lunes, octubre 27, 2025

Cien años de Celia Cruz

Osvaldo Bazan en Seul, en el centenario del nacimiento de Celia Cruz, le dedica  un largo y elogioso artículo: 

Tuve la suerte de estar allá (un acto en Central Park) en su homenaje en medio de gente con camisas con muy buen gusto y colorido bailando al son de los artistas que subieron al escenario para homenajear a Celia Caridad Cruz Alfonso, quien desde su barrio humilde de Santos Suárez en La Habana llegó a ser la voz de la libertad en el mundo gracias al empujón que le dio Fidel Castro. Un empujón casi literal.
Esa tarde en Central Park, viendo la alegría de venezolanos, cubanos, nicaragüenses, me pregunté por qué Celia Cruz no significa en Argentina lo que significa en gran parte del continente. También supe allá que más temprano que tarde iba a terminar escribiendo esto que hoy escribo en homenaje a todos los que allá, con tantas razones para llorar, bailaban de alegría. Porque la vida, lo saben gracias a esa negra hermosa que algún día dijo "siempre fui fea y la gente me quiere así, ¿por qué me haría una cirugía plástica?", la vida, decía, es un carnaval. 

Una buena parte del artículo está enfocado en la indiferencia en Argentina hacia ella, en primer lugar, de parte de quienes tienen el poder de contratar. Repitiendo algo que hemos visto en la literatura, quienes no fueran bendecidos por Fidel, no serían reconocidos en Argentina. Como dice Bazán, Silvio Rodríguez sí, pero Celia Cruz no. El hecho está bien descrito en la comparación entre Mercedes Sosa, y Celia Cruz. 

Es un fenómeno que también se reproduce en el mundo artístico español. Merece leerse.

  

domingo, octubre 26, 2025

Soberbia

Encarni  Bao Aguirre, en su newsletter del 20 de octubre, en Las Provincias:

Un periodista del Huffpost preguntó a la portavoz de la Casa Blanca quién había elegido precisamente Budapest para la cumbre con Putin. «Tu madre», contestó Caroline Leavitt. Después llegó el vídeo en el que Trump respondió a las multitudinarias manifestaciones bajo el emblema ‘No Kings’ en las grandes ciudades de EE UU. Ya lo han podido ver, a los mandos de un caza, arrojando toneladas de mierda encima de los manifestantes. La Inteligencia Artificial proporciona al presidente la versión escatológica de lo que ya está llevando a cabo con sus despliegues militares en Los Ángeles o Washington, con sus redadas contra inmigrantes, con un cierre de la Administración federal que ya dura tres semanas. No conviene echar en saco roto la imagen de una avión militar estadounidense atacando a sus propios ciudadanos.

 

lunes, octubre 20, 2025

Rob Riemen II


 De la entrevista de Letras Libres a Rob Riemen

Riemen recuerda una frase de Thomas Mann ( “La defensa de la razón frente a la sangre y el instinto no implica que su capacidad creativa deba ser sobrestimada. La creatividad es solo el sentirse guiado por la razón, es un amor siempre activo”). Con esta reflexión, aborda razón, creación, pensamiento, imaginación:

 En 1935, Husserl dio su famosa conferencia sobre la crisis de la ciencia y se preguntó por qué la filosofía no podía curar al mundo. Planteó el mismo argumento: algo fallaba en el concepto de racionalidad. La racionalidad se convirtió en algo instrumental, que ya no tenía relación con lo que solía ser, es decir, el logos. Horkheimer escribió un libro entero sobre la diferencia entre la razón cuando se racionaliza por completo y la razón como expresión del logos, del lenguaje, del mundo de las ideas.

Nadie ha pedido nacer, pero una vez que estás aquí, te preguntas: “¿Quién soy? ¿Qué voy a hacer con esta vida?”. Esta pregunta te perseguirá hasta el final de tus días. Para tomar las decisiones correctas, necesitas un cierto tipo de conocimiento, o incluso sabiduría. La inteligencia artificial no te dará buenos consejos; el consejo que suele dar es que es mejor que te suicides, así que no lo sigas. La economía no te dará una respuesta, la tecnología no te dará una respuesta. La respuesta solo puede venir del mundo de la filosofía y del mundo de las musas (el arte). Eso es lo que dijo Sócrates. Lo llamamos Bildung, podemos llamarlo educación, pero eso es lo que es.

¿Por qué? Porque la filosofía te ayuda a pensar. Y la música, la literatura, el arte… están ahí para ayudarte a expresarte y también te dan el poder de la imaginación. Ahora, imagina que no puedes imaginar. Estarías preso en ti mismo, en el statu quo. Las musas son cruciales. ¿Hasta qué punto es racional la imaginación? No es racional, es imaginación. Pero es uno de los dones más importantes que tenemos. Me han dicho que hubo un problema aquí con una influencer que dijo que las personas que leen no deben pensar que son mejores que los demás. Yo le diría a esa joven que no debe olvidar que solo es parte de una moda pasajera y que, en un par de años, nadie sabrá siquiera quién es. No se trata de ser mejor, pero sí, hay cierta sabiduría en la lectura. No hay garantía de que las personas hagan cosas buenas con esa sabiduría, pero sin ella no tienes nada, porque todas las capacidades que necesitas para salir adelante en la vida desaparecerán.

 Una traducción de las conferencias de Husserl se puede encontrar en The Internet Archive.

