miércoles, abril 14, 2021

La visión de Orwell


Los escritos de George Orwell (o el real Eric Blair tras el pen name) son largamente más que sus dos ficciones más conocidas (1984, Rebelión en la granja) o incluso sus memorias de la guerra civil española (Homenaje a Cataluña). Los papeles conservados por su esposa y otros amigos o investigadores llegan a formar un cuerpo de veinte volúmenes, entre ficciones, ensayos, poesía, periodismo, crítica y cartas...o más, incluyendo The Lost Orwell de 2010. Peter Davison, su editor, ha estructurado, clasificado y anotado posiblemente cerca de la totalidad de su obra. Entre la publicación de 1984 en 1949 y la de sus papeles completos en 1998 median cincuenta años: seguir la escritura de Orwell a través del diálogo con amigos, colegas, editores, familiares, da una idea mucho más cabal e integrada de cómo y porqué llegó a sus escritos más conocidos.

Casi toda su vida transcurrió entre hechos de guerra, o presiones en el límite, en una Europa dividida y con fuerte presencia del bolchevismo ruso. Nacido en 1903, la presencia del socialismo y el comunismo era mucho mayor de lo que hoy podríamos imaginar, en Inglaterra y el resto de Europa. Observando la actividad literaria y periodística de Orwell, se ve que no sólo existía un número grande de editoras, revistas, diarios de izquierda, sino también  una importante presencia de la izquierda en publicaciones reconocidas de tirada nacional. Aún más, se puede observar a través de su correspondencia o las notas de Davison, que, tanto en preguerra como después, muchos de ellos escalaron a puestos de gobierno u ocuparon posiciones en el parlamento. Orwell era socialista, quizá en algún modo, anarquista, pero no comunista. Su primer editor, Victor Gollancz,  y muchos de los directores y publicistas con los que trabajó también fueron de izquierdas. 

En este escenario, se inició la guerra civil en España, y Orwell como muchos otros militantes europeos o americanos, se unió a las organizaciones internacionales que decidieron apoyar al gobierno republicano, y viajó a España, donde estuvo de enero a julio de 1937. Para participar, no se registró con las Brigadas Internacionales, que eran organizadas por el Partido Comunista, sino que lo hizo por medio del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), debido a sus conexiones con el ILP (Independent Labour Party) inglés, opuestos al bolchevismo soviético. Seis meses en España que abrieron los ojos ya excépticos de Orwell. No es el caso de entrar en detalle a su relato de los hechos vividos en Huesca y Barcelona, que ocupan uno de sus tres libros más conocidos, el Homenaje a Cataluña. Allí el centro de sus observaciones no van tanto acerca de la lucha contra el "bando nacional", sino sobre el desorden, la anarquía y ausencia total de preparación y estrategia común del bando republicano, y sobre el trabajo de socavamiento sufrido por su facción de parte del gobierno central republicano, y sus partidos y grupos más influyentes. Estos pasaron de la hostilidad y el abandono, escondiéndo recursos, arrinconándolos donde no molestaran, hasta desembocar en los sucesos de Barcelona, con el combate y persecusión abierta del POUM por parte de la mayoría gubernamental, extinguiendo por carcel o fusilamiento a cualquiera alineado con ellos. En cierto modo, la vida de Orwell peligró más durante los tiroteos entre bandos republicanos, que en el frente de Aragón. En medio de encarcelamientos sin juicio, denuncias, fusilamientos y una campaña de ataque de la prensa "amiga" a sus fuerzas, Orwell, su esposa, y otros perdedores de la emboscada, consiguieron huir a Francia, y volver a Inglaterra. Homenaje a Cataluña (1938) y Recuerdos de la guerra de España (1942) describen ese tiempo y ese estado de terror.

No hay nada mejor que zambullirse en el río para saber todo sobre él...esos seis meses fueron una experiencia para toda su corta vida, y su primera consecuencia fue ser blanco de la persecusión del partido comunista inglés, de sus periodistas y escribientes, y de todos sus amigos en la prensa y la política, cuyo relato de los sucesos de Barcelona era radicalmente opuesto al suyo.Orwell pasó a ser un enemigo, un fascista, un trotskista, "objetivamente un franquista". Su editor Gollancz se negó a publicar el Homenaje a Cataluña, y la correspondencia con amigos y colegas, y su correspondencia profesional, muestran numerosos casos de calumnias, falsedades, ataques destinados a silenciarlo en primer lugar, y a desterrarlo finalmente. Una persecusión que se atenuó en los años de guerra, donde la preocupación pasó a ser la defensa de Inglaterra, pero que retornó a escala global con el crecimiento de Rusia a su término: Orwell convivió sus últimos años con la Guerra Fria.

Recorrer la actividad literaria y periodística de Orwell debería dejar algunas enseñanzas: la izquierda miente sin remordimientos, poniendo a su servicio a sus intelectuales. No tiene empacho en sostener una fábula de un color ocultando el que verdaderamente tiene. Quien se opone es un enemigo, y no merece justicia. El grado de dogmatismo en el sostenimiento de sus posiciones es comparable al de los fanáticos religiosos de las peores épocas. El servilismo a sus conducciones, entonces y ahora crece junto con el aumento del totalitarismo de su dirección. Ya no hay una Union Soviética ni una China comunista coordinando una internacional a su servicio, pero ese estilo persiste. Desde esos años entre dos guerras, vivimos el desplazamiento del comportamiento fascista desde su orígen en los populismos y nazismo, al moderno fascismo de izquierdas: los pogroms hoy se llaman escraches, y piquetes de "justicieros" salen con palos a silenciar a quienes osen pensar distinto: minorías violentas silencian a pedradas o con amenazas propias de otras juventudes a su oposición. Y un amplio coro de simpatías les sirve de soporte. Han aprendido a usar Twitter e Internet. Quienquiera que tenga cabeza para pensar, y se tome el trabajo de analizar y comparar, debiera estar preocupado. Lo grave del fascismo de izquierda, es que lo hacen en nombre del pueblo y el progreso, en nombre del avance social y cultural, y que quien se opone, es un peligroso enemigo de la sociedad. Y las soluciones extremas se aplauden. Hace muchos años, un aprendiz de periodista, progresista y demócrata de primera fila, conversando a propósito de Sajarov y Solzhenitsyn, sostenía, con ironía y desparpajo, que era lógico que fueran a campos en Siberia, porque sin duda quienes se opusieran al régimen soviético estaban locos. Lo que en él era una chanza, en otros fue una realidad. Orwell vió el futuro con largo alcance.


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