sábado, abril 26, 2008

Argentina y su deterioro interminable: la culpa no es ajena

Con el tiempo, se ha hecho una tradición en Argentina el poner fuera de los actores reales las resposabilidades de su interminable caída hacia una existencia de supervivencia. "Fuera de los actores reales" implica que la culpa siempre la tiene otro; en otras épocas, los gobiernos populistas; en estos días, "la dictadura", por más que haya pasado un cuarto de siglo, Menem, Estados Unidos, o Europa. Siempre la responsabilidad está en el pasado, o fuera. Pero de lo que se construye cada día en la actividad propia, en lo que se determina con cada decisión, no se encuentra responsabilidad.
Todavía recuerdo el día nefasto en que un presidente por cinco días, proclamó en el Congreso, entre ovaciones, que "no se pagaría la deuda externa". ¿Alguien reconoce cómo este desconocimiento de las consecuencias de las decisiones que día a día acumularon sucesivas administraciones, cómo condicionó, y condicionará, las relaciones económicas internacionales desde entonces? ¿Cómo el uso indiscriminado (por decirlo de una manera benigna) de los recursos financieros generó obligaciones que luego se desconocieron?

Esto es recordado a propósito de un hecho reciente, que continúa en una tradición de expoliación de los recursos que estan asignados a un fin constructivo, con el objeto de cubrir un fallo de administración (a veces, con finalidades de peor calaña): se trata del préstamo que el ANSES le efectúa al Tesoro Nacional.
De qué se trata: ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social), que es el custodia de la masa de dinero recaudado perteneciente a las pensiones de todas las personas no asociadas a una agencia privada de fondos, le presta su capital por un valor importante y a bajo interés al gobierno.
Según Clarín:
El Gobierno sigue financiándose con la ANSeS a una tasa de interés muy baja, apenas del 8,5% anual, cuando la inflación real supera el 20%. Eso implica para el organismo encargado del pago de las jubilaciones una pérdida de valor de su fondo patrimonial.
Ayer, a través de una resolución conjunta de la Secretaría de Hacienda y Finanzas, se le renovó en forma directa a la ANSeS una Letra del Tesoro a un año por 2.750 millones de pesos.
La Resolución especifica que los intereses serán semestrales. El primer período devengará un 8,5%, equivalente a la tasa de pizarra del Banco Nación más 50 puntos. "La tasa del segundo período se fijará dos días hábiles antes del inicio del mismo", aclara la Resolución.
El mes pasado, también a un año, el Gobierno colocó una Letra en la ANSeS por $ 500 millones. Entonces se fijó para el primer semestre una tasa del 8,35%. En diciembre de 2007, a un año y medio, se colocó otra Letra al 8,85% por $ 1.300 millones. Y US$ 502 millones en un Bono en dólares 2015.
Es decir, un organismo descentralizado del Estado, dedicado a la custodia y administración de los fondos de pensiones de la gran mayoría de la población trabajadora, son tomados por el estado para cubrir sus necesidades en condiciones diferenciales. El destinatario legal de los fondos los verá, en el mejor de los casos, disminuídos, porque se han desviado a cubrir otras necesidades estatales, en condiciones desventajosas.
En esto hay varias conclusiones, pero la primera que es conveniente recordar, es que ésto no es nuevo; es muy viejo, y particularmente fue una inagotable fuente de recursos para dos ministros odiados y vilipendiados todos los días: José Martínez de Hoz, que obligó a endeudarse a todos los organismos a mano, en beneficio del Tesoro, y Domingo Cavallo, que siguió el mismo sistema, entre otras cosas, obligando a las Administradoras de fondos de pensión a mantener una porción importante de sus fondos en títulos del estado sin ningún valor. Es decir, cambian los gobiernos, pero no tanto.

En segundo lugar, se trata de un símbolo: hemos vivido un período de dos o tres años en los que el gobierno en curso pugnó por "nacionalizar" los fondos de pensiones, restándoselos a las administradoras privadas, con el objeto de ofrecer una retribución más equitativa a la mayoría de trabajadores con bajos ingresos, y evitar que las administradoras invirtieran en títulos riesgosos el patrimonio de sus asociados. A pocos meses, muy pocos, de lograr su objetivo, vemos quién pondrá en riesgo las pensiones de las próximas generaciones. Sobre los fondos disponibles, la propia ANSeS dice:

Quienes decidieron pasarse a reparto transfirieron de las AFJP al Estado más de $4.600 millones

La ANSES recibió más de $4.600 millones por parte de las AFJP como producto del traspaso de más de 799.873 mil afiliados. Se trata de los hombres de más de 55 años y las mujeres mayores de 50 años que tienen menos de $20.000 en sus cuentas. En total, desde que se reformó el sistema jubilatorio han pasado al Estado 1.481.610 afiliados. Esto significó para el Estado un traspaso de $4.639.180.430. La ANSES ya totalizó ingresos por alrededor de $7.000 millones del mes pasado que llegaron de la transferencia de los afiliados. También recibió $2.827 millones de una parte de los trabajadores que cuentan con regímenes especiales. Se trata del personal que se desempeña en las cancillerías, funcionarios del Poder Judicial, docentes de nivel escolar incluidos en la ley 24.016; y los investigadores científicos y tecnológicos y docentes universitarios con dedicación exclusiva de la ley 22.929, que fueron transferidos a la ANSES el 28 de mayo último.

Si sacamos cuentas, creo que el estado se ha incautado de prácticamente la totalidad de la transferencia de fondos.

En tercer lugar, el deterioro de las instituciones: ¿alguien se acordará, dentro de diez años, de cómo se operaron los fondos de pensiones?
En cuarto lugar, ¿Es éste un organismo descentralizado?
En quinto lugar, ¿Es esto una administración racional, de largo aliento?

Y entre tanto, mientras día tras día se continúa viviendo de la bonanza que dan las condiciones generales (que parece que ya han terminado), también día a día se dilapida el patrimonio. Y así, desde que me acuerdo. Mientras tanto, otros, alegremente, celebran a los administradores de turno, así llueva o truene.

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