A comienzos de mayo, en plena primavera y con muy buen sol, hicimos una semana de vacaciones en Castellón, que todavía no conocía. Me sorprendió encontrar una provincia quizá más fuerte en su economía que Valencia. Fortaleza que hay que relativizar, si como me cuentan, muchas de sus grandes empresas están vinculadas a la construcción. Villareal, Sagunto, Castellón de la Plana, aparecen como industriales antes que nada.
Pero siguiendo hacia el norte, además del omnipresente turismo de la Comunidad Valenciana, se ve una agricultura extendida y cuidada. Naranjos y olivos en todos los valles.
Nuestro destino fue Alcossebre (o Alcocéber, en castellano), un lugar tranquilo rodeado de naranjos y bosques de pinos, y Alcalá de Xivért, la ciudad principal del municipio. Cuando decimos "ciudad principal", estamos hablando de poblaciones de menos de diez mil habitantes, rodeadas de campo, bosques, mar, y montaña.
Una vez más, la historia está presente, y desde tiempos remotos. Las mismas líneas que más al sur: población desde el paleolítico, paso de íberos, romanos, árabes...En el camino hemos visto el gran castillo de Sagunto, las torres de vigilancia y defensa, el castillo de Oropesa, y finalmente, el castillo de Alcalá de Xivert, que visitamos.
Buscando información, no aparecen muchos datos de la habitación árabe, pero la historia se hace más clara a partir de la conquista del rey Jaime. También aquí tras la conquista se dió la coexistencia de las dos sociedades, hasta la expulsión de los moriscos. El castillo de Alcalá de Xivert muestra las dos etapas: la base y el poblado (en ruinas), musulmán. La fortaleza superior, cristiana. Jaime le cedió el castillo a la orden de los templarios, para luego pasar a la orden de Montesa. Hoy el castillo está en ruinas, aunque un equipo de arqueólogos trabaja en su recuperación.
La información de Wikipedia es bastante completa:
Y también un artículo del diario Las Provincias:Numerosos hallazgos arqueológicos permiten afirmar la presencia humana en el término de Alcalá de Chivert desde muy antiguo. Industria lítica epipaleolítica, en torno al año 9000 a. C., se ha encontrado en la Cueva de los Diabletes, junto con cerámica del neolítico medio e industria lítica del neolítico final. Del eneolítico se han encontrado restos cerámicos en la Cueva de la Torrera. Se constata la presencia de materiales traídos por los pueblos comerciantes, como un escarabeo egipcio en la necrópolis de la Solivella, así como cerámica púnica y griega en diversos yacimientos.
De época ibérica se encuentran abundantes restos arqueológicos: Poblados como El Palacio y El Tossalet, necrópolis como La Solivella, el yacimientos más importante de este periodo, y El baixador d'Alcossebre, lápidas escritas, restos cerámicos y metales en El Corral de Royo, Pulpis, Irta y Chivert, monedas en Regalfarí, Alcalá y Chivert, y enterramientos dispersos en Capicorp, Palaba y Alcocéber, que demuestran una densa red de poblamiento en dicha época.
La romanización se constata en la presencia de lápidas funerárias en el Corral de Royo, Corral Blanco y Almedixer, y en la vía que cruzaba de norte a sur el término por el llano de Alcalá.
