sábado, diciembre 03, 2011

¡Ciegos! ¡Sordos! ¡Mudos!


Retomo el título de la nota de Federico Quevedo, en El Confidencial, más que adecuado para medir la reacción del PSOE a su masiva e histórica derrota electoral de este mes de noviembre. La única reacción de los perdedores (y no solo se debe hablar del PSOE) es echar fuera las culpas y responsabilidades: así como Rodríguez Zapatero pasa hoy por cabeza de turco, así también en sus propias explicaciones el responsable está afuera: la crisis internacional, los especuladores finacieros, nunca sus actos. Dice Quevedo:
[hablando de los "políticos desocupados" que deja la pérdida de cargos] Hablamos de miles de personas. Y hablamos de cientos de millones de euros que el Partido Socialista va a perder en ingresos provenientes de sus resultados electorales. La debacle, como ven, no se limita sólo a perder el poder, sino a todo lo que conlleva, que es mucho, sobre todo para un partido tan mal acostumbrado a vivir del mismo y a patrimonializar su gestión. Quiebra, ERE, suspensión de pagos… El PSOE sufre en sus propias carnes lo que la crisis está haciendo sufrir a miles y miles de empresas en nuestros país. Y, ¿a quién echamos la culpa de esto? ¿Quién es el responsable o los responsables? Lo fácil es señalar a José Luis Rodríguez Zapatero, por su ceguera a la hora de ver la situación, a la hora de hacer frente a los problemas del país. Pero esa ceguera no fue sólo de Zapatero, sino de todos los que le apoyaron mientras ejerció su poder con mano de hierro en el Partido Socialista y echó fuera de su palacio, a la fría noche de la intemperie, a quienes osaban llevarle la contraria
Zapatero es culpable, sin duda alguna, de haber sido el peor presidente que ha tenido este país en casi cuarenta años de democracia, pero los suyos son culpables de habérselo permitido, de haber estado sordos a las advertencias de que el camino que tomaban era el equivocado. Y entre todos ellos, Alfredo Pérez Rubalcaba tiene, sin duda alguna, una responsabilidad adicional, en la medida que fue él quien quiso asumir la responsabilidad de intentar sacar adelante lo imposible, y lo hizo pervirtiendo lo poco que el PSOE podía ofrecer de nuevo e ilusionante al electorado, impidiendo que se celebrasen una primaria para elegir al candidato, y obligando al propio Gobierno a actuar según sus intereses y en contra de los del propio Ejecutivo.
Rubalcaba ha rizado el rizo de lo imposible, ha pretendido la cuadratura del círculo queriendo hacer creer a los ciudadanos que una cosa era lo que hacía el Gobierno y otra bien distinta lo que proponía el partido que lo apoyaba… Pero ha ido más lejos, al asentar toda su estrategia electoral, todo el argumentarlo de la campaña, sobre la “insidia” de que el Partido Popular iba a suprimir el Estado del bienestar, es decir, a volver a esgrimir el espantajo del ‘miedo a la derecha’. Y lo que ha pasado es que, de tanto ‘miedo a la derecha’, el país se ha teñido de azul y la izquierda del PSOE se ha quedado muda porque ahora no saben cómo explicar lo que ha pasado. Ciegos y sordos ante lo que se les venía encima. Y mudos cuando la realidad se ha impuesto de modo tan cruel.
Lo que le toca ahora al PSOE es hacer una reflexión profunda sobre todo lo que ha pasado estos años. Se equivocará si limita su debacle a la crisis económica y no tiene en cuenta que los ciudadanos han castigado también un modo de gobernar basado en la división y en la tensión permanente, en la confrontación y en la búsqueda de la eliminación (política) del contrario. El ciudadano ha castigado los ‘cordones sanitarios’ y los Pactos del Tinell. Ha castigado las aventuras con el radicalismo nacionalista -y haría bien el PSC en analizar su resultado en Cataluña-, pero, sobre todo, ha castigado la mentira y el engaño, el empeño permanente en hacernos creer lo que no era, en ocultar la realidad y el encima intentar meternos miedo en el cuerpo.
Sobre todo eso debería reflexionar el Partido Socialista. Debería hacerlo la vieja guardia y la nueva, porque ni unos ni otros han sabido jugar limpio ni en la propia casa, ni en la ajena. Ahora al PSOE le toca su particular travesía del desierto, el llanto y el crujir de dientes producto de la hecatombe, y ninguno de los que han tenido responsabilidad en ella deberían seguir ni un día más al frente del machito. Empezando por Zapatero, siguiendo por Rubalcaba, y continuando por esa larga lista de cargos del partido y barones territoriales incapaces de asumir su responsabilidad en el desastre, no vaya a ser que también ellos se queden a la intemperie.
Estas reflexiones se hacían tres días antes de la reunión del Comité Federal del PSOE convocado para analizar el futuro próximo. ¿Y cuál fue su resultado?: Ciegos, Sordos, Mudos...¿alguna renuncia? Ninguna...¿las responsabilidades? "Hicimos lo necesario. No había alternativa en condiciones muy difíciles"..."seguramente" no se acertó "a integrar su explicación en un discurso coherente" [El País]. ¿Los pasos próximos? Rubalcaba timoneará el partido hasta febrero...De las voces disidentes, nada...(No habrá la comisión gestora que ha pedido el expresidente de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra, previa dimisión de toda la ejecutiva, ni una votación universal de todos los militantes, a la manera del Partido Socialista Francés, para elegir al secretario general, como defiende el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez.[El País]).
En los últimos dos o tres años, la persitencia en  esta contumacia ciega ha llevado a que esta tendencia política y social, no limitada al PSOE, perdiera más y más su contacto con la sociedad y sus necesidades.
Dada su toxicidad para la vida española, si quieren persistir en su acción, adelante. Quizá los veamos reducirse a nada.

No hay comentarios: