En medio de la pulsión de algunos artistas por figurar en los medios cueste lo que cueste, otros optan por el perfil bajo como una íntima decisión artística e ideológica. Daniel Ruiz, que falleció el viernes último a causa de un paro cardíaco, a los 59 años, fue un hombre que perteneció a ese reducido grupo de artistas que prefiere dignificarse a partir de su trabajo. Quizá por ese motivo, quizá porque murió solo en su casa a la espera de un país que le permitiera reinsertarse en el medio teatral, la noticia de su deceso circuló sólo gracias al boca en boca de amigos y conocidos.Conocí a Daniel cuando estudiábamos en la Universidad Católica de Mar del Plata. Le debo el interés por el teatro y el cine, que conversáramos largamente junto a otros colegas o amigos (Guillermo, Graciela, Inés). Doy fé de lo lejos que estaba en su concepto del teatro entendido como "movimiento, acción y aparatos". Siempre esperé que escribiera narración, novela. Ignoro si alguna vez lo hizo, o lo dejó pendiente, pero estoy seguro que hubiera tenido la fuerza dramática, la visión personal y ajena a la historia que corría delante de nuestros ojos, la misma que trascendía en su conversación.
Sin embargo, su trayectoria artística y su calidad humana hacen que su fallecimiento se transforme en una pérdida de esas que seguramente se harán notar.
Ruiz nació el 5 de septiembre de 1943 en Mar del Plata, ciudad a la que siempre amó y a la que siempre recordó. Allí se graduó como maestro normal y profesor de Letras, pero el mundo del teatro fue su pasión. Y a ese mundo dedicó buena parte de su vida como actor, autor y director teatral.
Su pasión por las artes escénicas lo llevó también a asumir distintos cargos relacionados con la función pública. Durante once años trabajó sucesivamente en el Teatro San Martín como integrante del consejo directivo y como coordinador artístico y ejecutivo. El año último fue convocado para hacerse cargo de la subdirección del Teatro Nacional Cervantes, cargo que desempeñó hasta fines de 2001, cuando el país se encontraba inmerso en una crisis política sin precedente.
Y al mismo tiempo que desde el Cervantes peleaba por un mayor presupuesto, montó en la Alianza Francesa "Por un sí o por un no", pieza de Nathalie Sarraute, que obtuvo excelente críticas. Durante los últimos años, la institución cultural francesa se convirtió en una especie de refugio para Ruiz. Allí estrenó varios de sus montajes y entabló así un rico puente con la cultura francesa, ya que muchas veces montaba obras de los nuevos dramaturgos.
Quizá su formación como maestro es lo que, años después, lo ayudó en su posterior trabajo como profesor de actuación y de técnica vocal en las escuelas nacionales y municipales de arte dramático.
El teatro otra vez aparecía casi como algo inexorable. Quizá la misma pulsión que lo hizo abordar el hecho escénico desde la actuación (debutó en 1962 con "El zoo de cristal", de Tennessee Williams y actuó por última vez en 1999, en "Luces de bohemia", de Ramón del Valle Inclán, con puesta de Roberto Villanueva), desde la dirección (estuvo al frente de espectáculos como "El nombre", de Griselda Gambaro; "Los justos", de Albert Camus; "Memorias de un infierno", de Gerardo Taratuto; y "El rey candol", de André Gilde), y desde la escritura teatral (es autor de piezas como "Amadeo descalzo" y "Déjenla sola", entre otras). En ese largo camino, en 1993 obtuvo el premio ACE por su actuación en "Solo", de Samuel Beckett, que él había dirigido.
En la búsqueda
Luego de tan prolífica trayectoria, en enero último partió hacia España para probar suerte en Europa. Llegó a montar un espectáculo en Barcelona, pero, más allá de las promesas en tierras y futuros lejanos, decidió volver a la Argentina a mediados de febrero último. Quizás imaginaba que aquí encontraría una nueva posibilidad de seguir haciendo lo que amaba. Esa posibilidad que no se dio.
