Después de un prolongado período de crecimiento del independentismo catalán, la cuenta de las pérdidas económicas está poniendo orden en los intereses de la sociedad, adelgazando los interesados en la independencia a una fracción menor. Una fracción que se verá que mayoritariamente se compone de una izquierda que tampoco se cree lo que dice, pero a quien el "nacionalismo" le viene bien para ganar una posición dominante. Un buen resúmen del estado de proceso lo da
Mayte Alcaraz en ABC hoy , que enumera siete elementos que muestran el cambio de tendencia:
(...)
1. El «no» de europa
La sinrazón del Gobierno catalán ha conseguido que las
instituciones europeas hayan dejado meridianamente claro que una
secesión implicaría que Cataluña quedase fuera de los tratados europeos.
Tanto el presidente de la Comisión, Durao Barroso,
como el vicepresidente y socialista español, Joaquín Almunia, han
insistido en que «quien se sale de un Estado miembro, automáticamente
queda al margen de la UE y empieza de cero». Por tanto, la premisa del
discurso independentista cae como un castillo de naipes que a duras
penas ha intentado sostener la comisaria Reding, cuya máxima concesión,
no obstante, al secesionismo es avalar un debate «sin líneas rojas».
Bien lejos, claro, de la interpretación interesada que la Generalitat ha
hecho de las palabras de la dirigente luxemburguesa, muy tibia también
cuando juzgó la pantomima de la verificación de los pistoleros de ETA.
2. El ejemplo de Escocia
Mas se miraba en el espejo escocés para su deriva
excluyente. Pero hay diferencias insalvables entre su pretensión y la de
los escoceses: la consulta que tendrá lugar allí en 2014 es legal y
fruto del acuerdo del mandatario escocés, Alex Salmond, y el primer
ministro británico, David Cameron. Ambos alcanzaron un pacto dejando
claro qué es lo que se acordaba: la pregunta, sencilla y directa, de si
Escocia quiere romper con el Reino Unido, lejos de la trapisonda catalana.
Sin embargo, y a pesar de la legalidad del experimento británico, allí
también los obstáculos económicos son más que evidentes para las
pretensiones independentistas. Hasta el punto de que el Banco de
Inglaterra, en un trasunto de lo que hará el Banco Central Europeo en el
caso de España, ha rechazado el plan escocés negándole la libra como
moneda si finalmente triunfa el separatismo. Aviso para navegantes que
Mas ha acusado, si bien no públicamente, ante el temor de perder los
asideros internacionales que cree tener, tras la negativa de las
cancillerías europeas a contestar a sus cartas «informativas».
3. Los empresarios dicen no
Los presidentes de la CEOE, Juan Rosell, y de la patronal
catalana Fomento Nacional del Trabajo, Joaquim Gay de Montallà, han sido
taxativos: «No a la deriva separatista»
(ABC, 18-2-2014). Como era de esperar, los industriales españoles, y
entre ellos los catalanes, no quieren ser partícipes de la ruina
independentista. Por ello, ambas patronos reclaman «diálogo» al Gobierno
y a la Generalitat para tratar de garantizar la estabilidad política,
un factor clave para la creación de riqueza y empleo. En la cena que
compartieron con el Príncipe de Asturias quedó más que asentado que el
desconcierto juega en contra de la recuperación económica en Cataluña.
4. Agravios como coartada
Hace medio año, la Generalitat presentó en un documento de
cincuenta páginas las pretendidas «deslealtades» de España con Cataluña.
El Ejecutivo nacionalista cifraba en 9.375,7 millones de euros el
impacto de los incumplimientos de Rajoy. Sin embargo, las balanzas
fiscales que prepara Montoro arrojan un resultado bien distinto:
Cataluña está entre las ocho regiones que gozan de una financiación por
habitante superior a la media nacional. De hecho, Fomento ha ejecutado
obras en esa región por valor de 21.616 millones de euros entre 2000 y
2012, hasta un 40% más que en Madrid. La Comunidad que gobierna CiU es
la primera autonomía con todas sus provincias conectadas por AVE.
El último ejemplo, el respaldo del Estado al reciente
Congreso Mundial de Móviles, celebrado en Barcelona que ha generado unos
ingresos extra de 356 millones de euros para la Ciudad Condal.
5. La opinión de los expertos
No solo nuestro entorno europeo y los agentes económicos se
alejan de Mas. También las grandes consultoras económicas, como Eurasia
Group, especialista en riesgos políticos en el mundo, ha dibujado un
escenario negativo para Cataluña. De hecho, esta prestigiosa firma
«descarta» que la declaración de independencia unilateral vaya a
consumarse. Tanto es así que los autores de ese trabajo internacional
estiman que ese escenario imposible de cumplir ayuda a las tesis del
Gobierno de no ceder un milímetro a las pretensiones
anticonstitucionales.
6. Defensa de la constitución
El pasado 20 de febrero, el pleno del Congreso aprobó con
los votos del PP, PSOE y UPyD una moción de la formación que lidera Rosa
Díez que rechazaba al plan soberanista en Cataluña e instaba al
Gobierno a seguir utilizando los instrumentos de la Constitución para
garantizar la legalidad. Si bien la falta de autoridad de Alfredo Pérez
Rubalcaba para imponerse al siempre ambiguo PSC llevó a este partido a
no respaldar una moción del PP en favor de la unidad de España, lo
cierto es que ambos partidos siguen tendiendo puentes para conseguir una
postura común que obligue a los nacionalistas a entrar en razón.
En este extremo, la figura del Rey es fundamental, haciendo
uso de su papel institucional en defensa de la Constitución y del
diálogo entre todas las formaciones.
7. Últimas encuestas
Los más recientes sondeos arrojan un retroceso en el apoyo
al separatismo, que no había dejado de crecer en los últimos dos años. Y
lo hace coincidiendo con las advertencias cada vez más firmes de las
autoridades europeas y del tejido empresarial catalán de que una
eventual secesión conduciría a Cataluña fuera de la Unión Europea y a
una situación económica y monetaria insostenible.
Además, la demoscopia establece que dos de cada tres
catalanes siguen pensando que la independencia es algo con «muy pocas o
nulas probabilidades de realizarse» y están a favor de una tercera vía.
De hecho, solo los votantes declarados de Esquerra Republicana de
Catalunya confían en que este proceso desemboque en la separación de esa
región española. La falta de horizonte legal de la consulta, que sería
vetada por el Tribunal Constitucional, ha llevado a la sociedad catalana
a aplicar un mayor realismo, abonado por una política más proactiva del Gobierno de Rajoy. Pedagogía se llama.
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