 La foto de Husserl, en Wikipedia: Por Unknown (Mondadori Publishers) - http://www.gettyimages.co.uk/detail/news-photo/portrait-of-the-austrian-naturalized-german-philosopher-and-news-photo/141555173, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=41238208

domingo, octubre 19, 2025

Rob Riemen: pensamiento y libertad


 Rob Riemen, en una entrevista de Ricardo Dudda en Letras Libres:

La clase intelectual se suicidó, empezando en los años sesenta con Foucault y algunos otros, hablando del posmodernismo. Repito una anécdota de un diario de Camus: él, Sartre y Malraux son invitados por este último a decidir si deben ponerse del lado de los estadounidenses o de Stalin en lo que respecta a los derechos humanos. Sartre, por supuesto, defiende completamente a Stalin frente a los estadounidenses. Y entonces es Camus quien dice: “¿No crees que nosotros, que venimos del mundo de Nietzsche y el nihilismo, tenemos la obligación moral de decirle a la gente que hay valores morales y que tenemos que defenderlos?”. Ese fue el comienzo de la ruptura entre ellos. Por desgracia, Sartre ganó y Camus perdió.

Y así, el mundo intelectual comenzó a promover que no existe la verdad, ni la bondad, ni la belleza. Recuerdo muy vívidamente que en 2008, cuando publiqué la edición estadounidense de mi libro, di una conferencia en una universidad y algunos profesores me aconsejaron que no utilizara la palabra “belleza”. Les pregunté: “¿Por qué no?”. Me respondieron: “Porque es un concepto controvertido”. 

Ya no podemos saber qué es la belleza. Básicamente, les dije, de una manera más educada, que se fueran al carajo. Les dije: “Miren, mi madre estuvo en un campo japonés, mi padre era un líder sindical que comenzó en una fábrica. Sé más sobre el mundo de la justicia social de lo que ustedes jamás sabrán. Ya le han quitado todo a la gente. ¿Ahora también quieren quitarle la belleza porque es un concepto controvertido?”. 

La imagen, en su pagina

sábado, octubre 04, 2025

Una visión española sobre China

 


 Una reflexión de Zigor Aldama, periodista de asuntos internacionales, para "Las Provincias". Aldama compara su primera visita a China en 1999, con la última, este año. Una comparación entre un occidente en caída, y una China en alza. Su declaración de intenciones: "no solo para levantar acta de la gran transformación del segundo país más poblado del mundo, con sus luces y sus sombras. También para certificar el preocupante declive y la dolorosa degradación de España y del resto de Europa. Porque las comparaciones pueden ser odiosas, pero muchas veces es imprescindible hacerlas para saltar de la olla en la que somos esa rana que va cociéndose sin darse cuenta y dejar de fijarse en detalles irrelevantes que solo sirven para hacerle el juego a la vergonzosa polarización política que caracteriza a nuestro país".
Tomo su comparación entre Shenzhen, Zona Económica Especial,  en 1999 y ahora:

 Ha pasado un cuarto de siglo desde que puse un pie por primera vez en China, adonde llegué dejando a mi familia preocupada porque iba a «un país del Tercer Mundo» por mi cuenta y riesgo. Aterricé en Hong Kong, la China menos china debido a un siglo de tamiz colonial británico. En 1999, era una ciudad que se antojaba futurista, con un toque distópico. Al cruzar la frontera con Shenzhen, ya en la China comunista, el choque fue tremendo.
Esa localidad, en origen un pueblo de pescadores del que nunca antes había oído hablar -preocupante es que muchos aún no lo hayan hecho-, había sido designada por Deng Xiaoping como una de las Zonas Económicas Especiales que servirían al régimen para experimentar con las reformas destinadas a despertar al dragón dormido y desarrollar el potencial del que, supuestamente, ya había advertido Napoleón.
Shenzhen era el Lejano Oeste, versión oriental: un monstruo en construcción en el que se concentraban por igual mafias y el ansia de un desarrollo que borrase la catástrofe del maoísmo; un lugar con mala fama por su peligrosidad y que, sin embargo, atraía a emprendedores que querían hacer realidad sus sueños de riqueza. Era una extraña y fascinante dicotomía que unos años después Jess Row reflejó muy bien en las historias de ‘The train to Lo Wu’. Y Luohu fue, precisamente, el paso fronterizo por el que crucé a territorio propiamente chino. La valla coronada con concertinas que aún hoy perdura separaba entonces el orden de Hong Kong del caos de una China cuyo PIB nominal se asemejaba al de España.
En 1999, Shenzhen tenía 6 millones de habitantes y no contaba con un sistema de metro; mi ciudad natal, Bilbao, con poco más de 300.000 residentes, ya había estrenado su primera línea y asombraba al mundo con un ‘efecto Guggenheim’ fruto de políticas a largo plazo que muchas otras ciudades iban a tratar de replicar. En 1999, China no tenía ni un solo tren de alta velocidad, y se tardaban 28 horas en llegar de Shenzhen a Pekín en una de sus vetustas serpientes de metal verde; el AVE español era la joya de la ingeniería europea y Bilbao se preparaba para recibirlo en 2012.
En 2025, Shenzhen ha crecido hasta los 17,5 millones de habitantes y se ha convertido en el único centro tecnológico mundial capaz de hacer frente a Silicon Valley. Es una ciudad extremadamente segura, limpia, moderna, con once líneas en su mapa de metro y varias estaciones de trenes de alta velocidad que recorren los 2.000 kilómetros que la separan de la capital nacional en menos de 8 horas. Aquellos retrasos de horas sobre raíles, tan habituales en el arranque del siglo XXI, se han convertido en una puntualidad japonesa. Ni un minuto se demoran los convoyes. Los mendigos, a menudo tullidos y desfigurados que pululaban por las calles y llevaban las limosnas a quienes traficaban con ellos, ya no existen. Algunos pensarán que los chinos se los han comido o los han ejecutado: la realidad es que la clase media de China ha explotado y que la extrema pobreza ha sido erradicada prácticamente por completo. Buen reflejo de cómo ha dado la vuelta la tortilla es que ahora son los hongkoneses los que cruzan a Shenzhen para quedar boquiabiertos con su desarrollo y futurismo, mientras la excolonia británica languidece estancada.

Para Las Provincias, en su Newsletter "El mundo explicado", el 1 de octubre. 

Un cambio de hegemonías indudable. Si la comparación la hiciéramos contra América Latina, el resultado sería catastrófico. ¿Nadie está dispuesto al menos a reflexionar sobre el mundo que se avecina inexorablemente? 