El último trabajo que hizo en la Argentina fue el montaje de la pieza "Por un sí o por un no", de la francesa (no podía ser de otra manera) Sarraute. En aquella oportunidad, Daniel Ruiz, durante una entrevista con LA NACION, daba cuenta de su búsqueda: "Durante muchos años la palabra fue relegada de los espacios teatrales en pos de otras formas expresivas: el movimiento, la acción, los aparatos. Creo que lo más esencial de teatro es el actor. Es irremplazable. Y a veces ha quedado escondido detrás de una tramoya. Lo que me importa es el enfrentamiento de los actores, entre sí y con el público. Me interesa ese ritual fundamental del teatro y la acción a partir de lo verbal. Creo que la palabra poética es contenido en el teatro".
A través de los años nos hemos encontrado muchas veces: durante su período de enseñanza en la Escuela Nacional de Arte Dramático, en algunas de sus obras, en algunas de sus clases en la Universidad de Lomas de Zamora, en el San Martín, en la Alianza Francesa. Y sin embargo, me entero de su muerte siete años después, en España. Daniel se fue de pronto, en silencio, medio mes antes de que emigrara a Chile con Mary y mis hijos. Nuestra amiga Inés no me dijo nada, y Dios sabe si tenía cómo hacerlo.
2 comentarios:
Hola Jorge:
Me llamo Dardo- También como tú me enteré en España de la muerte de Daniel Ruiz. Fue hace unos años. Nunca fui amigo suyo èro le tuve gran simpatía y de alguna manera fue una de esas figuraas ( un poco anónimas que influyen en la propia personalidad casi sin saber porqué). Por todo esto me resulta tan bueno poder escribirte.
Cuando conocí a Daniel Ruiz, yo era pequeño; tenía unos 10 años y estudiaba piano en el centro: “El club musical” de Mar del Plata. Eran profesores de este lugar: Inés Santángelo ( a la que quería muchísimo), César Gaspani y posteriormente : Daniel Ruiz, cuando se formó en el mismo lugar la compañía : Gente de Teatro. Como mi madre decidió inscribirse en los grupos de teatro, participé de esa experiencia …y la vivencia fue maravillosa. En lo personal descubrí un horizonte literario que me acompañaría siempre, la vivencia del montaje de la obra, la invención del teatro (todo fue increíble) pero por sobre todo un clima de libertad enorma. Esos dos o tres años de Gente de teatro y luego unos 2 más con el club musical resultaron fundamentales para mi vida. Con enorme tristeza descubro ( con el tiempo) que cuando puedo reconocer el influjo y su valor para mí, nadie de los artífices estaba vivo. Primero fue César Gaspani. Posteriormente Inés ( que me dejó sumido en el silencio) porque me encantaría hoy poder intercambiar comunicación con ella que adquirió con el tiempo, la figura de un signo capaz de transmitir mudamente muchas ideas.
Por último hace unos años, (igualque tú) me pregunto que sería de la vida de Daniel. Por cierto, lo vi montar algunas obras y por supuesto vi muchísimas de las que hizo en Mar del Plata. También recuerdo un breve encuentro en el teatro San Martín de Buenos Aires. Pero como te digo aún no reconocía la imprompta que ese grupo le había dejado a mi vida.
Leer sobre su muerte me dio muchísima tristeza, como verás, no rescato sus valores intelectuales, ni su legado para el arte dramático que sin duda será inestimable; yo quiero recatarlo desde un espacio más mísero y doméstico, desde la mirada de un chico que aprende plásticamente la plenitud del teatro como valor. Y comprende entre otras cosas que un largo pedazo de pl´stico puede lucir en las luces del escenario como una boa de carísima seda ( si se le sabe hacer el procedimiento adecuado y se la lleva adecuadamente) y que la gente puede ( como conspiradores) compartir una pasión deliciosa que los deposite en el sexo o en un café de la ciudad, para hablar de los tonos de la voz, cuando muchos duermen)
Estimado Jorge, muchas gracias por escuchar estas palabras que sin lugar a duda, el tiempo debió dejar que se las dijera a: Inés, César y Daniel. Pero el quedarme mudo me da mucha tristez.
Una vez más, muchas gracias por escucharme y me gustaría que si tenés forma de hablarme de ellos, lo hagas. Son un espacio en blanco que nunca pude llenar.
no tengo cuenta en google, pero mi cuenta de correo es aquidardo@yahoo.com
Un saludo
Dardo
No me das buenas noticias, Dardo...Gracias por recordar algunas facetas de Daniel y su trabajo . Escribí para que no se pierda su recuerdo, pero hubiera preferido que su visión quedara escrita con sus palabras...
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