domingo, noviembre 19, 2023

Los premios


 Marta Hortelano, en su carta de Las Provincias:

Desde el viernes pasado tengo una nueva persona favorita. Se llama Jordi Gracia y es opinador y crítico literario en el diario El País. Como no tengo el gusto de conocerlo, me metí a bucear en su biografía de autor, donde dice que llegó a la redacción desde «la vida apacible de la universidad», donde es catedrático de literatura. Y habla de la inmersión en el periódico como el equivalente «a entrar en el mundo real casi sin respirar». A él llegué como a casi todo lo que leo, por un titular llamativo, de un tema que casi siempre me interesa poco. Soy presa fácil para eso que llaman 'clickbait'. En este caso, una crítica al libro de Sonsoles Ónega, la flamante ganadora del premio Planeta de este año. A la obra, que le ha valido a la presentadora un millón de euros y una gira por las librerías de España, la describía como «un fallido folletín» que le había dejado una «sensación de ridículo sofocante» por su «nadería». Diosito me libre de comprarme y leerme semejante tocho , que mi estantería de Ikea ya tiene sobrepeso. Ni de haberlo evitado por la crítica del crítico. Pero me dio una inmensa alegría ver que por fin un crítico hace su trabajo en este país de azucarillos.

(...) Jordi Gracia desbrozó la novela de la escritora después de haber hecho el ejercicio más honesto: habérsela leído . Y es ahí donde recae aún más el mérito. Es que habla como un lector desencantado con la obra, que es siempre lo que más duele para quien la escribe. Da detalles incluso de las páginas, de los momentos de algunos personajes y de las «aberraciones y cabriolas caprichosas» de algunas tramas. La culpa, explica, es de quien ha premiado la novela, un jurado que ha hecho dejación de funciones y una editorial que ha convertido el proceso en un fraude para quienes compran y leen a los ganadores del Planeta por costumbrismo. De ellos y de quienes jalean a diario cualquier cosa que les ponen por delante sin haberla leído, probado o por mero compromiso. Y desrecomienda el libro como estudioso de la literatura. Alguien que ha leído alguna que otra novela para modelar eso que se llama criterio.

Y a propósito de lo mismo, tanto del crítico, el premio como el editor, dice  Antonio Puente, en El Dia:

Que el Premio Planeta, apellidado «de novela», poco tiene que ver con la literatura y sí mucho con el relumbrón social y, sobre todo, comercial, se viene sabiendo desde su nacimiento, hace 71 años. En lo que le hace honor a su nombre es que se trata del bibliado galardón mejor retribuido del planeta; nada menos que un kilito, desde hace varias ediciones, esto es ¡un millón de los actuales euros!, unos cuantos de miles más que el Premio Nobel. Hasta ahí, incluso el hecho de que, por eso mismo, no es que esté dado sino encargado de antemano, todo cuadra.

(...) He escuchado a miembros del ‘jurado’ jactarse de la evidencia de que un Ulises de Joyce o una Rayuela de Cortázar, por ejemplo, nunca habrían ganado el Planeta. Pero la cuestión es más radical: casi nadie de sus más prestigios@s ganadores y ganadoras (Mercedes Salisachs, Ana María Matute, Javier Cercas, Jorge Semprún, Terenci Moix, Eduardo Mendoza, Torrente Ballester, Ramón J. Sender, Juan Marsé, Vázquez Montalbán, etc.) lo habría obtenido con sus otros libros, sin la pertinente rebaja a la carta. El Planeta siempre ha sido, en definitiva, un formidable medidor de los avatares y simulacros de las tendencias narrativas mayoritarias; un barómetro del comportamiento de la creciente avalancha de escribientes o escribas, por lo general falsos escritores, digamos, que hacen como que escriben, para falsos lectores, que hacen como que leen. La cuestión es que antaño las formas y modales se solapaban más y mejor, y había unos mínimos en la dialéctica de la calidad y la no calidad. En las últimas ediciones se dan tumbos experimentales, desde una firma de mujer por un triunvirato de hombres hasta el fichaje de dos pesos pesados como Javier Cercas y Manuel Vilas para una misma edición, con tal de retenerlos en la propia cuadra.

El premio tiene una historia controvertida, y parece ser que así continúa.

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