sábado, marzo 29, 2008

Charles R. Morris y la crisis norteamericana

Mario Diament escribe en La Nación sobre Charles R. Morris, a quien menciona como temprano diagnosticador de la crisis. Los síntomas que señalara, podrían servir no sólo para estimar la evolución económica de Estados Unidos: algunos aspectos los podría suscribir España.
Dice Diament sobre Morris:
A comienzos de 2007, cuando el gobierno exultaba de optimismo por la marcha de la economía y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, testimoniaba ante el Congreso que la economía norteamericana tenía "la perfecta proporción de inflación, crecimiento y empleo", Charles R. Morris veía un cuadro diferente. Para él, la euforia era ilusoria y la crisis que se venía sería como "la madre de todos los quebrantos".
Así se lo escribió a su editor en un correo electrónico que le envió en febrero de 2007, anticipándole que el cataclismo se precipitaría "para el verano de 2008".
Por qué Morris, un abogado y ex banquero de inversiones, vio lo que los demás no vieron es una cuestión de perspectiva. Autor de una decena de libros sobre temas económicos y financieros y colaborador de publicaciones como The New York Times , The Wall Street Journal y The Atlantic Monthly , era también, para el momento en que formuló su predicción, vicepresidente de una empresa que desarrollaba software para bancos y fondos de inversión libre.
Desde esa privilegiada posición podía observar la peligrosa bicicleta financiera que estaba teniendo lugar y que concluiría en la debacle del mercado de créditos subprime .
Diament resume el diagnóstico de Morris en fallos de supervisión y exceso de confianza:
Morris indentifica tres tendencias como conducentes a la crisis: primero, hacia 2006, la propensión a desregular colocó a tres cuartas partes del volumen total de préstamos fuera de la supervisión de los reguladores. En segundo lugar, el seguro sobre los créditos hizo que los prestadores originales no tuvieran ningún incentivo para evitar a los solicitantes no calificados. Finalmente, los bancos y las agencias de calificación de crédito aceptaron el principio de que todo riesgo puede compensarse con mayores intereses.
A medida que la porción financiada crecía, disminuía la posibilidad de muchos propietarios de hacer frente a sus cuotas. Para el momento en que el mercado registró que el valor de las propiedades estaba inflado y los precios se precipitaron, mucha gente se encontró que no podía hacer frente a sus deudas y que sus casas ya no tenían capital excedente.
El alcance materializado de la crisis, según Morris:
Morris advierte que la crisis crediticia no se limita a las hipotecas, sino que ha infectado todo el espectro del mercado inmobiliario y financiero.
"Una suposición razonable -escribe- es que las pérdidas totales en concepto de defaults, depreciaciones sobre hipotecas de todo tipo, junk bonds , tarjetas de crédito y préstamos automotrices estarán en el orden del billón de dólares."
Por primera vez desde 1945, la deuda hipotecaria total de los norteamericanos excede el valor de sus propiedades. La Casa Blanca ha apostado al plan de estímulo fiscal por 168.000 millones de dólares para reanimar el consumo. Morris es menos optimista. Para él, la recuperación podría tomar una década.
Comparando conceptos, probablemente sea muy optimista la afirmación de que en España no hay un mercado "subprime", cuando es evidente que el crecimiento de los precios de las viviendas y el valor de las hipotecas ha dejado a los últimos compradores en una posición delicada, con garantías muy frágiles para soportar cuotas en el límite: existe un volúmen importante de créditos fundados en condiciones inseguras, y existen bancos expuestos a esas condiciones. Las afirmaciones alegres de bonanza ya se han terminado...
¿Y Argentina? ¿Son sostenibles las afirmaciones de que "la crisis no afecta a los países emergentes"? Quizá, dependiendo de las condiciones del desarrollo de cada uno. Cuando la bonanza se apoya en los precios de tres o cuatro commodities, es mejor poner las barbas en remojo.

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