La foto, en Wikipedia: By Charlie fong - Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=98372325

domingo, septiembre 28, 2025

Mafalda en un cruce de tiempos y sociedades


 Shanghai, 2025: el Instituto Cervantes organiza una exposición, "Bienvenidos al mundo de Mafalda", para conmemorar su sexagésimo aniversario.  Es organizadora de la exposición Lucía Carzoglio, que también escribe el artículo publicado por Letras Libres

Mafalda en China, en Shangai... Parece haber una identificación con su  personaje, su familia, su entorno, aquello que fue Buenos Aires en los años sesenta. Es más que interesante una identificación con un ambiente ambiguo, donde podía haber un señor con un "palito de abollar ideas", pero también una sociedad que tenía expectativas. No es la China de Mao, sino la de Xi Jinping. Más allá de los propósitos y objetivos del Partido gobernante, la sociedad vive. Algunos conceptos del artículo:

“Su espíritu me hace acordar mucho a las nuevas generaciones”, dice ante la televisión local una mujer de mediana edad. En una ciudad con casi 35 millones de habitantes, donde la clase media ha llegado al 66 por ciento en menos de veinte años, esta lectura no es casual. Al fin y al cabo, Mafalda ilustraba en los años sesenta a la familia de clase media argentina. Una clase que no solo se expandía en ese país, sino también en todo el continente, y que comenzaba a generar sus propios productos culturales: el rock en español, las revistas juveniles y una creciente conciencia de estar en el mundo. Preocupada por la paz y la pobreza, los derechos de los niños y la mujeres, sus ideas, preguntas y reflexiones interrogaban a los adultos. “Mafalda es nuestra ‘voz prestada’”, define Hang Jingou, traductora del libro Universo Mafalda, en el que está basado parte de la exposición. 

En China, la primera edición de Mafalda entró por la puerta grande. Su imagen quedó asociada a la fama de su primera traductora: Sanmao, la autora más leída de todo el universo sinoparlante entre los setenta y noventa. En una época en la que viajar era algo impensado, ella no solo hablaba español, sino que además escribía desde lugares remotos. Símbolo de libertad y deseo individuales, la escritora instaló una educación sentimental en toda una generación que salía del colectivismo. De hecho, según cuenta en uno de los prólogos, ella conoció la tira mientras vivía en el Sáhara Occidental, todavía colonia española. Su esposo José fue quien compró un ejemplar en la única librería del desierto.
Mito o realidad, lo cierto es que Sanmao tradujo las primeras tiras de Mafalda entre 1976  y 1977, una etapa temprana en la difusión internacional de la niña argentina. Con un título más explicativo, Las cosas de este mundo a través de los ojos de los pequeños, y una portada en la que su nombre aparecía más grande que el de Quino, el cómic fue todo un éxito.

En su traducción, Sanmao acercaba a Mafalda a una niña china. No solo adaptó expresiones, giros y hasta onomatopeyas: “ba! ba!” hacían las bocinas de los autos en China. Ella también produjo sus propias adaptaciones culturales. Entre algunos cambios, la mayonesa se convirtió en salsa de soja, los Pérez derivaron en los Lin, los Reyes Magos, casi desconocidos, fueron sustituidos por Papá Noel y el Pájaro Loco dejó su lugar a la Pantera Rosa. 

Una derivación interesante de este artículo es la historia de su primera traducción al chino: "Sanmao", seudónimo de Chen Ping, nacida en Chongqing, en la provincia de Sichuan, pero luego de la caída del Kuomingtang en China continental, emigrada a Taiwan con su familia siendo una niña. Me sorprende que sus traducciones y obras fueran toleradas en Pekin. En esta exposición de 2025 se promueve una traducción nueva de la editorial Neocogito, a cargo de Jian Jisong, pero se desprende del artículo que la primera edición traducida por Sanmao entre 1976 y 1977 también era conocida en China. Es decir, en tiempos de Hua Guofeng y comienzos de Deng Xiaoping, y de la caida de la Banda de los Cuatro. Probablemente este último hecho fuera la razón de que Sanmao tuviera entrada en China continental. Pero el hecho de que hoy Mafalda tenga una exposición oficial en Shanghai, habla de una sorprendente sociedad civil.

La entrada en Wikipedia sobre Sanmao, al menos en español (veré la versión inglesa) tiene en algunos tramos incoherencias propias de una traducción automática, probablemente desde el Chino. Se puede leer a medias, aunque lo esencial está claro. 

La foto, del Instituto Cervantes de Shanghai, recreando la habitación de Mafalda 

jueves, septiembre 25, 2025

Homero y la Odisea


 Dice Andrea Calamari sobre Homero y su Odisea:

Cuando leemos una gran historia tendemos a olvidar que, en algún momento del proceso de escritura, el autor tuvo que decidir nada menos que el germen de su promesa: ¿qué frase pongo primero? 

El inicio marca el pulso.

 Los griegos lo tenían fácil porque el trabajo lo hacían las Musas. Ellas dictaban la historia y los poetas las cantaban.

Háblame, Musa, del hábil varón que en su largo extravío, tras haber arrasado el alcázar de Troya, conoció las ciudades y el genio de innúmeras gentes, muchos males pasó por las rutas marinas luchando por sí mismo y la vuelta al hogar de sus hombres, mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras.

