miércoles, enero 06, 2010

Argentina saquea sus reservas tras liquidar sus pensiones

A la expropiación de los fondos de pensión argentinos, le sigue ahora la libre disponibilidad de las reservas monetarias del Banco Central. Una vez más, la continuidad jurídica no existe; a la independencia del Banco Central y de sus autoridades, que se estableciera por ley, se la sobrepasa con decretos de necesidad y urgencia, ya que el recurso a la imposición de cambios legislativos se ha tornado imposible. Camino a su ocaso, el peor gobierno argentino en mucho tiempo no cesa de comprometer el futuro económico y social. Lamentablemente, el gobierno pasará (y nadie garantiza que el siguiente será mejor), pero las atrocidades económicas e institucionales asestadas al país, quedarán. Y sin duda las pagaremos.

Sobre la crisis del Banco Central, dice José Luis Espert, en La Nación:

La última delicia del gobierno de Cristina Fernández contra otra institución de la República ya está en marcha. El zarpazo sobre las reservas del BCRA y la demonización de su presidente, será el tema excluyente de los próximos días.

El kirchnerismo es notablemente más noventista de lo que se vende. Hagamos un poco de historia. Acosado por la crisis fiscal que él mismo prohijó durante los 90, en abril de 2001, Domingo Cavallo (instalado en la poltrona de Economía), denunció un complot de parte del menemismo residual que encarnaba el entonces presidente del BCRA, Pedro Pou, porque éste se negaba a entregarle reservas internacionales para evitar el ajuste fiscal que, por culpa del mediterráneo, terminaría por hacerse de manera caótica desde fines de 2001 hasta casi el epílogo de 2002.

El 25 de abril de 2001, a pedido de Cavallo, el entonces presidente Fernando de la Rúa firmó el decreto 460/2001, que destituyó a Pou por "mediar mala conducta", sólo 24 horas después de recibir el informe de la comisión parlamentaria bicameral que acusó al funcionario de irregularidades en el control del sistema financiero. Poco después y ya con Roque Maccarone como nuevo presidente del BCRA, Cavallo obligó a los bancos a repatriar los requisitos de liquidez en dólares que tenían depositados en la sucursal Nueva York del Deutsche Bank y luego se llevó esos dólares mediante la colocación una letra del Tesoro. La alquimia monetaria de Cavallo sólo sirvió para acelerar la corrida de depósitos que venía asolando a De la Rúa desde comienzos de aquel año y precipitar su fin como presidente de los argentinos.

De la misma manera, aunque el final seguramente no será tan trágico, los pingüinos de hoy, que ya se llevaron US$ 10.000 millones de reservas del BCRA en enero de 2006 para cancelar la deuda con el FMI y que éste no metiera más sus narices en el engendro económico K, pretenden alzarse con otros US$ 6600 millones. Si Redrado no entrega el honor que le queda, es probable que le espere un camino muy similar al que recorrió Pedro Pou hace casi 9 años.

Acá hay dos temas de fondo. Uno el fiscal. Hoy la sociedad asiste atónita a un Estado que gasta la enormidad de $430.000 millones por año (como nunca en la historia) supuestamente con fines sociales y sin embargo, la pobreza y la indigencia ya superan las cifras del denostado (con toda la razón) menemismo. Y para peor, tampoco hay justicia (fijarse sino el vergonzoso fallo de Oyarbide sobreseyendo a los Kirchner por enriquecimiento ilícito), seguridad (los delincuentes nos matan como si los ciudadanos de a pie fuéramos moscas), no hay educación (los bochazos en los exámenes de ingreso en las universidades estatales son salvajes) y la salud provista por los hospitales públicos flaquea.

O sea, los $400.000 millones anuales de impuestos que recauda el Estado es, básicamente, dinero tirado a la basura o dinero para la caja kirchnerista, a gusto del consumidor. Y con tal de no bajar, no el nivel, sino la tasa de crecimiento del gasto público (el amiguisimo, clientelismo y corrupción de los K), el Gobierno puede robar los ahorros de los que estaban en una AFJP, usar los DEG emitidos por el FMI que Argentina compró emitiendo deuda pública y también las reservas del BCRA. Lo único que no se achicará en el mundo del matrimonio santacruceño es el tamaño del Estado, transformando al sector privado en un ente cada vez más raquítico y clientelista.

El otro tema es por qué el salvajismo K llegó a estos límites. El decreto de necesidad y urgencia que creó el engendro de las llamadas "reservas de libre disponibilidad" en diciembre de 2005 (engendro porque tal definición de reservas no existe porque cada dólar que tiene el BCRA, en realidad, los debe), fue avalado por el directorio del BCRA, el procurador del Tesoro y el Congreso Nacional por ley. Claro, el decreto decía que las reservas de libre disponibilidad eran sólo para pagar deuda con organismos internacionales como el "cuco" del FMI. Era "progre", nacional y popular sacarnos de encima semejante piedra en el zapato.

El nuevo DNU, es simplemente dar un paso más (horrible por cierto) en la irresponsabilidad fiscal e institucional de los K porque permite que las mal llamadas reservas de libre disponibilidad, se usen para pagar todo tipo de deuda pública, no sólo con organismos mundiales. La oposición política que votó la ley 26.076 el 21 de diciembre de 2005 y el BCRA que avaló el decreto 1599/2005, no tienen demasiados argumentos técnicos y de peso histórico que avalen el escándalo que están haciendo hoy en defensa de la autarquía y la independencia del Banco Central. Dijeron que sí a algo muy parecido a lo de hoy cuando el favor popular hacía que la palabra K fuera sagrada.

Deberían haberse acordado hace 4 años cuando cerca de la Navidad de 2005 nos "regalaron", cual Papá Noel, el fin de la supuesta gayola en la cual nos tenía atrapados el FMI a los argentinos. Igual que cuando validaron la eliminación de las AFJP por ley. ¿En qué cabeza cabía pensar que los K no iban a usar los ahorros de los que estaban en capitalización para financiar su proceso de cooptación de todo? Obvio que la UCR y demás, tratarán de dificultarle el camino a 2011 a los Kirchner, pero la verdad, no tienen demasiados argumentos para oponerse. De todas maneras, más vale tarde que nunca.

Y finalmente, como se dice habitualmente: en economía se puede hacer cualquier cosa, lo que no se puede es evitar las consecuencias.

La foto, de Miguel Acevedo Riú: El personal del Banco Central sale a sus puertas para apoyar a su director, en La Nación.

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