domingo, marzo 31, 2024

En otro mundo

Javier Memba, en "Rita Hayworth y la ira de Dios", en Zenda, a propósito del alzheimer de Rita Hayworth, confundido por muchos años con alcoholismo:

Uno de los grandes embustes en torno a la creación artística y literaria es la lucidez del alcohol, repito una vez más. Ahora bien, hay excepciones. William Faulkner, Jack Kerouac, Malcolm Lowry —aunque Kerouac se mató bebiendo y el gran Malcolm prendió fuego a su casa en un ciego—. Me descubro —como esta serie de artículos demuestra— ante quienes son capaces de disfrutar del don de la ebriedad sin desbaratar la realidad hasta el desastre. Con todo, eso de atribuir cierto alcoholismo a alguien que no bebía [Rita], me parece una falsedad censurable.

Los artículos citados de Faulkner y Kerouac merecen ser leídos.  Y haría falta uno sobre Lowry, que desagraviara la pobre versión de Houston del Bajo el Volcán de Lowry.

viernes, marzo 29, 2024

Cambiando occidente por oriente


Dice Zigor Aldama, en Las Provincias, este 27 de marzo:
Por regla general, nos importa lo que nos afecta. Y son muchos los niveles a los que se puede dar esa afectación. El problema es que, en demasiadas ocasiones, somos demasiado cortos de miras para entender que algo que nos resulta lejano puede acabar impactándonos con fuerza. Porque vivimos en un mundo globalizado.
Su advertencia prologa sus comentarios sobre África, que suma peligrosos cambios que deberían ser tenidos en cuenta. Aldama habla particularmente sobre el estado de la región del Sahel:
En solo tres años se han sucedido siete golpes de Estado en los países que componen la franja del Sahel. Varios más no tuvieron éxito. Son el resultado de un caos provocado por corrupción, yihadismo y, también, por la lucha geopolítica entre poderes en declive y otros en auge. Por un lado, potencias coloniales como Francia y superpotencias imperialistas como Estados Unidos tienden a dar su apoyo a los gobiernos democráticamente -más o menos- elegidos; por otro lado, las grandes potencias autoritarias, Rusia y China, ayudan a quien mejor sirva a sus intereses en la región, que cada vez son más.

Y pocas veces se aprecia mejor esta batalla entre los dos grandes bloques ideológicos del siglo XXI como en Níger, que la semana pasada decidió romper los acuerdos de colaboración militar con Washington, por los cuales en torno a un millar de efectivos estadounidenses puede operar en su territorio -incluso con una base aérea-, y abrir «un nuevo camino de cooperación» con Rusia. Por si fuese poco, también hay sospechas de que los golpistas nigerinos están llegando a acuerdos secretos con Irán, un país al que le viene de perlas el uranio de este país africano.

Occidente ha tratado de abrirse camino en África con ayuda al desarrollo, pensando en el ciudadano de a pie. Rusia y China son más inteligentes. Saben que a los dirigentes del Sahel lo último que les importa es su población, así que hacen lo que saben que funciona mejor: llenarles los bolsillos. Es una magnífica estrategia para hacerse con recursos naturales, lograr contratos para infraestructuras, y comprar voluntades que vienen muy bien en las votaciones de organismos internacionales.

Mientras tanto, las consecuencias las paga la población civil que no tiene ni voz ni voto. En el peor de los casos, cae en las garras de los movimientos islamistas que encuentran en el Sahel un acomodo perfecto. Y eso también nos puede salpicar. No en vano, el Índice Global del Terrorismo de 2023 considera a África como epicentro mundial de la violencia yihadista, que tiene una presencia especialmente elevada en el Sahel occidental. Cuatro de los diez países más afectados por esta violencia se encuentran en la región.
Como titula Aldama, "fuera Occidente, bienvenida sea Rusia". Estamos en medio del cambio de hegemonías, y no es un cambio para mejor: el colonialismo simplemente cambia de manos, y los nuevos hegemónicos están muy lejos de sostener sociedades democráticas. Tienen muchas décadas por delante sin necesidad de ocuparse de ello.