Que no nos engañe Homero, no hay deidad que le haya podido dictar esta síntesis. El resumen que da inicio a la Odisea adelanta los hechos de los 12 primeros capítulos y se guarda gran parte para los 12 siguientes. Hay que ponerse las pilas con esto porque en 2026 se viene el estreno de la película de Christopher Nolan, cabe la posibilidad de que quiera jugar con el tiempo como lo hace siempre y no nos vendría mal recurrir a Homero para entenderla. Lo que se cuenta no empieza por el principio, que en el tiempo de la historia es la caída de Troya, tampoco con su protagonista sino con su hijo que, diez años después del fin de la guerra, sale de Ítaca a averiguar qué pasó con el padre. Debería haber vuelto, ¿no? El relato es una maravilla en el manejo del tiempo y el espacio y eso no sería ningún mérito si es un dictado divino, pero en algún momento las Musas dejaron de hacer el trabajo y la humanidad tuvo que inventar a los escritores. En adelante, todo quedaría en sus manos. Cada escritor se convertía en responsable de su creación, él y no una deidad, está a cargo de las decisiones: ¿cómo se debe contar esta historia?, ¿por dónde empezar?  

 Después de estas reflexiones de Calamari sobre la Odisea, más todavía la obra me resulta cercana, aunque tres mil años nos separen.

 Homero en Wikipedia.

La imagen en Wikipedia: Por Originally from en.wikipedia; description page is/was here.. Original uploader was JW1805 at en.wikipedia, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2171360 

domingo, septiembre 14, 2025

Estrategia perdedora


 Un excelente artículo de Alerto Ades, en Seul, sobre la estrategia que Donald Trump aplica en las relaciones internacionales, en un momento delicado que requiere una dirección inteligente y clara en geopolítica. Ades reconoce que Trump es hábil para negociar, pero sostiene que no comprende la diferencia entre regatear un acuerdo comercial y tomar posiciones en una lucha global. "un poder que se ejerce sin diseño, sin horizonte, sin brújula".

Dice Ades:

El problema no es que Trump carezca de habilidad para cerrar acuerdos. Por el contrario: ha demostrado, dentro y fuera del gobierno, una notable destreza para la transacción directa, el apretón de manos televisado, el titular diseñado para el impacto inmediato. El límite aparece cuando confunde la lógica del poder con la del negocio. Lo que en una inmobiliaria puede parecer pragmatismo –presionar, firmar, mostrar resultados–, en política internacional se convierte en miopía. El verdadero drama es conceptual: Trump aplica la lógica económica con los adversarios y la lógica del poder con los aliados. Es decir, hace exactamente lo contrario de lo que exigiría una estrategia duradera. A diferencia de la economía, donde el intercambio puede beneficiar a ambas partes, en la geopolítica el poder es un recurso finito y excluyente. Si una base militar pasa a la órbita de Beijing, deja de estar disponible para Washington. Si un tratado lo redacta China, no lo define Estados Unidos.

 (...) El resultado es una asimetría peligrosa. Putin y Xi saben que juegan un partido de suma cero. Cada conversación, cada gesto, cada pausa diplomática es un instrumento para avanzar posiciones. Trump, en cambio, los aborda como oportunidades de win-win y los convierte en espectáculo. Necesita titulares, proclamaciones instantáneas de éxito. Esa urgencia lo vuelve previsible. Mientras busca victorias personales, sus adversarios manipulan el tablero a su favor. Es la diferencia entre el estratega y el comerciante: entre quien calcula equilibrios de poder y quien actúa para la foto.

Ades estima tres escenarios futuros en la lucha por la hegemonía. Las tendencias actuales permiten proyectar, con inquietud creciente, tres desenlaces posibles. Todos son problemáticos para Occidente

1. Orden dual: el regreso de los bloques. Este escenario remite a la Guerra Fría. El repliegue estadounidense no destruye el orden, sino que lo reorganiza en dos bloques. Estados Unidos retiene su red de alianzas, aunque desgastada; China y Rusia consolidan un sistema alternativo con instituciones propias, estándares tecnológicos y narrativa de legitimidad. Las organizaciones multilaterales (OTAN, G7, OMC) pierden eficacia porque Trump las reduce a escenarios de reclamo bilateral, y no las concibe como multiplicadores de poder colectivo. No hay dominio de un bloque sobre otro, sino confrontación permanente entre dos sistemas paralelos, con fronteras menos visibles, pero igual de excluyentes. El mundo no se reconfigura: se desvincula.

2. Orden emergente: la consolidación autoritaria. Estados Unidos no preserva ni siquiera un liderazgo acotado. Lo transfiere, paso a paso, a las potencias revisionistas. China y Rusia formalizan una alianza estratégica con estándares propios y redes funcionales en Asia, África y América Latina. La diplomacia errática de Washington acelera ese desplazamiento. India, Brasil y Turquía consolidan su acercamiento a Moscú y Beijing, no por afinidad ideológica, sino por pragmatismo: prefieren un bloque que piensa a largo plazo antes que un socio que cambia de prioridades con cada administración. Mientras tanto, la presión sobre Europa (aranceles, reproches, condicionamientos) erosiona la confianza. Europa no busca autonomía por ambición, sino por supervivencia institucional frente a un aliado cada vez más errático. El mundo no se desordena: se reorganiza contra Estados Unidos.

3. Sin orden: la fragmentación caótica. El tercer escenario es el más extremo: la entropía sistémica. No hay bloques. No hay sustituto hegemónico. Solo un vacío de liderazgo que multiplica los conflictos. Estados Unidos conserva poder militar, pero carece de coherencia estratégica. China expande su influencia, pero no logra estabilizar ninguna región, en parte por las señales contradictorias que emite Washington. Rusia actúa como saboteador sistémico, interpretando cada gesto de buena voluntad como una grieta por donde colarse. Europa no se fragmenta por ambición, sino por parálisis: nunca sabe si Washington la considera aliada o competidora. Como ocurrió tras la caída del Imperio Romano o durante el período de entreguerras, el sistema pierde referencias comunes y se transforma en un mosaico inestable. Ya no hay centro. Solo deriva. Lo que emerge no es un nuevo orden, sino un archipiélago desconectado de alianzas inciertas.

 Concluye Ades:

El poder real no se mide en decibeles ni en puesta en escena, sino en la capacidad de construir coaliciones duraderas que inclinen el tablero en favor propio. Trump muestra lo contrario: cómo la mayor ventaja estratégica de Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría se convierte en prólogo de su decadencia internacional. No es que Washington deje pasar oportunidades: es que él las entrega, una por una, a quienes buscan desmantelar el orden que Estados Unidos construyó —y del cual fue el principal beneficiario. 

