lunes, octubre 17, 2022

El pensamiento uniforme


Reiteradamente, doy vueltas a comentarios que apuntan a Argentina. Es natural, habiendo nacido y crecido allí: Argentina, Chile y España son parte de mi historia personal. Además, existen hilos que conectan y anudan ideas y escenarios, y este tráfico es un camino de ida y vuelta entre América y España (España y Portugal), hoy tan vivo como lo ha sido en quinientos años. La pobreza o riqueza de la evolución cultural y social es algo que nos afecta a los dos lados. Los fallos y aciertos americanos, pueden llegar a repetirse aquí. Por eso es importante leer, releer, y sacar conclusiones. Sea una explicación de lo que sigue.

Se trata de un artículo de Andrea Calamari para Seul. En los suyos que he visto, hay un esfuerzo reflexivo, de pensamiento original, que rescatan el oficio del trabajo crítico allí donde no abunda. En este caso, conversa a partir de Borges: Se trata de una nota que habla del abismo social y cultural entre la Argentina del siglo pasado, hasta los ochenta o poco más, y la actual. Calamari introduce el problema a través de los reportajes a Borges en distintos medios, abundantes a medida que su fama crecía. De los distintos reportajes, Calamari rescata uno, muy particular, que le hace un estudiante de tercer año de la secundaria, a propósito de una tarea escolar pedida por su profesora (entrevistar a una personalidad). Lo primero que nota es que Claudio Pérez Míguez, el estudiante, elige preguntar a Borges. Luego transcribe el reportaje, cuyas preguntas no desmerecen, y las respuestas son ...Borges. El reportaje merece leerse, y hubiera deseado escucharlo.

Y ahora, las conclusiones de Andrea:

Hay tres cosas que me gustan de esta historia. [el reportaje del estudiante Claudio Pérez]
La primera es todo lo que pasó después y la relación que los unió hasta el ’86, muy larga para contar ahora. La segunda tiene que ver con la estatura personal de Borges. Ya es leyenda que recibía a todo el mundo, aunque Ricardo Piglia insiste en que lo hacía por soledad. Claudio, que lo visitó hasta su muerte y hoy vive en Madrid, no está de acuerdo: “Es verdad que estaba solo, pero conozco un montón de viejos en esa situación que no reciben a nadie”. Y la tercera es la dimensión de la popularidad de Borges por aquellos años. ¿Por qué llamó la atención de un estudiante secundario? Porque era parte del debate nacional cotidiano y no hacía falta haberlo leído para conocerlo. No puedo imaginar algo semejante con ningún escritor en la actualidad.
A medida que su estatura se iba acrecentando en el mundo, en nuestro país se fue convirtiendo en fuente de polémicas; ese era el personaje que conocía cualquier estudiante secundario. A Borges le ponían un micrófono enfrente, le preguntaban sobre cualquier tema, a veces contestaba y al otro día había un titular.

Calamari recuerda a un periodista, Matías Bauso que menciona el ambiente que todavía se vivía en los 70.. 

[Bauso] No es sólo un aficionado a las revistas, hizo una investigación para su libro 78. Historia oral del mundial, leyó todas las publicaciones que encontró y repasó el testimonio de una época: los escritores como figuras de alcance masivo. “Todas las semanas, entre el ’70 y el ’78, en las revistas de actualidad había una entrevista a un escritor”, cuenta. Eran tapa, salían en la tele, los buscaban para hablar de literatura pero también del país, del mundo, de la actualidad. Hermes Villordo, Abelardo Castillo, Beatriz Guido, Silvina Bullrich, Martha Lynch, Dalmiro Sáenz, Mujica Láinez, Bioy Casares, Ernesto Sabato y, el más solicitado, Jorge Luis Borges. “¿Qué autor es hoy una figura pública importante? Alguien que pueda hablar de cualquier tema. Ni siquiera los más consagrados. ¿Qué escritor podría hoy ir a comer a lo de Mirtha?” La pregunta de Bauso es pertinente porque pone la lupa sobre el lugar de los escritores en la sociedad. Eso ha cambiado. Sabemos cuánto pero no cómo.