La foto, de Amnesty.org

 

jueves, marzo 28, 2024

La caverna

 Dice Hernán Iglesias Illa, en sus notas (#50) por correo de Seul:

El 15 de marzo de 1968, el periodista francés Pierre Viansson-Ponté escribió en Le Monde: “Lo que define a nuestra vida pública es el aburrimiento”. Una semana después los estudiantes tomarían la Universidad de Nanterre y se iniciaría lo que todavía hoy, 55 años después, conserva su mística: Mayo del ‘68, la revolución de los boomers. Una vez leí un artículo de Primera Plana de principios de 1969 donde alguien se quejaba de casi exactamente lo mismo sobre Argentina: que no pasaba nada. En medio mundo había revueltas estudiantiles y efervescencia política y, acá en cambio, escribía el redactor anónimo, puro aburrimiento: sociedad de consumo y gobierno militar, Palito Ortega y lavarropas. Meses después vendrían el Cordobazo, Aramburu, la llamarada de violencia política y el terrorismo de Estado. Ojo con lo que deseás.

 ¿alguien cree que NO estamos cerca de un escenario aún más amenazante?

sábado, marzo 16, 2024

Editar ideas

 

Dice Manuel Arias Maldonado, a propósito del centenario de la Revista de Occidente:

Bien sabemos que el mundo ha cambiado y nos parece que el medio escrito ha perdido la preponderancia que una vez tuvo o nos parece que tuvo; ni los periódicos ni las revistas se han convertido en el desayuno de las mayorías, pese a las esperanzas que en ese horizonte utópico habían depositado los primeros ilustrados. No es que hayan desaparecido ni los periódicos ni las revistas, ni que corran riesgo inmediato de hacerlo, pero sería un error llamarse a engaño; son frágiles medios de alfabetización colectiva y se enfrentan a problemas que van de la desaparición del papel que les daba fijeza y presencia a la dependencia de aquellas instituciones o Estados que de vez en cuando acceden a financiarlas. El propósito de fundar y llevar adelante una revista independiente, dotada de criterio propio y con la vocación de mantenerse al margen de las presiones políticas, debe considerarse heroico: quienes sacan adelante cada mes o trimestre una publicación de calidad se arriesgan a que nadie les haga caso y hay que admirar la presencia de ánimo de quien se sabe lanzador que lanza botellas al océano. Sin ellas, sin embargo, la conversación pública sería aún más pobre; las revistas le proporcionan una temporalidad distinta, mayor hondura reflexiva, atención a detalles que de otro modo pasarían desapercibidos.

 En Letras Libres, participante de esa intención. Si quiere conocer La Revista de Occidente, Dialnet es un punto por donde acercarse.

 

miércoles, marzo 13, 2024

¿La dictadura perfecta?

Dice Zigor Aldama este 13 de marzo en Las Provincias:

Es muy posible que China haya creado el Estado autoritario perfecto. A nivel doméstico, opera sin provocar una sensación de opresión en la ciudadanía, pero también sin dejar resquicio alguno a la disidencia. En temas sociales y económicos, es suficientemente flexible como para adaptar sus políticas a las exigencias de la población, pero los 1.400 millones de chinos tienen perfectamente claras cuáles son las líneas rojas que no deben cruzar en política. Por otro lado, desarrolla tecnologías y una capacidad industrial sin parangón para incrementar el bienestar de sus súbditos, pero también para controlar hasta el último de sus movimientos. Y, sobre todo, es especialmente eficaz en su equiparación de Estado, Gobierno y Partido Comunista, que son elementos indisociables que pueden utilizarse como sinónimos. Criticar a uno es atacar al resto.
A nivel internacional, el peso económico es clave para callar bocas. Aquellas exigencias occidentales de avances en materia de Derechos Humanos son algo del pasado, de cuando China necesitaba al mundo más que el mundo a China. Ahora a Pekín no se le tose. Se puede arremeter contra Irán, contra Corea del Norte e incluso contra Rusia, pero no contra el gobierno que controla la mayoría de lo que consumimos. Quienes vaticinaron que el Partido Comunista colapsaría se equivocaron; y se equivocan quienes prevén que eso suceda a medio plazo.

Aldama resume bien en su artículo el momento por el que pasa China, y el equilibrio de fuerzas a nivel internacional. Esta es sólo la introducción de su artículo, que avanza luego sobre el estado actual de Hong Kong y Taiwan, y de las políticas internas chinas. Al decir "equilibrio de fuerzas internacional", lo que se ve es uno inestable, donde la hegemonía norteamericana y occidental cede progresivamente su lugar a China y su conjunto de alianzas. Con viento a favor, los amigos se multiplican. Cada vez más, aquello que fue el "patio trasero" de Estados Unidos, es el amigo sudamericano de China. Sería muy ignorante quien hoy sostuviera esa idea popular hasta los setenta del siglo XX, vidriosa hasta comienzos del siglo XXI, y obsoleta y mentirosa en estas dos últimas décadas. Hoy la potencia hegemónica en Sudamérica y África es China. Y siguiendo los mismos objetivos y parecidas prácticas que las hoy decaídas potencias occidentales. 