Trump hace lo que sus electores aprueban (vacunas, salud,  educación, Universidades, Justicia...) 

¿Quiénes están equivocados? 

La foto de Ades, en La Nación 

domingo, agosto 31, 2025

Nombre prohibido

 

El futbolista pasado de River a Real Madrid se llama Franco; Franco Mastantuono. Un nombre relativamente común en Argentina. En mi recuerdo, algunos conocidos de nombre Franco eran de orígen italiano. Pero el nombre no cae bien en España, especialmente en ambientes  guerracivilistas, mientras nos acercamos a los cien años de la guerra. En fin, El Chiringuito arrimó la polémica. Lo que sigue es un fragmento de un comentario de José Santamarina, periodista deportivo argentino:

Unos días después le preguntaron a Xabi Alonso, el entrenador del equipo, qué pensaba del tema y cómo ayudaba al jugador a liberarse del ruido, y él respondió que no hablaba de eso con el chico. “Lo veo bien a Franco”, dijo.

Lo gracioso de la pregunta fue que nos quiso arrastrar a nosotros. “En Argentina ha llamado mucho la atención el escandalete que se montó”, le dijo el periodista español al técnico, mintiendo una repercusión que el tema no había tenido en esta esquina y ubicándonos también en el lugar de los desentendidos, como si acá no supiéramos de discutir horas y horas, o años y años, por cosas que pasaron en el siglo pasado.

Mastantuono ya se llamaba a sí mismo Mastantuono, al menos en la camiseta de River, pero allá heredaron el chiste brasilero de construir las marcas personales de los jugadores con sus nombres de pila, así que la tienda oficial del Real Madrid tomó sus recaudos y prohibió en la web el nombre de Franco para el encargo de camisetas. Se puede elegir el talle, después cualquier número, y cuando se escribe la palabra prohibida el casillero se pone rojo: Lo sentimos, este nombre o término no está disponible.

Probé, de curioso, variantes: resulta que no se puede poner Adolf ni Hitler, previsiblemente; no se puede Stalin, pero se puede Lenin; no se puede Che Guevara, pero se puede Fidel; no se puede Maradona, pero se puede Diego; no se puede Messi, pero se puede Leo; se puede Putin, se puede Kim Jong Un, se puede Nike aunque la camiseta sea Adidas, si uno quisiera joder la marca, como se hizo en la media maratón de Buenos Aires.

viernes, agosto 29, 2025

Mar del Plata


 Nos mudamos a Mar del Plata en 1963. Entonces era una ciudad de alrededor de trescientos mil habitantes, expandida  en los años de guerra y posguerra. Una ciudad de nuevos vecinos, provenientes de todo el país y del exterior, recién llegados para trabajar en la construcción, que crecía día por día, en el turismo, en la industria textil, en la actividad agrícola, en la pesca, que tuvo un momento excepcional durante la segunda guerra. Entonces probablemente era la ciudad que más y más rápido crecía en Argentina.

La vida social era la de una ciudad de provincias: un reducido grupo de notables locales ocupándose de los asuntos oficiales, y un buen número de pequeños comerciantes, agricultores, gente de pesca, hoteleros, y gente vinculada al turismo, participando en las cámaras profesionales, construyéndose en esos años como influyentes. Y una tercera categoría, que ya

entonces era más bien una sombra: los  terratenientes fundadores, llegados desde 1870, ilustres visitantes de los veranos, cuando abrían sus casonas frente a las playas, o en el campo próximo, aquellos que fueran el centro de las notas de sociedad de La Capital, el diario dueño de las noticias y los rumores. Es que Mar del Plata era (y es) una ciudad muy joven, fundada hoy hace solo 150 años, inventada para lugar de veraneo por los ganaderos y operadores de las finanzas que tenían sus campos allí frente al Atlántico. Diseñada primero en los planos y proyectos, y luego en la construcción de su núcleo originario, en el sitio donde años antes Francisco Ramos Mejía tenía sus campos y desarrollaron su experimento de comunidad religiosa con los indios pampas; donde Gregorio Lezama y Juan Nepomuceno Terrero tenían su ganado y luego José Coelho de Meyrelles su saladero y su puerto, un pequeño almacén de campo. De esa factoría nacieron los planes de urbanizar y crear un centro turístico, con el barón de Mauá, Coelho de Meyrelles, y luego Peralta Ramos y Luro, como impulsores. El nacimiento de Mar del Plata es un reflejo del modo en que creció la pampa después de la caída de Rosas, especialmente la provincia de Buenos Aires: oportunos financistas y ganaderos envueltos en negocios de compras de tierras, expropiaciones, ferrocarriles, ganadería, y acciones de proyectos financieros y urbanísticos. Sin embargo, el patrón de planificación de la ciudad sólo tiene semejanzas con el de la ciudad de La Plata: diseñada antes siquiera de fraccionar las tierras, con un objetivo bien planeado. No se trató de una ciudad creada para adelantar las fronteras, ni alrededor de las estaciones de ferrocarril, ni vinculada a colonias de inmigrantes.

Para el comienzo del siglo XX, ese plan inmobiliario era ya una ciudad de veraneo de la sociedad porteña, ideada al modo de los centros de Europa ("La Biarritz argentina"), y la ciudad fue creciendo en población por la multiplicación de servicios. Sólo veinte años después, su intendente comenzó a ser un socialista.

Conocía la ciudad desde niño, ya que mi abuela se mudó allí alrededor de 1950, así como tres de mis tíos. Muchos de nuestros veranos pasaron en su casa,  que probablemente conserve mis mejores recuerdos de niñez: los cientos de revistas de comics heredadas de mis tíos, los pinos de la entrada a la casa de madera, las peonías en el jardín, la música de los Strauss.

