domingo, diciembre 02, 2007

Un apunte sobre educación: en Chile

En los últimos días varios informes internacionales hablan sobre características de base de Argentina, Brasil, y Chile: calidad de recursos humanos, calidad de vida, educación. En algunos de ellos parecen presentar ventajas, en otros muestran caídas. Estos índices o encuestas deben ser vistos agrupados; por sí solos no necesariamente dicen todo. En el caso chileno, las mediciones valen desde la posición relativa del país: una recorrida superficial puede dar la idea de un país con pocos recursos, como más de una vez me comentan turistas que lo recorrieran en vacaciones. Sin embargo, la trama de decisiones estratégicas, y acciones resultantes, producen cambios pocos perceptibles en el día, pero grandes vistos en períodos largos. Así es el caso del foco chileno en la educación. Una pequeña nota de Silvia Naishtat en Clarín apunta dos características de la educación chilena de las que puedo dar fe, tanto en cuanto a las políticas de gobierno, como a la actitud de la sociedad:
En Chile funciona el incentivo por escolarizar otorgado mediante el pago de una cápita por alumno. Así, ha incorporado y retenido gran cantidad de alumnos. El 75% de los que se encuentran en la universidad, son los primeros de sus familias que han llegado hasta ese nivel educativo. "Un dato notable en términos de movilidad social, probablemente, el más importante que hasta el momento ha podido brindar la concertación chilena en el gobierno", asegura.

Con audacia y pies de plomo, Michelle Bachelet armó un acuerdo social en torno a la educación. Creará una superintendencia que evaluará resultados y procesos de gestión de cada escuela. Aquellas que no cumplan con mínimos de calidad serán advertidas y finalmente cerradas. Luego, diferencia el valor de la cápita. Ya no se paga lo mismo por cualquier alumno: aquellos de condición más humilde recibirán un aporte que llegará a ser 180% más alto. "Se ha reconocido el costo de la compensación social y se ha instalado un incentivo a atender a los alumnos de condiciones más difíciles", dice Iaies con marcado optimismo.
Lo que Naishtat atribuye al gobierno actual, ya era visible antes: el seguimiento e inspección de la calidad de la enseñanza de los establecimientos ya existía hace varios años, y la preocupación social por lograr el estudio de nivel superior lo he visto personalmente, en ocasiones a un nivel más que meritorio. Que una promoción completa de estudiantes de secundaria esté dedicada a preparar su exámen de acceso a la universidad, y que el acceso lo logre también un estudiante de escasísimos ingresos familiares, es algo que hará diferencia a la larga, aunque hoy no se vea. Son estas políticas y actitudes las que quisiera ver en mi país. Se podrá cuestionar la calidad de la universidad, su costo, pero sin duda aún así es suficientemente consistente.

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