lunes, febrero 07, 2022

Jugando en una cuerda floja

Rusia a las puertas de Ucrania, cien mil soldados velando armas, y una nación en la zozobra de qué y cuándo cruzarán la frontera. Sombras y preocupación en las ex-colonias del Este, dudas en Alemania, en Estados Unidos, en Francia; los fascismos de izquierda y de derecha, minando la unidad europea y mirando con expectativas a los sucesores de la URSS. Un ex jefe de la KGB a cargo de las decisiones, reiteradamente poniendo a prueba la unión europea, accionando un ejército invisible para la guerra de noticias falsas, alentando al separatismo donde dañe más, para desacreditar a quienes no formen parte de sus escuadrones de seguidores incondicionales. Rusia tienta el terreno, y encuentra poca respuesta. 

Hace cerca de ochenta años atrás, en los 30, Europa vivía una situación ambigua, intranquilizante. Dos estados nacionalistas, Alemania e Italia, totalitarios, con amenazantes planes expansivos y delirios raciales. Y entretanto, Inglaterra y Francia a la defensiva, dudando, negociando la aceptación de incidentes limitados, y con una parte de sus clases políticas y económicas a favor o con ilusiones en los dos pujantes totalitarismos. Un momento de duda, vacilación, falsas esperanzas, que duró quizá algunos años, y que se cerró con la invasión de Polonia, Bélgica, Holanda, Checoeslovaquia por Alemania, y por Rusia los países bálticos. Y luego, los millones de muertos y refugiados en Europa, Asia, Africa, América, la furia y la locura desatadas.

Probablemente no estemos en los mismos extremos, pero es factible que el futuro no sea como quisiéramos. Hay muchas formas de arruinarlo.


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