Volviendo sobre las advertencias de moda sobre la calidad en China, Xulio Ríos
publica un resúmen que abarca algunas de las aristas más destacadas de lo que las noticias corrientes implican.
Lo más sustancioso: la paradoja de una economía que crece y genera riqueza, en una sociedad que comienza a reclamar (reclamos violentos por la salud, por las políticas de hijo único, por los derechos laborales...); un crecimiento fuera de control, tanto en el terreno ambiental como social, con aumento vertiginoso del desequilibrio entre el campo y la ciudad, y entre la sociedad tutelada por el sistema comunista, versus la que escapa a su esfera.
Dice Ríos:
Consciente de los peligrosos efectos sobre la estabilidad interna y su imagen internacional, el PCCh y el Gobierno no se han quedado de brazos cruzados, aunque en su reacción predominan los “tics” de otras etapas. En primer lugar, se han aumentado los subsidios para garantizar un mínimo de subsistencia a la población rural. Por otra parte, la aprobación de una nueva normativa laboral ha ido acompañada de una intensa campaña contra la contratación ilegal de trabajadores y la inspección de numerosos centros de trabajo, especialmente en el sector privado. En tercer lugar, otra campaña se ha orientado al combate contra los clanes mafiosos en todo el país, con especial atención a los cultos perversos y religiones ilegales que proliferan en el campo, donde el orden social presenta crecientes grietas. En cuarto lugar, se ha decretado una movilización general en favor del ahorro de energía y contra la contaminación. En quinto lugar, el control político de los conflictos. A primeros de este mes, una circular del departamento de organización del PCCh estipulaba que la capacidad para contener la agitación social será un factor clave en la promoción de los funcionarios chinos y que los débiles no serán promovidos.
Poco de cuanto ocurre es nuevo. Lo novedoso es su transcendencia local e internacional. Lejos de ocultarlo, cada problema es utilizado como un señuelo para enviar un mensaje a la sociedad y a la comunidad internacional, evidenciando el compromiso con una gestión que aspira a recuperar el equilibrio y la “armonía”, palabra de orden del actual momento político chino. Pero la piedra de toque de todo el proceso es la lucha contra la corrupción. Solo el cabal cumplimiento de sus funciones por parte de los funcionarios a todos los niveles puede garantizar al Gobierno central la observación de sus políticas. Beijing, como señaló Hu Jintado en su discurso del 25 de junio en la Escuela Central del PCCh, quiere hacerse oír en todo el territorio chino restableciendo la disciplina y la lealtad ideológica interna. Así, mientras el Diario del Pueblo invita a los militantes del PCCh a mantener una actitud modesta y prudente, a llevar un estilo de vida sencillo y elegir bien su circulo de amistades, la Comisión Disciplinaria instruye expedientes sancionadores a miles de militantes (en lo que va de año, casi un 3% más que en 2006) y deja sentir su rigor con expulsiones ejemplares (como la del jefe del Partido en Shanghai, Chen Liangyu) y condenas a muerte (como la reciente del ex jefe de la agencia del medicamento de China, Zheng Xiaoyu). Desde mayo, los funcionarios que hayan incurrido en negligencia o abuso de poder serán avergonzados públicamente. El comportamiento ético, a todos los niveles, es lo que más se ha degradado en China en los últimos años.
Y Ríos concluye:
La utilidad a medio plazo de estas medidas, muy oportunas para que Hu Jintao afirme su poder de cara al XVII Congreso del PCCh, está por ver. La solvencia económica actual debería aprovecharse para afrontar las muchas contradicciones existentes, aliviar los problemas del campo, construir una red de seguridad social y mejorar la educación y la salud. Las autoridades lo saben. China dispone hoy día de mayores recursos para mejorar los servicios sociales. Esas carencias están en el origen de las múltiples tensiones del presente.
Es esta sociedad paradójica y atravesada por líneas tensas y contradictorias, la que está tratando de escalar su papel económico y comercial en el mundo global. La reacción oficial a los "desvíos" descontrolados en su relación comercial con el mundo,
como dijera Joseph Kahn en NY Times, recuerda al estado inicial del crecimiento estadounidense (
Like America’s industrializing economy a century ago, China’s is powered by zealous entrepreneurs who sometimes act like pirates). Seguramente los "excesos" serán controlados; no encontraremos en el futuro productos tan cuestionables como los listados en
Who Sucks, la esclavitud laboral disminuirá, y sus costos se acercarán un poco a los de su competencia global. Otra cosa es qué nivel de calidad alcancen, particularmente desde dos puntos de vista contrarios a su régimen actual: la iniciativa, y el
respeto por la gente. Es difícil lograr la calidad cuando los recursos humanos no son respetados, y cuando la intervención estatal es dominante, sea por el hecho de que las grandes empresas están bajo administración estatal, o sea por la tutela de la vida económica. El caso de Chery, por ejemplo,
discutido en las últimas semanas a raíz de su acuerdo con Chrysler.
LaSorda[CEO de Chrysler] said he had "no concerns at all" about convincing U.S. consumers that Chinese-made cars are safe at a time of warnings about seafood, tires and other goods imported from China. Chrysler will work closely with Chery to ensure the cars meet U.S. and European safety and emissions standards, he said.
(...) Chery CEO and Chairman Yin Tongyao said the deal will help Chery improve its skills as it tries to expand foreign sales of its own models.
"Chery is still young, so we should learn from Chrysler and improve our own competitive edge in the near future," he said, calling LaSorda "my teacher in the automotive business."
Mark Graban discute, y es acompañado en ello por sus comentadores, el real alcance de este acuerdo (
Is China's Chery lean?), y descree de la capacidad de Chery para estar al nivel de la primera línea de la industria.
Al margen, recordemos que
Chery viene a Uruguay, con el grupo Macri.