jueves, noviembre 01, 2007

La Argentina que viene

De entre los numerosos artículos internacionales sobre las elecciones argentinas, dos de ellos: uno de Wharton, y otro del New York Times. Repiten lo que muchos otros señalan, como tendencias futuras; tendencias comentadas también dentro de Argentina, pero que no todos parecen allí valorar.
De Wharton, sobre las dificultades por venir, tomando palabras de Juan Carlos Martínez Lázaro, del Instituto de la Empresa:
Martínez Lázaro explica que Argentina consiguió salir de la crisis y crecer fuertemente en los últimos años como consecuencia de la gigantesca devaluación del peso argentino y su coincidencia, poco después, con el encarecimiento de las materias primas que el país exporta. “El peso argentino tenía una paridad con el dólar y cuando se elimina esa paridad, el peso sufre una devaluación de aproximadamente el 300%. Esa fortísima devaluación, lo que hizo fue conseguir un saldo exportador muy fuerte, el mercado exterior fue el que capitaneó esa recuperación”, comenta. A eso hay que sumar que, por ejemplo, la soja se encuentra en máximos históricos y con una demanda creciente sobre todo por parte de países asiáticos.
(...) Sin embargo, Martínez Lázaro cree que, independientemente del crecimiento económico de más del 7,5% que prevé el FMI para este año, se están acumulando importantes desequilibrios. Argentina, señala, “tiene una inflación cercana a los dos dígitos. Hoy vemos el efecto de la devaluación que tuvo el país y cómo se está importando inflación durante todos estos años como consecuencia del bajo valor que llegó a tener el peso”. Los datos oficiales sitúan la tasa de inflación acumulada (de enero a septiembre) en el 5,8%, pero el FMI estima que a finales de año podría alcanzar el 9,5%. Esta falta de competitividad, en opinión de Martínez Lázaro, “acabará pasando factura”.
Sobre la negociación de los impagos en el exterior, según Carlos Malamud:
(...) el Gobierno tendrá que afrontar la crisis energética y, para ello, habrá que atraer nuevamente inversiones extranjeras. Antes, dice, “habrá que solucionar la deuda con el Club de París (19 países acreedores) de más de 6.000 millones de dólares, además de garantizar la seguridad jurídica”. Esta deuda se ha convertido en un inconveniente para la economía argentina porque impide que los potenciales inversores europeos puedan tomar créditos para hacer negocios en el país. Los inversores internacionales, añade Martínez Lázaro, “no han confiado en este Gobierno Kirchner y mucho tienen que cambiar las cosas para que los inversores retomen esa confianza en Argentina”.
Sobre la sanidad de las cuentas del estado:
Por otro lado, el profesor del IE hace referencia a que el crecimiento desmesurado del gasto público durante este año electoral puede producir unos altos niveles de déficit que, según explica, es uno de los talones de Aquiles de la economía argentina. “El superávit por cuenta corriente que venía acumulando Argentina estos últimos años, por la bonanza exportadora, cada vez se reduce más porque la bonanza económica lo que hace es aumentar las importaciones”.
Por otra parte, NYTimes (firmado por Alexei Barrionuevo) destaca el potencial peligro de la inflación (ambas publicaciones mencionan la manipulación de índices y sus límites):
(...) Mrs. Kirchner inherits double-digit inflation and a lurking energy crisis, two issues that will be difficult to address without alienating the poor classes that are the most vulnerable to economic shocks.
(...) the government will have its hands full taming rising consumer prices. Mrs. Kirchner has insisted that official government figures showing inflation between 8 percent and 10 percent have not been manipulated, but economists both here and abroad have said otherwise for months, pegging the inflation rate at closer to 20 percent.
The government intends to lower inflation through a “social pact” between the private sector and unions that would keep a lid on prices and wage-increase demands, and through a gradual fiscal adjustment. But measures that could slow growth or constrain consumption will be politically unfeasible, Mr. Kerner said, as they will undermine the government’s base of support.

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