lunes, julio 17, 2023

Hora de pagar la cuenta

Estamos a pocos días de que las dudas se conviertan en verdades, sea para el lado que sea. Y con el beneficio de la anticipación y la incertidumbre, quisiera compartir las reflexiones de José Errasti en The Huffington Post:

Lo dijo Donald Trump: “Podría plantarme en mitad de la Quinta Avenida, comenzar a disparar a la gente, y mis seguidores continuarían votándome”. Repasemos las cosas que puede hacer Pedro Sánchez mientras sus seguidores continúan votándole.

- Puede establecer un acuerdo con la teocracia marroquí en el que se reconoce la soberanía de la dictadura sobre el Sáhara Occidental, y no informar ni dar la menor explicación de dicho acuerdo por más que se le pregunte, de cuya existencia sólo sabemos lo que ha contado el régimen de Mohamed VI. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

- Puede llevar cinco años mintiendo respecto de todos los temas con el aplomo con el que sólo ciertas personalidades que se estudian en Psicología pueden hacer. Puede llamar “cambios de opinión” a dichas mentiras, como si fuera una casualidad que todas le beneficiaran a la hora de mantenerse en el poder. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

- Puede abrazar la ideología queer en la Ley Trans, el mayor ataque reaccionario y machista sufrido por el feminismo en nuestro tiempo, con graves efectos sobre la salud de los menores y la seguridad jurídica de las mujeres, haciendo doctrina oficial del Estado una teoría extravagante que está al nivel del terraplanismo. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

- Puede poner de fiscal general del Estado a un ministro de Justicia, de miembro del Tribunal Constitucional a otro ministro de Justicia, indultar a delincuentes que aseguran que volverán a delinquir y eliminar el tipo penal de tal delito, dejar que el curso de la legislatura dependa de fuerzas que desean que desaparezca este Estado. “Es igual, siempre será peor la derecha”.

Y quizá lo sea, pero no por mucho tiempo, porque en política el sueño de la impunidad produce monstruos, y ser “de izquierdas” —¡ay, qué risa!— no es un antídoto. La existencia de Fakejóo no lo justifica todo. Son ellos los que no deben beneficiar a pederastas y violadores para que les sigamos votando, no nosotros los que debemos seguir votándoles aunque beneficien a pederastas y violadores. En política uno sólo es lo que hace, y no vale apelar a una bula a priori para que no pasen factura las barbaridades cometidas. Colocar a Sánchez —¡ese megalomaníaco cuyo único rasgo es la obsesión por el poder a cualquier precio!— en un contexto de impunidad es garantía de catástrofe. Conozco religiones en donde los creyentes están menos sometidos a sus líderes que en la izquierda española.

Todos sabemos que si hubiera sido un gobierno PP-VOX el que hubiera puesto en la calle a más de cien agresores sexuales nos enfrentaríamos —¡y con razón!— a huelgas generales. Lo que para muchos sería un motivo para reclamar la ilegalización del partido en caso de que el partido sea VOX, no es ni siquiera motivo para dejar de votarles en caso de que el partido sea el PSOE. En nuestro voto está favorecer que el PSOE salga del 23-J convertido en una caricatura desquiciada o iniciando un proceso de sensatez. A los políticos hay que educarles como a los niños. Como a los niños chicos. Porque, si no, acaban plantándose en mitad de la Quinta Avenida y disparando a la gente. ¿Qué más, qué carajo más tiene que pasar para que mandemos al PSOE al rincón de pensar durante una legislatura?

Es decir, lo que para algunos resulta evidente, para otros sucede de otra manera, y lamentablemente suele ser lo que obtiene la mayoría. Vengo de un país que lo certifica así desde hace alrededor de ochenta años, votando una y otra vez la misma linea de acción, las mismas personas, los mismos lemas, las mismas justificaciones, el mismo resultado de progresiva ruina y embrutecimiento; y siempre con el argumento de que "la contra" es peor. Valga de advertencia y aviso: cúrate en tu vecino: hace ochenta años, Argentina era un país próspero, inteligente, emprendedor. Hoy existe turismo internacional para visitar las villas (favelas en Brasil, chabolas en España).

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