No sé qué decir, no sé qué se puede decir, salvo abrazar a todos los amigos, camaradas de trabajo, vecinos, que hoy están paleando barro en sus casas del sur de Valencia; a todos aquellos que se cruzaron desde la ciudad a los pueblos castigados, a colaborar como fuera posible, a todos aquellos que perdieron un familiar, o no saben dónde están.
Esta ciudad ensombrecida, hoy sólo registra sirenas de bomberos y ambulancias, y valencianos marchando al centro del desastre a ayudar en algo. Qué se puede decir. Sólo hacer
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