La foto, escenas de la conmemoración de los 90 años del ejercito popular chino (2017), en Guioteca


 

lunes, marzo 11, 2024

Cuando cambió todo para siempre


Encontrado a través de Seul: de una argumentación acerca de la disolución de Telam, a una genial descripción del "funcionario eterno superviviente", a los artículos escritos por Jorge Sigal para La Nación, y de allí al dedicado a un documental sobre Isabel Perón. Dice Sigal -entonces dirigente juvenil comunista- a propósito de los asombrosos cambios que echaron a rodar en 1973 en Argentina:

 Teníamos esa edad en la que es imposible comprender el verdadero significado de la muerte. Impetuosos, quizás arrogantes, suponíamos que la vida no tenía fin y que la revolución, a la que imaginábamos como un almíbar, nos estaba llamando. 1973 fue el año de los santos inocentes.

Yo estaba por cumplir los veinte y era uno de los pocos del núcleo militante al que pertenecía que ya había experimentado el silencio que produce la ausencia eterna. Mi padre, un hombre de una fortaleza y un optimismo asombrosos, absolutamente convencido de que existía un porvenir socialista, se había ahogado en un brazo del río Paraná apenas un año después de mi ingreso a la escuela secundaria. De modo que yo sí sabía, en 1973, que los muertos no regresan.

Sin embargo, lo que no estaba en los cálculos de ninguno –tampoco en los míos– era que la vida podía ser tan precaria y la muerte tan trivial. Y si se quiere, tan rutinaria. Mucho menos, que una sonrisa joven podía congelarse de repente. Casi sin darnos cuenta, nos fuimos metiendo en una danza macabra que duraría diez años.

Como suele ocurrir en todos los tiempos, lo primero que cambió fue nuestro lenguaje. El escaso vocabulario juvenil con el que nos entendíamos hasta muy poco tiempo antes empezó a poblarse de términos nuevos: venganza, paredón, ajusticiamiento. Poco después volvería a ampliarse con otros más truculentos aún, como encapuchado, amordazado, torturado y desaparecido.

Desde la asunción de Héctor J. Cámpora, el 11 de marzo de aquel 73, pasando por la muerte de Juan Domingo Perón, el 1° de julio del año siguiente, y la inmediata asunción de María Estela “Isabel” Martínez de Perón, nosotros los de entonces ya no fuimos los mismos. Porque a las palabras habíamos añadido imágenes. Hechos.

Recuerdo muy bien la fotografía publicada en el diario Clarín del cadáver maniatado de un muchacho del Nacional Buenos Aires, con quien muchas veces había discutido sobre el uso irracional de la violencia. Estaba junto a otros dos militantes dentro de una furgoneta Citroën abandonada en la localidad de Bernal. La crónica policial decía que su cuerpo tenía incrustadas decenas de proyectiles de grueso calibre. Por entonces, también nos fuimos acostumbrando a nuevas siglas y actores: AAA (Alianza Anticomunista Argentina), Montoneros, FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), CdO (Comando de Organización), ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Eran parte de nuestro nomenclador juvenil.

Debimos transitar un larguísimo recorrido hasta entender el verdadero sentido de la vida. Morir era mucho más fácil de lo que habíamos imaginado. La cultura funeraria argentina marcó mi generación. Y por más esfuerzos que hagamos por enterrar ese pasado, la historia nos devuelve una y otra vez a esos puntos oscuros. A ese trauma que, con el paso de los años, se fue tamizando hasta volverse también frivolidad. De un inicial intento democrático de cerrar las compuertas de la violencia –lo que se llamó “El pacto del Nunca Más” de 1984– hasta la glorificación a libro cerrado del accionar de grupos ultras sin la necesaria y honesta reelaboración por parte de sus principales protagonistas, muchos de ellos sobrevivientes de la hecatombe.

La fotografía, en  Clarin, Timetoast, LaIzquierdaDiario, y otros.