martes, julio 18, 2023

Il compagno

 Cesare Pavese escribió toda su obra en no más de quince años, desde 1936 hasta 1949-50. Confinado por el régimen fascista en 1935 por una incidencia menor, poco después comienza a publicar

su trabajo literario. Il compagno recoje impresiones y el ambiente de Italia en esta época. Lo que sigue es la última página de la historia

Ese día Gina quiso cerrar el taller. Guardé la guitarra, pero antes toqué. Gina escuchó y me dijo: -Vamos a aquél figón. Quería decir aquella carretera del campo, donde habíamos ido con los otros. la primera vez, aquella noche al aire libre. La subí a la barra y cruzamos Roma. Me hacía una curiosa impresión ver las calles. Entre la cárcel y que me marchaba esa noche, me parecía una nueva ciudad, la más hermosa del mundo, donde la gente no comprende que está contenta. Como cuando uno piensa que ha sido niño y dice: "Si lo hubiera sabido. Podía jugar" Pero si alguien te dijera: "Puedes jugar", ni siquiera sabrías por dónde se empieza. Yo era ya otro, despegado y contento. Miraba las tascas, los árboles negros, los edificios, las piedras viejas y las nuevas -y comprendía que un sol así no se ve dos veces. Cuánta fruta vendían en Roma. Aquellos verdes, aquellos rojos, aquellos amarillos en los mostradores, eran el color del sol. Se me vino a la cabeza que en Turín comería fruta y sentiría el sabor de Roma así.

Llegamos a aquél sitio. Gina me dijo: -cuántas cosas querría hacer.

-Ya sabes como es -dije entonces-. Nunca se tiene tiempo, es como en la celda. Uno dice: "Cuando salga pienso desahogarme. Pienso hacer las cosas más locas" Pero cuando sales y puedes todo, siempre sólo haces las cosas de antes.

-Quisiera que fuera el primer día. Cuando aún tenías que venir.

-Mañana será como dices.

-Qué espanto. Tú a Roma viniste por casualidad.

- No es eso lo que importa. Las cosas suceden. Basta con querer realmente lo que haces.

Estábamos sentados al aire libre, al sol.

-Son pocas las cosas que quiero -le dije-. Menos aún que antes.

-Scarpa dice que en la cárcel es como los muertos -dijo ella-, da miedo pensarlo.

-No debes pensarlo.

Después le dije: -También están los muertos. Todo consiste en aguantar y en saber el por qué.

Nos quedamos un rato en aquél figón, bebiendo. Gina jugaba con el enrejado y miraba al sol. Los pájaros volaban bajos, Vino un gato y saltó sobre la mesa. También Gina estaba inclinada y concentrada. 

Hablamos de nuevo de Turín y de mi casa. Ella me habló de Carlottina y de mi madre. -¿Las veré cuando vaya a Turín? -decía.

Regresamos a pie, al atardecer. Había un sol de oro entre las piedras y las plantas. Era la hora en que en la cárcel golpean los hierros. Le conté a Gina de Amelio. Ella se quedó oyéndome, agarrada de mi brazo.

-Vendrán a Roma -le dije-, vendrá él también. Como los otros.

Después nos separamos en la puerta de la tienda. Era ya de noche.

 

Final de Il compagno, novela de Cesare Pavese, fechada en 1946, publicada en 1947.

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