Los vestigios medievales más antiguos son los de la fortaleza y la medina árabe de Chivert, con lienzos de muralla de los siglos X-XII. Con la conquista cristiana del territorio, la Orden del Temple, organiza la bailía de Chivert con la concesión de la carta puebla a su población musulmana de Chivert en 1234, a los nuevos asentamientos cristianos de Alcalá (1251); Alcocebre (1261); Almedíjar y Castellnovo (1261). De entre ellas pronto destacará Alcalá, que se convertirá en cabeza de la encomienda. Extinguido el Temple, la nueva Orden de Montesa pasa a ejercer la señoría de la encomienda. En época moderna una serie de ataques vinieron a caer sobre la población: el poblado mudejar de Chivert fue saqueado por Estellés en 1521; en 1547 un ataque de piratas berberiscos es rechazado por la población de Alcalá, así como otro a la torre vigía de Cap i Corp en 1586. Una vez unida la Encomienda a la Corona en 1592, y tras la expulsión de los moriscos, se intentó repoblar el poblado de Chivert, lo que fracasó, y se hubo de añadir éste, junto con Santa Magdalena de Pulpis, a Alcalá en 1632. Alcocéber que había obtenido su segunda carta de población en 1330, fue incorporado a Alcalá en 1663. En el siglo XIX se produjo la segregación de Santa Magdalena de Pulpis y el gran crecimiento de la población que pasó de los 800 vecinos (unos 3.200 habitantes) en tiempos de Cavanilles, a finales del siglo XVIII, a los más de 6.000 habitantes de 1900. El siglo XIX dio cabecillas a la causa carlista, (de entre los cuales destaca en la tercera guerra, Pascual Cucala), razón por la cual fue duramente reprimida la villa, tras la victoria liberal. En el siglo XX, después de los desastres de la guerra civil, se vio sumida en una regresión económica, propiciada además por su agricultura de secano, situación que se fue modificando sensiblemente desde los años 70 por la extensión del regadío y el auge del turismo en la costa de Alcocéber y Cap i Corp.
EL CASTILLO DE XIVERT.La otra meta de esta excursión por la sierra de Irta es el castillo de Xivert, o de Alcalà de Xivert. Impacta gratamente al visitante esta sólida fortaleza situada en la vertiente sudoeste de la sierra de Irta, a 389 metros de altitud sobre el nivel del mar. Rafael Cebrián afirma que “este castillo es uno de los más bellos, completos y notables conjuntos monumentales existentes en las montañas de la Comunidad Valenciana”. Se mantiene en muy buen estado la sólida estructura arquitectónica del castillo, en donde, además, se realizan desde 1996 actuaciones restauradoras, así como excavaciones arqueológicas, que han permitido comprobar que, ya en este mismo lugar, existían asentamientos humanos durante la Edad del Bronce. Posteriormente, los íberos y los romanos se establecieron también en estas montañas de Irta. Los árabes ampliaron la fortaleza que tenía como centro el alcázar, y que poseía un amplio espacio abierto rodeado de murallas –el Albacar-, destinado a albergar a la población de los alrededores y a sus ganados en épocas de contienda. El castillo de Xivert fue conquistado por el ejército del rey Jaime I en el año 1234, poco después de que Peñíscola fuera también arrebatada a los musulmanes. La fortaleza fue entregada a la orden del Temple, que amplió el recinto amurallado y construyó las dos imponentes torres circulares unidas entre sí. Los templarios utilizaron para la construcción piedras de sillería, pero respetaron los sólidos muros de tapial levantados anteriormente por los árabes, a los que se deben también las torres en forma de cubo. En torno al castillo se creó un núcleo amurallado en el que vivía la población árabe, hasta que fue expulsada en el año 1609, cuando se ordenó que los moriscos abandonaran el territorio españolEl ayuntamiento de Alcalà de Xivert ha editado un folleto desplegable sobre el castillo de Xivert, una minuciosa descripción de su historia, dividida en varias épocas, concluyendo la descripción en el siglo XVII. Después se proponen en dicha publicación municipal dos circuitos para la visita del conjunto arquitectónico de la fortaleza de Xivert. En el circuito primero se incluyen el foso, la muralla del sureste, la torre de Mitjorn, la necrópolis, la puerta de Albacar, el aljibe islámico, el solar de la mezquita, la muralla suroeste, la torre de Ponent, el camino de ronda, la torre de Mestral y la torre de la Tramuntana y, en el recinto superior, el aljibe templario, la torre sur, la capilla templaria, las torres gemelas o de los Templarios y el camino de ronda. El otro circuito comprende la muralla del sureste, la porta de la Vila y los edificios públicos del antiguo poblado islámico de Xivert. Existe la posibilidad de realizar visitas guiadas a este castillo de Xivert, contactando para ello con los monitores del Parque Natural de la Sierra de Irta o con el propio ayuntamiento de Alcalà de Xivert. Una ruta turístico-cultural que tiene, además, el aliciente de poder recorrer la sierra de Irta y de contemplar, desde el monte Campanilles, hacia el este, una espléndida panorámica del Mediterráneo y, hacia el oeste, un dilatado horizonte de las montañas castellonenses, entre las que sobresale Penyagolosa, con su inconfundible silueta.
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