Allí hice prácticamente toda mi escuela secundaria y parte de la Universidad, estudiando en la Universidad Católica. Ésta  y la Provincial, por años, fueron la modesta opción local: o la Católica o la Provincial, o emigrar a La Plata o Buenos Aires; los estudios mejor estructurados eran los de Abogacía, Arquitectura, Ingeniería y Agronomía. Había también una facultad de Humanidades, donde se podían estudiar licenciaturas de literatura, historia, filosofía, matemáticas. Un cuadro de profesores local, sin una tradición de Universidad, y un universo de estudiantes sin tradición anterior. Recuerdo notar gran diferencia en el enfoque de estudios comparando con los pocos casos de estudiantes y profesores con experiencia forjada en otras universidades nacionales y extranjeras.

La vida cultural era limitada; un foco provenía de la Universidad, donde crecía con los años una complicidad entre egresados, profesores y alumnos; la biblioteca municipal, donde podías conseguir a Carnap, Russell, Whitehead; la librería Erasmo (Piglia también pasó por Erasmo), la Alianza Francesa. Otro antiguo foco estaba en las visitas de verano, que motivaban encuentros entre amigos de Buenos Aires y unos pocos privilegiados a quienes se abrían sus puertas. Pienso en la casa de Victoria Ocampo, el lugar más antiguo donde esos encuentros se daban, pero también alrededor del teatro de temporada, época de teatro liviano para turismo, pero también de reuniones y encuentros. Pasado el verano, todo ese chisporroteo desaparecía, y quedaba la vida de todos los días; volver al trabajo, a atender la cátedra, a los alumnos particulares, a planear la obra que ocuparía todo el invierno, a encontrarse en el cine club. La ciudad de Aurora Simonazzi, de Cleto Ciocchini, de Flores Kaperoxipi (¿dónde está su pintura marplatense?)

Los años de militares fueron un corte: sea por el ambiente endurecido, o sea por la pérdida de posibilidades económicas, la ciudad, por años, se apagó.  Desde entonces, Mar del Plata fue una ciudad de emigrantes. Primero Buenos Aires, a veces el sur, alguno al extranjero: respirar, olvidar. Con el cambio de siglo y el desastre económico, vino la diáspora: familias enteras a Estados Unidos, a España, a Italia, a Brasil. Todos pagamos un precio.

Para mí, es todo ya muy lejano...después de algunos años en Buenos Aires, nuevo mundo en Chile, en España. Mar del Plata es un recuerdo de la juventud, una vieja luz. Los años 50 y 60 pasaron irremediablemente, y esa ciudad sólo existe en la memoria.

Las fotos: la primera, el puerto de pesca próxima, alrededor de 1980. La segunda, la casa de Victoria Ocampo, convertida en museo, alrededor de 2012.

lunes, agosto 25, 2025

Jesús Monzón

 Dice Cristóbal Villalobos, en Zenda:

8 de junio de 1945. Hace tiempo que la Guerra civil ha terminado, pero muchos siguen la lucha por su cuenta. La policía entra en la casa de Jaume Serra, uno de los líderes de Joventut Combatent, un grupo al que se le atribuye el asesinato del jefe de la Falange de Reus. En la casa encuentran, enfermo en la cama, al líder comunista Jesús Monzón. Sus documentos falsos son tan buenos que lo ponen en libertad. Cuando sale de la Jefatura de Barcelona un policía lo reconoce y lo detiene en el acto. Lo trasladan a Bilbao y luego al presidio de Ocaña.

Aquella detención, dirá después Enrique Líster, le salva la vida. Sus compañeros del PCE lo habían condenado a muerte: sicarios de su propio partido esperaban para matarlo antes de llegar a Toulouse, donde había sido citado por La Pasionaria y por Santiago Carrillo. 

(...) En 1948 fue condenado a treinta años de prisión, de los que cumplió trece. Ese mismo año el PCE anunció su expulsión de forma paralela a la depuración de sus colaboradores más cercanos. Fue acusado de ser un traidor, un agente del imperialismo cuya misión era liderar una operación suicida con el fin de aniquilar a sus propios hombres. Durante años los comunistas vertieron falsas acusaciones sobre su persona: que si era un burgués al que le gustaban las señoras y las gambas, que si era homosexual, que si un capitalista… No podían tolerar que les hiciese sombra.

En la cárcel, aislado de sus antiguos compañeros, se dedicó a estudiar inglés y, a pesar de ser ateo, se convirtió en monaguillo del capellán. Liberado en 1959, recalaría en México, donde el Opus Dei le daría trabajo en una escuela de negocios. Fue así, bajo el manto del Opus, como volvió a España para fundar y dirigir el Instituto Balear de Estudios de Dirección de Empresas (IBEDE). 

Una historia más entre otras muchas de cuando todavía alguien podía seguir al comunismo. Orwell lo conocía bien.

En Wikipedia puede completarse la historia de Monzón. 

domingo, agosto 24, 2025

Deriva mexicana


Estos días leí en Letras Libres un artículo de Christopher Domínguez Michael, donde reprocha la ingratitud de  aquellos refugiados políticos venidos de América del Sur que fueron acogidos por México, y que, según Domínguez Michael, hoy guardan silencio frente a la deriva institucional del partido de gobierno. Dejando de lado que no creo que haya muchos que sobrevivan a los ya lejanos días de Videla, Pinochet y Bordaberry (Dominguez menciona específicamente a Argentina, Chile y Uruguay, sobre acontecimientos sucedidos hace cincuenta años), me preguntaría hasta qué punto se puede esperar algo distinto de gente que probablemente siga viendo a México como una revolución. ¿Qué tuvo de revolucionaria la masacre de Tlatelolco, en 1968?  (y todavía no gobernaban Pinochet o Videla)

A raíz de este artículo, estuve  recorriendo Wikipedia, para refrescar la memoria, y encontré de casualidad un hecho que refleja el ambiente: una pequeña diferencia entre la versión en castellano de la historia del PRI , y la versión en inglés del artículo, donde se cita lo siguiente dicho por Vargas Llosa:

In 1990, Peruvian writer Mario Vargas Llosa famously described Mexico under the PRI as being "the perfect dictatorship", stating: "I don't believe that there has been in Latin America any case of a system of dictatorship which has so efficiently recruited the intellectual milieu, bribing it with great subtlety. The perfect dictatorship is not communism, nor the USSR, nor Fidel Castro; the perfect dictatorship is Mexico. Because it is a camouflaged dictatorship." The phrase became popular in Mexico and around the world until the PRI fell from power in 2000.  

