domingo, marzo 08, 2009

La crisis apenas comienza

Manu Álvarez escribe para Las Provincias de Valencia una nota sobre el tamaño y el futuro de la crisis en curso en España. Álvarez toma en cuenta algunas afirmaciones de periodistas del exterior, y saca conclusiones que reconocen un futuro de complicaciones más prolongadas de aquellas esperadas para Europa.
Siguen algunas de sus conclusiones, y el respaldo al que recurre en dichos de otros que menciona:
Aunque no ha sido de los primeros países en entrar en recesión -antes lo hicieron Gran Bretaña, Italia y Alemania-, y aunque la solidez del sistema financiero se pone como ejemplo mundial de una magnífica actuación de los organismos supervisores, lo cierto es que la imagen del país se ha deteriorado gravemente. Y no sólo porque Standard & Poor's haya bajado la calificación de solvencia del Reino, lo que implica mayores problemas para buscar financiación internacional, sino porque el castillo de ladrillos sobre el que España había construido su prestigio económico internacional se ha venido abajo.
Lo que ayer era una locomotora económica, hoy es presentado por la prensa internacional como un país sepultado por un alud de hormigón; con un déficit comercial cercano al 10% del PIB y endeudado hasta las cejas. Pero, con ser malo, no es lo peor. España ocupa desde finales de 2008 el liderazgo europeo por tasa de paro -el 14,4%- y las últimas cifras del Inem sitúan el número de desempleados en torno a los tres millones y medio.
(...)
Las perspectivas, además, no son alentadoras. Si algunos analistas apuntan ya hacia una cifra cercana a los cuatro millones de parados en verano, otros muchos llaman la atención sobre el problema estructural que tendrá la economía española para salir de la crisis: la ausencia de sectores que sustituyan al de la promoción inmobiliaria en la parte delantera del tren. Allí donde se ubica la locomotora. La industria del automóvil, que pudo haber ocupado este papel, parece desplazarse a los países del Este.
Álvarez destaca las opiniones de Gilles Senges, de 'Les Echos', de Francia:
Hay un elemento positivo en la economía española en el que coinciden todos los observadores. La fortaleza de la banca y, apunta Gilles, «el hecho de que haya dos bancos muy potentes. En parte, eso ha salvado a España de un desastre total, porque no hay más que imaginarse la crisis del sector inmobiliario con bancos débiles detrás. Eso hubiese sido una catástrofe. Pero no hay que descuidarse. Una crisis muy prolongada puede poner en riesgo incluso a esos bancos fuertes, porque nadie es capaz de intuir en este momento cuánto van a resistir».

Para el periodista galo, el futuro que se cierne sobre España es bastante «negro» porque no contamos, o al menos así lo cree, «con un sector que tome el relevo de la construcción y actúe como locomotora para impulsar el crecimiento después de la crisis. La industria del automóvil podía ser ese motor pero, desgraciadamente, España tiene importantes problemas de productividad y competitividad que van a desplazar las inversiones del sector hacia otros países. En estos momentos Marruecos ya es más atractivo que España para invertir. Es verdad que Nissan acaba de anunciar una inversión en España y es positiva, pero hay que tener en cuenta que tan sólo se trata de 200 millones de euros».
Luego Álvarez refiere lo dicho por Victor Mallet del 'Financial Times':
Autor de un reportaje titulado 'Después de la Fiesta', en el que dibujó un panorama un tanto desolador de España después de algo más de una década de euforia económica, el corresponsal del diario económico de mayor prestigio en Europa está convencido de que «España no tiene una imagen ni buena ni mala. Hay cosas con imagen negativa, como es la evolución de la construcción, pero hay también otras muy positivas, como es el ejemplo que el Banco de España ha dado a todos los banqueros del mundo, gracias a sus medidas de prevención. «Lo que le sucede a los españoles -apunta en tono irónico- es que se fijan mucho en las informaciones críticas, pero no se dan cuenta de que los medios de comunicación también somos muy críticos con otros países. Incluso, nosotros mismos, somos muy críticos con Reino Unido».

Mallet observa elementos comunes entre la crisis española y la que vive Gran Bretaña -«en especial la burbuja de los precios del sector inmobiliario» -, si bien las cuestiones diferenciales gravitan de forma negativa sobre España. «El exceso de construcción y su gran peso en el Producto Interior Bruto, en torno al 7,5%, es una losa».

No hay, en su opinión, buenas perspectivas de medio y largo plazo, lo que le lleva a pensar que «las previsiones más negativas van a ser las más acertadas. El turismo va a sufrir las consecuencias de la recesión en toda Europa y no veo sectores industriales en España con capacidad para tomar el relevo». Incluso, cree que la fortaleza de la banca española puede resquebrajarse a finales de 2009 «cuando la morosidad haya ganado terreno. No es acertado decir que España se ha quedado fuera del problema de los créditos 'subprime'. Darle un crédito a un promotor inmobiliario y que éste no lo pueda devolver, en mi opinión, es también un crédito 'subprime'».

Hay algo que llama la atención a este periodista británico respecto al comportamiento del mercado inmobiliario español. «En este país los precios no se adaptan con facilidad. En Estados Unidos o en Inglaterra, cuando se produce una crisis en un sector, una de las consecuencias inmediatas es la bajada de precios. Aquí hay una enorme resistencia a vender barato y por eso los propietarios piensan que el valor de su piso no debe bajar pese a la crisis. No se dan cuenta de que el valor es lo que alguien esté dispuesto a pagar por esa propiedad».
Progresivamente, más analistas van encontrando que esta es una crisis de magnitud, y que pesa y pesará todavía más. No se trata de las estimaciones electoralistas del gobierno español, primero negándose a pronunciar la palabra crisis, luego poniendo la responsabilidad fuera del país, y finalmente suponiendo su finalización muy temprana. Se trata de un modelo económico y social que ha tenido fallos estratégicos, y que está encontrando grandes dificultades para reencauzarse. Ahora mismo la fuerza laboral de la construcción se está desplazando a actividades agrícolas, y comienzan a sobrar brazos inmigrantes en estos dos frentes. ¿La estrategia de una potencia mundial, en palabras de Zapatero, puede consistir en reemplazar construcción con campo? ¿Cuánto tiempo puede llevar cambiar la estructura económica, a poco que se diseñe un cambio?.
Esta es una avalancha que apenas ha comenzado a rodar, soltando algunas piedras. Todavía las consecuencias y relaciones directas e indirectas seguirán agregando capas de presión a la sociedad.

No hay comentarios: