Roberto Bolaño, a quien descubrí tardía e inesperadamente, quizá interesado por el nombre de uno de sus cuentos largos o novelas cortas, "Estrella distante". Una vez que abrí sus páginas, ya no fue posible dejar de leerlo, tanto esta historia como otras, hasta llegar a "2666". Pasé meses leyendo las más de mil páginas de esa extraña novela, recursiva, abierta, inacabada, feroz. Bolaño ha tenido la particularidad de revivir mis recuerdos de Chile, de ese Chile fuera de cualquier marco que hubiera imaginado antes, uno que no es representable con las palabras y conceptos de los propios chilenos, el de "Estrella Distante" y de "Nocturno de Chile". Pero esto sólo fue su comienzo...Su vivencia de México probablemente es más profunda que la de su nacimiento chileno, como se puede ver una y otra vez en sus novelas y cuentos. La abrumadora lista de "La parte de los crímenes" de 2666 expone el extremo desbordado, incontrolado al que ha llegado México en cien años de violencia. En palabras del epígrafe de 2666, «Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento». A pesar de que muchos de sus escritos aparecen en borrador, veo a Bolaños de mayor visión y vigor que la mayor parte de nuestra escritura iberoamericana de los últimos setenta años.
Inútilmente, hubiera deseado que Bolaños llegara a la edad de Borges, con la posibilidad de cerrar algunas de sus historias inconclusas...leer sus historias es leer a un grande que dejó cosas por decir, provisorias, esperando.