domingo, septiembre 28, 2025

Mafalda en un cruce de tiempos y sociedades


 Shanghai, 2025: el Instituto Cervantes organiza una exposición, "Bienvenidos al mundo de Mafalda", para conmemorar su sexagésimo aniversario.  Es organizadora de la exposición Lucía Carzoglio, que también escribe el artículo publicado por Letras Libres

Mafalda en China, en Shangai... Parece haber una identificación con su  personaje, su familia, su entorno, aquello que fue Buenos Aires en los años sesenta. Es más que interesante una identificación con un ambiente ambiguo, donde podía haber un señor con un "palito de abollar ideas", pero también una sociedad que tenía expectativas. No es la China de Mao, sino la de Xi Jinping. Más allá de los propósitos y objetivos del Partido gobernante, la sociedad vive. Algunos conceptos del artículo:

“Su espíritu me hace acordar mucho a las nuevas generaciones”, dice ante la televisión local una mujer de mediana edad. En una ciudad con casi 35 millones de habitantes, donde la clase media ha llegado al 66 por ciento en menos de veinte años, esta lectura no es casual. Al fin y al cabo, Mafalda ilustraba en los años sesenta a la familia de clase media argentina. Una clase que no solo se expandía en ese país, sino también en todo el continente, y que comenzaba a generar sus propios productos culturales: el rock en español, las revistas juveniles y una creciente conciencia de estar en el mundo. Preocupada por la paz y la pobreza, los derechos de los niños y la mujeres, sus ideas, preguntas y reflexiones interrogaban a los adultos. “Mafalda es nuestra ‘voz prestada’”, define Hang Jingou, traductora del libro Universo Mafalda, en el que está basado parte de la exposición. 

En China, la primera edición de Mafalda entró por la puerta grande. Su imagen quedó asociada a la fama de su primera traductora: Sanmao, la autora más leída de todo el universo sinoparlante entre los setenta y noventa. En una época en la que viajar era algo impensado, ella no solo hablaba español, sino que además escribía desde lugares remotos. Símbolo de libertad y deseo individuales, la escritora instaló una educación sentimental en toda una generación que salía del colectivismo. De hecho, según cuenta en uno de los prólogos, ella conoció la tira mientras vivía en el Sáhara Occidental, todavía colonia española. Su esposo José fue quien compró un ejemplar en la única librería del desierto.
Mito o realidad, lo cierto es que Sanmao tradujo las primeras tiras de Mafalda entre 1976  y 1977, una etapa temprana en la difusión internacional de la niña argentina. Con un título más explicativo, Las cosas de este mundo a través de los ojos de los pequeños, y una portada en la que su nombre aparecía más grande que el de Quino, el cómic fue todo un éxito.

En su traducción, Sanmao acercaba a Mafalda a una niña china. No solo adaptó expresiones, giros y hasta onomatopeyas: “ba! ba!” hacían las bocinas de los autos en China. Ella también produjo sus propias adaptaciones culturales. Entre algunos cambios, la mayonesa se convirtió en salsa de soja, los Pérez derivaron en los Lin, los Reyes Magos, casi desconocidos, fueron sustituidos por Papá Noel y el Pájaro Loco dejó su lugar a la Pantera Rosa. 

Una derivación interesante de este artículo es la historia de su primera traducción al chino: "Sanmao", seudónimo de Chen Ping, nacida en Chongqing, en la provincia de Sichuan, pero luego de la caída del Kuomingtang en China continental, emigrada a Taiwan con su familia siendo una niña. Me sorprende que sus traducciones y obras fueran toleradas en Pekin. En esta exposición de 2025 se promueve una traducción nueva de la editorial Neocogito, a cargo de Jian Jisong, pero se desprende del artículo que la primera edición traducida por Sanmao entre 1976 y 1977 también era conocida en China. Es decir, en tiempos de Hua Guofeng y comienzos de Deng Xiaoping, y de la caida de la Banda de los Cuatro. Probablemente este último hecho fuera la razón de que Sanmao tuviera entrada en China continental. Pero el hecho de que hoy Mafalda tenga una exposición oficial en Shanghai, habla de una sorprendente sociedad civil.

