


No sé si todavía estarán allí, pero una de las visitas imprescindibles al Museo Histórico Nacional en Parque Lezama, Buenos Aires, es recorrer las pinturas de Cándido López, dedicadas a sus recuerdos de la guerra del Paraguay. Veterano de la campaña, lisiado, mitrista, sus recuerdos marcan el fin de una larga época de América del Sur: adios final a las campañas de la independencia, a los proyectos autónomos, a la vieja herencia federal. Y bienvenida a los negocios ingleses y franceses, a las naves de vapor, al rémington, al ejército regular, al tren y la inmigración. Paraguay perdido desde entonces, y la nación argentina unificada bajo un nuevo proyecto de más de seis décadas. Sus pinturas y
los recuerdos de Lucio V. Mansilla quizá sean el mejor testimonio de la transición entre dos pasos fundamentales de la historia argentina
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