En la actualidad hay más personas que escriben, infinitos libros publicados, lecturas endogámicas y comentarios condescendientes. No hay debates literarios, diatribas, columnas filosas en los diarios. No hay lugar para burlas. Se está perdiendo el arte de injuriar y debatir. En su lugar asistimos a un intercambio soso de elogios, un discurso demasiado uniforme, a la postulación de identidades y alineamientos antes de empezar a hablar: causas, colectivos, repudios, subsidios y hashtags.

Calamari centra todavía más su crítica recordando palabras de Ricardo Piglia. Ví las clases que recuerda Andrea, y debo darle la razón:

 Las clases que Piglia dio en 2013 en La TV Pública son ilustrativas. Sobre todo la cuarta. En su última clase, Piglia –gran lector de su obra, un especialista– aborda las relaciones entre política y literatura. Lo dice varias veces con distintas palabras: Borges es un problema, un obstáculo, un inconveniente.

Dice Piglia: “Vamos a trabajar sobre historia y política en Borges. Vamos a tratar de ver si podemos encarar esa especie de obstáculo que siempre ha sido Borges. Es un hombre de derecha, sobre todo el Borges que conocemos después de los años ’50. Yo diría que es el último intelectual de derecha. Yo creo que eso lo hemos dicho alguna vez. Es el único que dice las cosas que la derecha no se anima a decir. Por eso lo citan tanto, porque él dice cosas que son muchas veces irritantes y también tienen que ver con su manera de encarar una posición ética, ser capaz de estar en posiciones, digamos, no tan populares.” En un país con una cultura de izquierda, dice, Borges se animó a ser de derecha.

Todos los implícitos que hay en esa afirmación son los que me llevan a extrañar a Borges: la izquierda está bien, la derecha está mal, el peronismo es izquierda, si en Argentina no pertenecés a la cultura mayoritaria y hegemónica, para hablar tenés que “animarte”.

Y contesta Calamari:

Borges no “se animó a ser de derecha”: se animó a señalar el autoritarismo, la verticalidad, el culto al líder, la censura, las persecuciones. Miraba a Europa y no estaba dispuesto a consentir o proponer una complicidad. Como Borges es un obstáculo para la narrativa nacional y popular de buenos y malos, la intelectualidad que consiente prefiere quedarse con las anécdotas, buscar las declaraciones ocurrentes y el humor, para dejar cristalizado el antiperonismo de Borges como una nota de color (“el viejo era un poco gorila, gracias a Perón que lo dejó sin trabajo se hizo conferencista, lo mandaron a trabajar como inspector de aves, qué borgeano todo, jajaja”).
Volviendo a la diferencia de época,

(...) No logro imaginar a Borges en estos tiempos. No acierto a ubicarlo en escena. ¿Qué estudiante secundario lo entrevistaría? ¿Con quién debatiría? ¿De quiénes se burlaría? ¿Cuáles serían sus amigos? No encuentro nada a su altura y, definitivamente, no habría un Bioy con el que pudiera juntarse a comer cada día.

Finalmente, Calamari ironiza con lo que sería la narrativa periodística de unas declaraciones de Borges hoy:

Ahora que repaso en la web recortes y compendios de sus frases para esta nota, caigo en la cuenta de que no puedo imaginarlo a él en el presente pero sí a los titulares. Eso sí, en tiempos de periodismo de declaraciones, nos costaría encontrar sus textuales sin el juicio previo de un egresado de comunicación, un pasante de periodismo, un editorialista compulsivo.

Polémicas declaraciones de Jorge Luis Borges: ‘Estoy contra el fascismo, el marxismo y el peronismo porque esos movimientos son formas del fanatismo y la estupidez’. La CGT prepara un documento de desagravio.

Insólito posicionamiento de Jorge Luis Borges sobre la política: ‘El gobierno es un mal necesario, pero lamentablemente en todas partes el Estado cada vez se torna más molesto’. Intelectuales y dirigentes salieron al cruce.

Repudiable afirmación de Jorge Luis Borges sobre la guerra de Malvinas, a la que comparó con la pelea de dos calvos por un peine. Incluso propuso ceder las islas a Bolivia para que tenga una salida al mar. Se alzan las voces en rechazo.



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