La entrada en Wikipedia sobre Sanmao, al menos en español (veré la versión inglesa) tiene en algunos tramos incoherencias propias de una traducción automática, probablemente desde el Chino. Se puede leer a medias, aunque lo esencial está claro. 

La foto, del Instituto Cervantes de Shanghai, recreando la habitación de Mafalda 

jueves, septiembre 25, 2025

Homero y la Odisea


 Dice Andrea Calamari sobre Homero y su Odisea:

Cuando leemos una gran historia tendemos a olvidar que, en algún momento del proceso de escritura, el autor tuvo que decidir nada menos que el germen de su promesa: ¿qué frase pongo primero? 

El inicio marca el pulso.

 Los griegos lo tenían fácil porque el trabajo lo hacían las Musas. Ellas dictaban la historia y los poetas las cantaban.

Háblame, Musa, del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado el alcázar de Troya, conoció las ciudades y el genio de innúmeras gentes, muchos males pasó por las rutas marinas luchando por sí mismo y la vuelta al hogar de sus hombres, mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras.

Que no nos engañe Homero, no hay deidad que le haya podido dictar esta síntesis. El resumen que da inicio a la Odisea adelanta los hechos de los 12 primeros capítulos y se guarda gran parte para los 12 siguientes. Hay que ponerse las pilas con esto porque en 2026 se viene el estreno de la película de Christopher Nolan, cabe la posibilidad de que quiera jugar con el tiempo como lo hace siempre y no nos vendría mal recurrir a Homero para entenderla. Lo que se cuenta no empieza por el principio, que en el tiempo de la historia es la caída de Troya, tampoco con su protagonista sino con su hijo que, diez años después del fin de la guerra, sale de Ítaca a averiguar qué pasó con el padre. Debería haber vuelto, ¿no? El relato es una maravilla en el manejo del tiempo y el espacio y eso no sería ningún mérito si es un dictado divino, pero en algún momento las Musas dejaron de hacer el trabajo y la humanidad tuvo que inventar a los escritores. En adelante, todo quedaría en sus manos. Cada escritor se convertía en responsable de su creación, él y no una deidad, está a cargo de las decisiones: ¿cómo se debe contar esta historia?, ¿por dónde empezar?  

 Después de estas reflexiones de Calamari sobre la Odisea, más todavía la obra me resulta cercana, aunque tres mil años nos separen.

 Homero en Wikipedia.

La imagen en Wikipedia: Por Originally from en.wikipedia; description page is/was here.. Original uploader was JW1805 at en.wikipedia, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2171360 

domingo, septiembre 14, 2025

Estrategia perdedora


 Un excelente artículo de Alerto Ades, en Seul, sobre la estrategia que Donald Trump aplica en las relaciones internacionales, en un momento delicado que requiere una dirección inteligente y clara en geopolítica. Ades reconoce que Trump es hábil para negociar, pero sostiene que no comprende la diferencia entre regatear un acuerdo comercial y tomar posiciones en una lucha global. "un poder que se ejerce sin diseño, sin horizonte, sin brújula".

Dice Ades:

El problema no es que Trump carezca de habilidad para cerrar acuerdos. Por el contrario: ha demostrado, dentro y fuera del gobierno, una notable destreza para la transacción directa, el apretón de manos televisado, el titular diseñado para el impacto inmediato. El límite aparece cuando confunde la lógica del poder con la del negocio. Lo que en una inmobiliaria puede parecer pragmatismo –presionar, firmar, mostrar resultados–, en política internacional se convierte en miopía. El verdadero drama es conceptual: Trump aplica la lógica económica con los adversarios y la lógica del poder con los aliados. Es decir, hace exactamente lo contrario de lo que exigiría una estrategia duradera. A diferencia de la economía, donde el intercambio puede beneficiar a ambas partes, en la geopolítica el poder es un recurso finito y excluyente. Si una base militar pasa a la órbita de Beijing, deja de estar disponible para Washington. Si un tratado lo redacta China, no lo define Estados Unidos.

