jueves, marzo 04, 2010

Ultimas imagenes del naufragio


En La Nación, el 26 de febrero:

A más de 48 horas de la muerte del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo, la cancillería argentina aún no había emitido anoche opinión alguna. Así, al igual que la mayoría de los países de América latina, hubo silencio sobre el tema que ha provocado críticas a Cuba tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea.

A excepción del mandatario brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva; del presidente electo de Chile, Sebastián Piñera, y del gobierno ecuatoriano, los países de la región no se manifestaron sobre la muerte de Zapata y evitaron criticar la situación de los derechos humanos en la isla.

El líder del Movimiento Cristiano Liberación, Osvaldo Payá, uno de los más destacados opositores al régimen cubano, criticó con dureza a los gobiernos latinoamericanos.

"Denunciamos a todos esos gobiernos que en este continente y en el mundo, junto con muchas instituciones y personajes, prefieren la relación armoniosa con la mentira y la opresión a la solidaridad abierta con el pueblo cubano. Todos son cómplices de lo que ocurre", dijo.

Claramente, se acerca el día en que Cuba cesará de ser lo que es, una mentira tolerada, y mostrará su verdadera situación, mas cercana a la miseria de Haití que al paraíso imaginado por toda la izquierda iberoamericana. Sólo el miserable colaboracionismo de la izquierda ilustrada iberoamericana amortigua la clamorosa realidad de una de las últimas dictaduras "comunistas" del mundo. Con el tiempo me he persuadido de que no sólo el totalitarismo comunista es una variante fascista, sino que, además, es la más peligrosa de ellas. Como lo intuyera Orwell. ¿Por qué? Porque hablan del pueblo, de los derechos humanos, de la solidaridad, de la igualdad, etc, etc. Porque se oponen a "los totalitarismos", "los imperialismos", "la voracidad capitalista", etc, etc, etc. Así, logran la simpatía de quienes tienen una adhesión intelectual, abstracta, con la consecusión de "un mundo mejor". Y así, una nube de bienpensantes bajo la forma de periodistas, artistas, escritores, educadores, les dan el aval necesario para pintar de bellos colores el revanchismo, la distribución de la miseria, la corrupción en el estado, la dogmatización del pensamiento, la destrucción de la iniciativa, y la persecusión a muerte y selectiva de quienes no se tragan ese sapo. En estos días, mientras unos velan sus muertos, hemos visto en otros, ejemplos repugnantes de este colaboracionismo en Iberoamérica. Todos conocemos alguna muestra de esto.
Quienes han violado la memoria de una víctima del castrismo deben recordar que Sajarov vió la caída del Muro de Berlín antes de morir.

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