La primera noticia suya que tuve, fue un aviso hecho a mano y fotocopiado, creo que con una imagen, donde "Don José Sciarriota" invitaba a los vecinos de Barracas a la misa en memoria de su esposa. La curiosidad me duró un tiempo, creo que hasta que finalmente Don Pepe consiguió que la plaza Vértiz se reabriera. A partir de entonces, y mientras vivimos en Barracas, fue el abuelo de nuestros hijos, y nuestra compañía de conversación, en las tardes de la plaza. Diez años después nos mudamos al otro extremo de Buenos Aires, y en nuestra primera visita de vuelta a Barracas nos enteramos que ya no estaba, que una gripe, o algo así, había podido con él.
Para entonces, Pepe había recuperado la plaza, la pobló de niños como ninguna otra en Barracas, y la convirtió en el punto de encuentro del barrio. Sin embargo, decir que el centro de sus esfuerzos fue la plaza es decir poco de él. No sé desde cuándo, pero siempre lo conocimos como comisionista juguetero, y como tal, sabíamos que recorría el país. Tendría cerca de noventa años cuando todavía hacía algún recorrido. Y sabemos que en cada salida hacía lo mismo que veíamos en el barrio: bondad, comprensión, tolerancia, preocupación por todos, expresada inadveridamente, en la conversación, en una sugerencia, en una recomendación a una persona. Recuerdo que para sus noventa años, vinieron a su cumpleaños, hecho en la plaza, delegaciones de asociaciones que agradecían su actividad, desde Córdoba, desde Tucumán, desde Salta.
Lo veo todavía, caminando lento y a pasos cortos, siempre con una chaqueta y corbata más o menos arreglada, con algún sombrero estrafalario, y con los bolsillos llenos de caramelos. Creo que dos o tres generaciones lo deben recordar igual.
Por su personalidad, Pepe fue siempre un objetivo de los "punteros" de barrio (llamémosles operadores políticos) para sacarse una foto con él. Pepe no ignoraba ésto, y tenía sus prevenciones...solía decir que tenía disponibles escobas para barrer la plaza para todos aquellos que cuadrara...El reconocimiento le llegó en 1996, cuando la Ciudad de Buenos Aires lo nombró "Persona Destacada".
Hoy la plaza Vértiz es la plaza de Don Pepe, como entonces todos la llamaron, y como finalmente se institucionalizó. Pepe no escribió nada; su virtud era su simple presencia, sus acciones, su conversación. Probablemente llegará el día que su memoria sea sólo el nombre de una plaza. Para evitar eso, lo recuerdo.
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