La versión inglesa no omite esta afirmación de Vargas Llosa, y se diría que no es una omisión cualquiera. Afortunadamente, el archivo de Wikipedia en este caso todavía persiste. Las citas de Wikipedia al artículo  pueden verse en https://archive.ph/20130112184033/http://www.terra.com.mx/noticias/articulo/973216/Vargas+Llosa+a+20+anos+de+Mexico+es+una+dictadura+perfecta.htm#selection-1019.1-854.88

y en El País: https://elpais.com/diario/1990/09/01/cultura/652140001_850215.html

La versión completa en Terra, dice así:

Mario Vargas Llosa, fue invitado por Octavio Paz, dueño y fundador de la revista Vuelta a un encuentro de intelectuales denominado, 'Encuentro Vuelta, El Siglo XX: La Experiencia de la Libertad'. En dicho evento, Vargas Llosa acuña la frase que recorrería el mundo entero y causaría un gran revuelo en México y sus instituciones: 'México es una dictadura perfecta'.

El escritor peruano, tras su dura crítica al sistema político mexicano el jueves 30 de agosto, abandonó repentinamente el país un día después. Varias fueron las hipótesis sobre su partida: Vargas Llosa alegó "razones familiares", el medio cultural sospechó presiones de Televisa y del gobierno mexicano.

A continuación se reproduce un extracto de la ponencia de Mario Vargas Llosa aquel 30 de agosto de 1990:

"Quisiera comentar brevemente la brillante exposición de Octavio. El dice que en distinción que yo hice de la transición hacia formas abiertas de sociedad en América Latina, no encontraba el caso de México.

Y al describir Octavio el caso de México, en cierta forma me parece que ha exonerado a México de lo que ha sido la tradición dictatorial latinoamericana.

Yo no creo que se pueda exonerar a México de esa tradición de dictaduras latinoamericanas.

Encaja en esa tradición con un matiz que es más bien el de un agravante: México es una dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la URSS, no es Fidel Castro, la dictadura perfecta es México. Porque es la dictadura camuflada. De tal modo que puede parecer no ser una dictadura, pero tiene de hecho, si le escarbas, todas las características de la dictadura; la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido inamovible, que concede cierto espacio para la crítica en la medida que esta crítica le sirve, pero que suprime por todos los medios, incluso los peores, aquella crítica que de alguna manera pone en peligro su permanencia.

Yo no creo que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual sobornándolo de una manera muy sutil, a través de trabajos, de nombramientos, de cargos públicos, sin exigirle una adulación sistemática como hacen los dictadores vulgares, pidiéndoles más bien una actitud crítica para garantizar la permanencia se ese partido en el poder. Un partido, de hecho, único.

Es una dictadura, puede tener otro nombre, sui generis, pero tanto es una dictadura que todas las dictaduras latinoamericanas han tratado de crear algo equivalente al PRI en sus propios países. Es una dictadura, no sólo a los que se refiere a la permanencia del poder, a la falta de una genuina democracia interna sino también en su incapacidad para realizar la justicia social. Creo que es muy importante que también en el caso de México se diga que aquí se vivió y se ha vivido durante décadas, con matices muy particulares el fenómeno de la dictadura latinoamericana.

Nosotros, como estoy seguro, lo quieren los demócratas mexicanos, queremos que esta democracia y liberación vaya hasta sus últimas consecuencias."  

Sin duda Domínguez Michael está pensando en alguien en particular, aunque no lo nombre. Pero su reproche falla por limitado. Los problemas no comienzan con Lopez Obrador. Hace muchos años que los mexicanos ven el vaso medio lleno. 

La foto, en Wkipedia: Por Marcel·li Perelló - my personal archive, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2471244 

 

domingo, julio 13, 2025

Orden y Caos

 


Lo que sigue es una reflexión de Andrea Calamari, a quien suelo leer en Seul, Jot Down y alguna vez en Zenda.

Estuve leyendo sobre Alcmeón, médico y filósofo griego. Al parecer, fue el primero, por lo menos en Grecia, en diseccionar cadáveres para estudiarlos: quería saber cómo estamos hechos.

Creo que no es tan famoso porque no tuvo uno de esos espléndidos nombres esdrújulos como Pitágoras, Aristóteles, Anaxágoras, Jenófanes, Heráclito o Empédocles. Aunque hubiera podido sobreponerse a esa trágica limitación nominal como lo hizo el también agudo Platón, que pegó un éxito al sacarle el jugo al esdrújulo Sócrates, porfiado en mantenerse ágrafo.

Entre otras deconstrucciones, Alcmeón diseccionó un ojo para observar los nervios que lo enlazan con el cerebro y así pudo arriesgar hipótesis acerca de lo que pasa adentro: una cosa es lo que percibimos a través de los sentidos y otra muy diferente es lo que nuestro cerebro procesa. Desconfiaba de la experiencia directa como método para el conocimiento porque era capaz de distinguir entre sensaciones y pensamientos en una época en que esa distinción no era lo más común (tal vez tampoco lo sea ahora). Eso le permitió trazar una raya entre los hombres y el resto de los animales. Alcmeón observó que los hombres mueren cuando no pueden unir el principio con el fin y sobreviven si son capaces de imaginar una significación para estos hechos.

