viernes, julio 19, 2013

La bancarrota de Detroit

Una casa abandonada-Rebecca Cook (Reuters), en El Pais
Ayer, 18 de julio, Kevyn Orr, designado administrador de la crisis de deuda de Detroit, inició oficialmente el pedido de bancarrota de las cuentas públicas municipales, por una suma aproximada de diez y ocho mil millones de dólares. La solicitud de bancarrota (una convocatoria de acreedores) afecta a alrededor de cien mil acreedores, entre ellos varios fondos de pensión, que a su vez se extienden a sus pensionados presentes y futuros. La decisión establece un punto de corte a la decadencia de la ciudad, y probablemente le permita reiniciar una nueva vida. Con perdedores, porque no será fácil reordenar el pago de las deudas de la ciudad, y sin tanto brillo, seguramente. En su larga pendiente desde los años cincuenta, los conflictos sindicales primero, y sociales luego, favorecieron el despoblamiento industrial: como símbolo de la tendencia general occidental al offshoring, las plantas automotrices y otras dependientes de ellas fueron expatriándose, en busca de menores costos de fabricación. Así, finalmente no quedaron plantas automotrices, aunque sí sus administraciones. Y la ciudad, reducida a un tercio de su población.
Detroit, sin embargo, hace algunos años reintenta su recuperación: nuevas actividades, y un regreso parcial de la industria automotriz. Su estabilización está asociada a la recuperación norteamericana, que está incluyendo un retorno a la fabricación nacional. Múltiples razones están disminuyendo el interés occidental por la fabricación a bajo costo en Asia, y recuperando para el país manufacturas que no justifican su fabricación a miles de kilómetros de su mercado: los costos chinos progresivamente se aproximan a los nacionales, poniendo en primer lugar la importancia de la logística; es decir, si los costos no son muy distantes, el translado en barco implica una carga adicional en precio y tiempo. Así, crece un aprecio americano por la fabricación nacional, y ésta vuelve. Aunque las nuevas manufacturas ya no serán lo que eran: más automatizadas, más exigentes de conocimientos y políticas de gestión, no significarán un alivio directo para los trabajadores con menores conocimientos, sino una mejora gradual aplicada en el tiempo. Por esto, Detroit probablemente mejorará, pero ya no será la misma, como ya no lo es la propia industria automotriz americana.

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