el incidente de 2009 con el grupo Carta Abierta, que por esos años todavía aparecía sin sonrojarse. Los tiempos han ido cambiando, y su audiencia al menos está siendo discutida. Destaco un comentario de Quintin, en el grupo de artículos que le dedicó Seul:

De todo lo que se dijo en estos días sobre Vargas Llosa (y fue mucho, porque era un personaje de obituario anticipado), me llamó la atención un editorial televisivo de una tal Laura Arroyo, periodista peruana radicada en España y de furibunda filiación chavista, a quien escuché en el canal español de Podemos insultar al finado durante siete minutos seguidos. Arroyo no dijo nada original, pero enfatizó la cartilla de los de su bando: que el escritor había sido un enemigo de los pueblos, un lacayo de las dictaduras y un militante fascista cuyos altos méritos literarios silenciaron unas cuantas verdades sobre este agente de la internacional ultraderechista. Me llamó la atención la particular ferocidad del discurso, pero más me llamó la atención el apoyo que tuvo en las redes sociales, donde Arroyo fue felicitada incansablemente por su valentía, por hablar sin tapujos y por haberle deseado simbólicamente al muerto un rápido descenso al infierno.

Nada de esto era inesperado. Desde que Vargas Llosa abandonó en los ’70 la catedral castrista a raíz del famoso caso Padilla, su excomunión se fue haciendo más radical, se acrecentó con su candidatura a presidente en 1990 y con su adscripción fervorosa al liberalismo en los años siguientes. Sus detractores políticos rabiaron cuando le dieron el premio Nobel en 2010. En 2011, en uno de los episodios más grotescos de la izquierda vernácula, un grupo de intelectuales argentinos cuyo vocero fue Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, logró que al reciente laureado se le retirara la invitación a inaugurar la Feria del Libro de Buenos Aires por ser su presencia “una ofensa a la cultura argentina”.
González tuvo mejores momentos que ese, pero su intervención reflejó el odio que diez años después se expresaría por boca de Arroyo y de quienes veían en Vargas Llosa al demonio que había abandonado las ideas socialistas para abrazar las de sus enemigos. Creo que ni el Nobel a Solzhenitsyn provocó tanto fastidio en la izquierda.

La imagen, en Wikipedia: Por power axle - XIII Prix Diálogo - Ceremonia de entregaCropped from:XIII Prix Diálogo - Ceremonia de entrega (26929488614).jpg, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=63537203

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