domingo, julio 07, 2024

Francisco , Ucrania, Rusia

 


Dice David Rieff, en Letras Libres, "Ucrania y la guerra justa":

(...) En suma, si algún conflicto moderno puede denominarse justo, es la guerra de Ucrania contra la determinación de Vladímir Putin de ejemplarizar al país, mientras continúa con su proyecto de restaurar el Imperio ruso. La amarga ironía es que, mientras el caso de Ucrania valida esta doctrina católica, la propia Iglesia católica parece empeñada en repudiarla.

Esta sigue siendo, por supuesto, parte del catecismo y, por tanto, aún ostenta autoridad doctrinal. Pero los jerarcas de la Iglesia, empezando por Pío XII en las décadas de 1940 y 1950, siguiendo con Juan XXIII con su encíclica Pacem in Terris de 1963, y ahora y de un modo más explícito y frontal con los comentarios del papa Francisco sobre la guerra rusa contra Ucrania, han puesto en entredicho su relevancia. Pío XII defendió el desarrollo de armas nucleares. En 1953, al tiempo que afirmaba que en principio las naciones tenían derecho a combatir para defenderse de una agresión injusta, el desarrollo de las armas nucleares suponía que los daños causados por las hostilidades podían ser tan extensos que ya no serían comparables a los causados por la tolerancia de la injusticia. En tal caso, subrayó, “es posible que nos veamos obligados a sufrir la injusticia”. Francisco ha ido mucho más lejos. “Ya no podemos pensar en la guerra como solución”, insistió en respuesta a las peticiones de que apoyara la causa ucraniana, “debido a que los riesgos probablemente siempre serán superiores a la hipotética utilidad que se le atribuya. Ante esta realidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible ‘guerra justa’ [las simbólicas comillas son del propio Francisco]”. En cambio, Francisco exigió: “¡Nunca más la guerra!”

Es imposible conocer el grado de influencia de la perspectiva peronista argentina de izquierdas del propio Francisco en su arraigado antiamericanismo y por ello en su indulgencia hacia regímenes contrarios a Estados Unidos, entre ellos el de la Rusia de Putin. Pero al menos la oposición de Pío XII a la doctrina de la guerra justa afrontó la injusticia que produciría descartarla. Francisco no ha mostrado nunca la voluntad de asumir las consecuencias de su postura. Proferir simplemente “Nunca más la guerra” cuando, precisamente, a lo largo y ancho del mundo, de Ucrania a Sudán y de Gaza a Myanmar, las rejas de los arados se están transformando en espadas a una velocidad de mach 2, mientras Ucrania está siendo arrasada paso a paso, fría y deliberadamente por las fuerzas armadas de la Federación Rusa, no es una posición proba, sino más bien, en su voluntario rechazo a reconocer el aquí y el ahora, poco más que palabrería utópica, oculte o no motivaciones más detestables, como se inclinan a pensar los ucranianos; un parecer que en buena medida comparto.

Las palabras de Francisco en La Republica de Perú,  y en Deia, de Vizcaya.

El fotomontaje, en La Republica de Perú.

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