El fantasma de la crisis inmobiliaria acecha a las cajas. De hecho, el cajón contable que esconde las dotaciones que han tenido que realizar para prevenir posibles impagos en los créditos -denonimado pérdidas por deterioro de activos en la cuenta de resultados- se ha disparado un 33,6% en el tercer trimestre, hasta 2.899,5 millones de euros.En fin, para quien quiera verlos, los signos son para precaverse, como lo hacen las cajas, en definitiva.
Además, este capítulo engloba las provisiones obligatorias en función de los créditos que conceden las entidades y del riesgo que asumen, según la normativa del Banco de España. Para rizar el rizo, agrupa los activos financieros disponibles para la venta si han perdido valor respecto al ejercicio anterior. Los resultados del sector hasta septiembre se han saldado con un beneficio atribuido de 7.590 millones, el 21,8% más.
El problema es que las entidades no desgranan qué cifra concreta corresponde a cada epígrafe, con lo que es imposible saber cuánto están creciendo las dotaciones para sanear créditos con el sector inmobiliario con serias dudas de recuperar. Es lo que las entidades esconden bajo este epígrafe. Y el peligro viene por los promotores. En lo que llevamos de año, las cajas están aflorando más créditos fallidos con los promotores -más de 625 millones hasta junio- y con las familias.
Diario de viaje, notas al azar de alguien que se dedica a la tecnología, y alguna vez (allá lejos y hace tiempo) fue un estudiante de filosofía. Aquí caerán las notas que excedan la tecnología y la educación, que es lo que en general más me ocupa...
jueves, noviembre 22, 2007
Una cadena vale tanto como su eslabón más débil
Si bien la economía española no aparece excesivamente resentida, la crisis inmobiliaria sigue presente, y seguramente por un largo tiempo, influyendo sobre la economía de diversas formas. De las cajas de ahorro ya se ha hablado, y hoy vuelve sobre ellas El Economista. En un momento en que al menos dos de ellas preparan su ingreso a bolsa, su riesgo crediticio sigue siendo el más expuesto probablemente. Qué dice El Economista:
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