Veamos: el nacimiento y la muerte son dos acontecimientos de nuestras vidas que nadie puede ver ni recordar. Eso nos une a cualquier otra especie animal. Lo que sí puede hacer el humano es imaginar objetos en los que todo está en concordancia con todo: a esos objetos los llamamos ficciones. Son modelos de mundo que hacen tolerable nuestro paso entre el comienzo y el fin.

En El sentido de un final, Frank Kermode habla de las distintas formas en las que las ficciones, históricamente, han intentado darle sentido temporal, es decir, con principio y fin, a lo que no lo tiene y el ejemplo que usa es la Biblia.

El primer libro es el Génesis y empieza, literalmente, ofreciéndonos un comienzo narrativo: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. Seguimos toda la historia y llegamos al final, no sólo del último libro, Apocalipsis, sino de la humanidad. Ya sabemos cómo terminará todo: profecía, plagas, la gracia del Señor Jesucristo y Amén.

Desde los primeros relatos orales, estos fueron los requerimientos primeros y más ingenuos que tenemos para con las ficciones: que nos cuenten una historia con principio y fin. Kermode dice que caemos al mundo in medias res, con la historia empezada. Entramos en medio de algo y, lo que es peor para nuestros pobres egos, nos morimos in mediis rebus, con la cosa en proceso. Todo tuvo lugar sin nosotros y todo va a seguir sin nosotros.

La vida real fluye, no espera a nadie. Contar una historia con principio y fin es armar un simulacro que nos permite darle un sentido a lo que no lo tiene; es a través de la ficción como somos capaces de encapsular el caos y eso nos complace porque nos calma. Con una ajustada trama de palabras logramos reducir la escala de lo inconmensurable.

La literatura y el cine son grandes objetos creados por el hombre porque trabajan con el tiempo en sentido narrativo: tienen una linealidad que inevitablemente nos lleva hacia un cierre. Unen esos principio y fin que, como advertía Alcmeón, quieren escaparse.

Por eso nos contamos historias.
Escribir es un gesto teatral

 (...) En fin, quien cuenta una historia manipula los hechos con el instrumento que tiene a mano: con encuadres, planos, música y montaje en el cine, con palabras en la literatura. Hace un objeto que no existía antes. Quien cuenta una historia con palabras elige unas por sobre cientos y miles de otras que desecha, ordena y organiza secuencialmente hechos de una manera que, al leerla, nos parece lógica, casi obvia. Como si se desprendiera de la realidad y no de la escritura. 

(...) Tendemos a aceptar las capacidades de la forma para alterar el contenido mucho más con el cine que con la literatura. Sabemos que el significado de lo que vemos en pantalla se desprende de una larga serie de decisiones que termina de cristalizar como cosa dada para el espectador gracias al montaje. El arte de cortar y pegar para dar sentido es central en el lenguaje cinematográfico y se puede ver con claridad pedagógica en el célebre efecto Kuleshov.

(...) La literatura plantea desafíos diferentes porque, a priori, es un arte mucho menos artificioso que el cine. No solemos pensar en la escritura como una tecnología y así caemos en la trampa de suponer que hay una relación natural entre las palabras y las cosas, o los pensamientos, sentimientos y emociones. A diferencia del cinematográfico, el lenguaje escrito es un saber técnico que manejamos todos más o menos desde los cinco años: lo usamos para escribir oraciones en el cuaderno de Lengua, para la lista de las compras, para mandar un WhatsApp o para llenar el diario íntimo, pero no hay nada natural en el hecho de escribir. Después de todo, la humanidad tardó miles y miles de años en hacerlo.

No hay nada más tramposo que pensar “voy a contar lo que me pasó” porque lo que te pasó o lo que pensás o lo que sentís es constitutivamente indecible. En la literatura, el lenguaje escrito no funciona de manera lineal como en la comunicación, no actúa como una traducción del interior subjetivo o el mundo objetivable. Es otra cosa, un objeto de fabricación propia.


(...) Las historias no están dadas: deben ser construidas a través de una manipulación que, bien o mal hecha, puede llevarlas a la gloria o al olvido.

No imagino mayor satisfacción para quien escribe que lograr que cada lector sienta, al leer su historia, que esa es su “forma natural”. Lo que le pasó a Ana Karenina es lo que Tolstói nos dijo, Lolita no tiene existencia posible más allá de Nabokov ni Gatsby sin Fitzgerald, Marte tiene la fisonomía que le dio Bradbury. Y esto no pasa sólo con las ficciones (en definitiva, todo lenguaje es ficcional) sino con cualquier gran relato: nuestra idea del Congo es la que nos dejó Conrad, la de la historia argentina es la que imaginó Mitre, el perfil definitivo de Sinatra es el que trazó Talese, el emperador Adriano es el que construyó Yourcenar.

En 1916, el ruso Kuleshov vio una película tan bien hecha que se dedicó a diseccionarla, fotograma a fotograma, cambiando el orden de las escenas para experimentar y ver qué otros sentidos posibles se desprendían a partir de una disposición distinta de los elementos. 

 Si, como dice Vargas Llosa, entre los hechos y las palabras que usamos para contarlos hay una distancia, entre el tiempo real y el de los relatos hay un abismo. El tiempo ficcional, el de toda escritura, es un artificio fabricado para conseguir ciertos efectos. Es como el montaje cinematográfico, una máquina narrativa donde el pasado puede ser posterior al presente, donde el tiempo es capaz de detenerse, dilatarse o contraerse, puede discurrir circularmente hacia el comienzo o ser un eterno presente capaz de contar una vida entera en un viaje de tres horas por la autopista hacia una quinta del conurbano.

El efecto Kuleshov está desarrollado en un comentario de Francisco Noriega. En el comienzo de esa discusión Noriega dedica un buen tiempo al "plano secuencia" del cine, a propósito de la serie Adolescencia. Vale la pena verlo.

Para conocer un poco más a Calamari, este reportaje es central.

O quizá la comparación de Salinger con Hemingway.

La imagen, de Seul