Pasaron algo más de tres meses [desde la expropiación]. El socio privado no aparece y la petrolera YPF navega por aguas turbulentas. Todo parece encaminarse hacia un escenario más complejo del que el Gobierno preveía al principio.Eleisegui recoje las exigencias que las empresas consultadas anteponen a cualquier acuerdo de inversión; quizá no se hayan expresado en los términos presentados, pero indudablemente tienen sentido: mejora de los precios de venta, disposición libre de utilidades, giro sin condiciones de las utilidades, acceso sin trabas a equipamiento importado, estabilidad jurídica, ratificación de los contratos fuera de Argentina, avales de bienes argentinos como garantía de las inversiones...
Sucede que el tan anunciado plan de optimización de la compañía -tendiente al repunte de la producción y al rastreo de nuevos yacimientos- se dilata, hasta ahora, por la falta de un accionista que ponga la plata que hace falta para aprovechar la riqueza del subsuelo argentino.
Fue el mismo Miguel Galuccio, CEO de YPF, quien detalló la necesidad de la empresa de avanzar en desembolsos por unos u$s 3.500 millones (para este 2012) y de nada menos que u$s 35.000 millones para el período 2013-2017.
"Para conseguirlo, necesitaremos la confianza y el compromiso de nuestros inversores", indicó el texto que forma parte de una circular que, hace muy pocos días, difundió la embajada de la Argentina en Washington.
Y es precisamente la falta de este punto -la confianza- lo que hace que los planes se demoren y se torne incierto el panorama de la petrolera a corto plazo, más allá de la voluntad del CEO y del propio Gobierno de seducir a los inversores.
Además, no faltan voces en las provincias petroleras que dan a este año por perdido, en términos de negocios, y ya comenzaron a "olfatear" que las cosas no van a ser tan fáciles como en principio se preveía.
Por lo pronto, trascendió -según varios referentes del sector, que apelan al off de récord por temor a represalias- que YPF enfrenta problemas de caja.
En esa dirección, los pagos a algunos proveedores chicos fueron puestos a noventa días, y se registraron demoras en el cumplimiento del último vencimiento de IVA ($150 millones), y la cancelación de un préstamo tomado a Repsol (u$s125 millones) para el que se tuvo que pedir asistencia al Banco Nación.
"No podemos perder más tiempo para atraer capitales, porque las complicaciones irán en aumento", advirtió Guillermo Coco, ministro de Energía de Neuquén.
Por supuesto, no es el único que comenzó a impacientarse. Al igual que el neuquino, muchos funcionarios temen que "Vaca Muerta" -el tercer yacimiento de shale gas más importante del mundo y la carta fuerte de YPF-, comience a opacarse si es que surgen descubrimientos similares en otros países.
Quizá no de la misma envergadura, pero en naciones percibidas como más seguras en términos jurídicos. Sucede que el monto a desembolsar asciende a la friolera cifra de u$s20.000 millones, según cálculos de la consultora Analytica.
Por lo pronto, la forma en que se dio la expropiación a Repsol no sirve, justamente, de gran ayuda para el "curriculum" argentino.
"Se requiere de inversiones multimillonarias para lograr una producción que cubra el 30% o 40% del consumo nacional", enfatizó Eduardo Barreiro, experto en hidrocarburos y directivo de la Sociedad de Ingenieros de Petróleo de Argentina.
Si alguien pensaba que estas no serían las consecuencias, entonces no pensaba, soñaba.
Y esto, sin considerar algo que parece no preocuparle a nadie: las consecuencias sobre el medio ambiente de la explotación del "shale gas" (1, 2). Es curioso ver la furiosa resistencia a la minería a campo abierto, y sólo escuchar maravillas de la explotación del petróleo de Vaca Muerta.
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