 (...) El resultado es una asimetría peligrosa. Putin y Xi saben que juegan un partido de suma cero. Cada conversación, cada gesto, cada pausa diplomática es un instrumento para avanzar posiciones. Trump, en cambio, los aborda como oportunidades de win-win y los convierte en espectáculo. Necesita titulares, proclamaciones instantáneas de éxito. Esa urgencia lo vuelve previsible. Mientras busca victorias personales, sus adversarios manipulan el tablero a su favor. Es la diferencia entre el estratega y el comerciante: entre quien calcula equilibrios de poder y quien actúa para la foto.

Ades estima tres escenarios futuros en la lucha por la hegemonía. Las tendencias actuales permiten proyectar, con inquietud creciente, tres desenlaces posibles. Todos son problemáticos para Occidente

1. Orden dual: el regreso de los bloques. Este escenario remite a la Guerra Fría. El repliegue estadounidense no destruye el orden, sino que lo reorganiza en dos bloques. Estados Unidos retiene su red de alianzas, aunque desgastada; China y Rusia consolidan un sistema alternativo con instituciones propias, estándares tecnológicos y narrativa de legitimidad. Las organizaciones multilaterales (OTAN, G7, OMC) pierden eficacia porque Trump las reduce a escenarios de reclamo bilateral, y no las concibe como multiplicadores de poder colectivo. No hay dominio de un bloque sobre otro, sino confrontación permanente entre dos sistemas paralelos, con fronteras menos visibles, pero igual de excluyentes. El mundo no se reconfigura: se desvincula.

2. Orden emergente: la consolidación autoritaria. Estados Unidos no preserva ni siquiera un liderazgo acotado. Lo transfiere, paso a paso, a las potencias revisionistas. China y Rusia formalizan una alianza estratégica con estándares propios y redes funcionales en Asia, África y América Latina. La diplomacia errática de Washington acelera ese desplazamiento. India, Brasil y Turquía consolidan su acercamiento a Moscú y Beijing, no por afinidad ideológica, sino por pragmatismo: prefieren un bloque que piensa a largo plazo antes que un socio que cambia de prioridades con cada administración. Mientras tanto, la presión sobre Europa (aranceles, reproches, condicionamientos) erosiona la confianza. Europa no busca autonomía por ambición, sino por supervivencia institucional frente a un aliado cada vez más errático. El mundo no se desordena: se reorganiza contra Estados Unidos.

3. Sin orden: la fragmentación caótica. El tercer escenario es el más extremo: la entropía sistémica. No hay bloques. No hay sustituto hegemónico. Solo un vacío de liderazgo que multiplica los conflictos. Estados Unidos conserva poder militar, pero carece de coherencia estratégica. China expande su influencia, pero no logra estabilizar ninguna región, en parte por las señales contradictorias que emite Washington. Rusia actúa como saboteador sistémico, interpretando cada gesto de buena voluntad como una grieta por donde colarse. Europa no se fragmenta por ambición, sino por parálisis: nunca sabe si Washington la considera aliada o competidora. Como ocurrió tras la caída del Imperio Romano o durante el período de entreguerras, el sistema pierde referencias comunes y se transforma en un mosaico inestable. Ya no hay centro. Solo deriva. Lo que emerge no es un nuevo orden, sino un archipiélago desconectado de alianzas inciertas.

 Concluye Ades:

El poder real no se mide en decibeles ni en puesta en escena, sino en la capacidad de construir coaliciones duraderas que inclinen el tablero en favor propio. Trump muestra lo contrario: cómo la mayor ventaja estratégica de Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría se convierte en prólogo de su decadencia internacional. No es que Washington deje pasar oportunidades: es que él las entrega, una por una, a quienes buscan desmantelar el orden que Estados Unidos construyó —y del cual fue el principal beneficiario. 

Trump hace lo que sus electores aprueban (vacunas, salud,  educación, Universidades, Justicia...) 

¿Quiénes están equivocados? 

La foto de Ades, en La Nación