Claramente, en los últimos días se han precipitado las peores pesadillas de la dirigencia china: ¿riesgo de guerra? ¿crisis monetaria? ¿caída comercial? No exactamente: reclamos laborales en la industria. Al menos dos casos hacen punta: las plantas automovilísticas de Honda, y las factorías de Foxconn. En el primer caso, resistencia activa; en el segundo, una ola de suicidos. En los dos casos, el resultado es que las empresas han cedido y mejorado las condiciones laborales, con aumentos considerables. No son los únicos, y están produciendo una nueva tendencia: los empresarios chinos ceden mejores condiciones, pero transladan factorías a países vecinos, con peores condiciones laborales y de control.
Una vez más, China no representa una amenaza inminente para Occidente: se aproxima la época en que la sociedad china reclame otra vida, presionando por mejores condiciones económicas y sociales; y quizá, por añadidura, políticas. ¿Será capaz el régimen chino de timonear los mares revueltos que se aproximan? En perspectiva, los bajos costos chinos ya no serán un diferencial tan grande como todavía sucede. El superávit comercial será menor, y las opotunidades comerciales se diversificarán. A favor suyo, la gran masa de divisas de que dispone para tomar posiciones en el mundo.
Algunas de las noticias recientes: Foxconn y sus suicidios, Honda y sus huelgas, algunas opiniones acerca de las nuevas expectativas.
Volveremos sobre esto.
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