Un día de 1977,
Carl Sagan y
Ray Bradbury contemplaron, en Cabo Cañaveral, la partida del
Voyager 1. Se abrían grandes esperanzas, y grandes interrogantes. Algunos años después, conocimos de cerca a nuestro lejano confín solar, como apenas lo habíamos imaginado...Casi treinta y cinco años después, Sagan ya no está, aunque alcanzó a ver las imágenes de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno; y Bradbury
está enredado en Fahrenheit, mientras que las dos Voyager siguen avanzando, kilómetro a kilómetro, y enviando información a ¿quién? Ahora a un puñado de supervivientes, y quizá dentro de diez, cincuenta, cien, mil años, a nadie.
Recordando a Rama...
Se denomina Voyager a cualquiera de las dos sondas espaciales estadounidenses enviadas a los planetas exteriores. La Voyager 1 fue lanzada el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral. Pasó por Júpiter en 1979 y por Saturno en 1980. La Voyager 2 fue enviada el 20 de agosto de 1977, pasando por Júpiter y Saturno para llegar a Urano en 1986 y Neptuno en 1989. La Voyager 2 es la única sonda que ha visitado esos dos planetas.
Ambas sondas llevan consigo un disco de oro
con una selección de hora y media de duración de música proveniente de
varias partes y culturas del mundo, saludos en 55 idiomas humanos, un
saludo del entonces Secretario General de las Naciones Unidas y el
ensayo Sonidos de la Tierra, que es una mezcla de sonidos
característicos del planeta. También contiene 115 imágenes (+1 de
calibración) donde se explica en lenguaje científico la localización del
Sistema Solar, las unidades de medida que se utilizan, características de la Tierra y características del cuerpo y la sociedad humana. Este disco fue ideado por un comité científico presidido por el astrónomo Carl Sagan
quien, refiriéndose al mensaje, asegura que su objetivo principal no es
el ser descifrado, por el hecho de que su simple existencia pone de
manifiesto la existencia de los humanos, así como sus esfuerzos por
contactar a otras especies inteligentes que pudiesen existir fuera del
Sistema Solar.
Actualmente las sondas Voyager estudian el ambiente del sistema solar
exterior, esperando que su vida útil sea suficiente para llegar a la
zona denominada heliopausa. Esta capa se debe al encuentro entre las partículas eléctricas producidas por el Sol, denominadas viento solar,
con las partículas eléctricas del medio interestelar. Por tanto, las
sondas Voyager se han convertido en los instrumentos artificiales más
lejanos jamás enviados por el hombre. Las naves contienen generadores
eléctricos nucleares que permiten que sigan funcionando sus instrumentos
científicos. A finales de 2003
la Voyager 1 envió datos que indican que podría haber atravesado esta
barrera. Estos datos están sin embargo en disputa. El 15 de agosto de 2006 la sonda Voyager 1 alcanzó la distancia de 100 UA, esto es, se encuentra a más de 15.000 millones de km del Sol.
Actualmente, debido a problemas de presupuesto, el proyecto es
controlado por un grupo de tan sólo 10 personas pertenecientes al Jet Propulsion Laboratory,
y podría ser abandonado en un futuro próximo junto con otras misiones,
dejando a ambas sondas seguir su camino sin que haya nadie que las
escuche en la Tierra.
Una misión que se proyectó para durar cinco años cumplió su treinta aniversario en el otoño de 2007. Los científicos de la NASA siguen recibiendo datos de los Voyager a través de la red del espacio profundo DSN (Deep Space Network).
Las señales que se envían desde MDSCC (Madrid Deep Space Comunication Complex) al Voyager 1 tardan a la velocidad de la luz 14 horas y 20 minutos en llegar hasta él y otro tanto en volver (28 horas 40 minutos en total). Y se sigue alejando.
La potencia de transmisión del Voyager 1 es inferior a los 20 vatios
que debilitada por la distancia llega a nosotros del orden de 10-17,26 milivatios [En Wikipedia]
Las dimensiones temporales y físicas de las que hablamos, abarcan la supervivencia de la especie humana:
Both Voyagers are headed towards the outer boundary of the solar system
in search of the heliopause, the region where the Sun's influence wanes
and the beginning of interstellar space can be sensed. The heliopause
has never been reached by any spacecraft; the Voyagers may be the first
to pass through this region, which is thought to exist somewhere from 8
to 14 billion miles from the Sun. This is where the
million-mile-per-hour solar winds slows to about 250,000 miles per
hour—the first indication that the wind is nearing the heliopause. The
Voyagers should cross the heliopause 10 to 20 years after reaching the
termination shock. The Voyagers have enough electrical power and
thruster fuel to operate at least until 2020. By that time, Voyager 1
will be 12.4 billion miles (19.9 billion KM) from the Sun and Voyager 2
will be 10.5 billion miles (16.9 billion KM) away. Eventually, the
Voyagers will pass other stars. In about 40,000 years, Voyager 1 will
drift within 1.6 light years (9.3 trillion miles) of AC+79 3888, a star
in the constellation of Camelopardalis. In some 296,000 years, Voyager 2
will pass 4.3 light years (25 trillion miles) from Sirius, the
brightest star in the sky . The Voyagers are destined—perhaps
eternally—to wander the Milky Way. [En el sitio del Jet Propulsion Laboratory]
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