¿Fue el offshoring, la deslocalización, una solución? probablemente fue una mejora inmediata para aquellas empresas que lo emprendieron, y para los países que recibieron las factorías relocalizadas. Sin embargo, a la larga los beneficios han sido muy dudosos para los iniciadores: han contribuído a destruír su propio mercado, al empobrecer a sus clientes primarios, han cedido a sus competidores el conocimiento de sus técnicas y procesos industriales, contribuyendo a su crecimiento internacional. Sin duda hoy el mercado mundial está redibujado, y quienes buscaron una mejora de corto alcance se encuentran rodeados de nuevos rivales.
Por eso ahora existe una contracorriente que vuelve a fabricar a su propio mercado. Hemos comentado antes el caso de la indumentaria en Valencia, que claramente demuestra que, a costos que tienden a aproximarse (debido al creciente costo de producción en Asia), resulta más conveniente producir en el mercado local. Gradualmente, productos de bajo valor agregado retornarán a sus mercados de orígen, dejando sólo para las factorías internacionales aquellos productos que dejen un claro margen de beneficio luego de descontar la logística.
¿Volverá todo a ser como antes? seguramente no: el mercado se ha achicado, y se ha dejado crecer a nuevos competidores. Las técnicas ya no serán las mismas, y su optimización requerirá trabajadores más calificados. La mano de obra más simple difícilmente recuperará su lugar anterior.
Pero existe otro aspecto para observar. José Antonio Gurpegui, en El Confidencial, apunta las diferencias de modelo para la solución de la quiebra de Detroit, comparada con Europa: una ciudad que dejó crecer sus gastos de manera descontrolada, con dispendios y corrupción, llega a un punto en que solicita la quiebra; una quiebra que afrontará la ciudad, con sus recursos, cediendo todos los implicados la parte que les toque. Dice Gurpegui:
Más allá de las hipotéticas lecciones que pudieran derivarse, la declaración de bancarrota resulta sintomática de las distintas aproximaciones al liberalismo económico de Europa y Estados Unidos. El rescate según el modelo europeo, no llega a contemplarse; será la propia ciudad quien asuma las consecuencias de su calamitosa gestión. Sin embargo el capítulo 9 intenta favorecer al deudor en tanto en cuanto impide que compañías de servicios esenciales entre otras, puedan cesar en sus prestaciones. La deuda ni se perdona ni se condona, pero sí se favorece la renegociación, como mal menor, bien con quitas, reducción de intereses o refinanciación en condiciones más favorable.
Y ¿qué hacen los ciudadanos ante la reducción de servicios que se avecina? Hace unos años la californiana ciudad de Sockton de 200.000 habitantes sufrió un proceso prácticamente idéntico. No hubo manifestaciones ni protestas locales, y probablemente eso ocurrirá también en Detroit. Más allá de responsabilizar a los gobernantes por la mala gestión el norteamericano entiende que ha sido él quien ha elegido libre y democráticamente a esos gobernantes asumiendo su implícita responsabilidad. Asumen que la justicia actúe reclamando a quien corresponda su alícuota del desastre, y es ahí donde se exigirán las responsabilidades que hubiere. En caso de corrupción demostrada el responsable termina en prisión. Allí terminó Kwame Kilpatrick, alcalde de Detroit entre 2001 y 2008.
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