En su ensayo El último lector, Ricardo Piglia reflexiona sobre la escritura y la lectura en la visión de distintos escritores (Borges, Kafka, Joyce, Poe, Chase...) y con distintos alcances. Entre estas aproximaciones, hay una, refiriendo al concepto de Civilización y Barbarie forjado en Argentina en el siglo XIX por Sarmiento, que pinta un rasgo esencial de su sociedad.(y quizá en otros estados cercanos). Dice Piglia:
Recordemos la escena en la que Mansilla (...) lee Du Contract Social de Rousseau -en francés, desde luego-, sentado bajo un árbol, en el campo, cerca de un matadero donde se sacrifican las reses, hasta que su padre, (El general Lucio N. Mansilla, heroe de la Vuelta de Obligado), se le acerca y le dice: <<Mi amigo, cuando uno es sobrino de don Juan Manuel de Rosas no lee El contrato social si se ha de quedar en este país, o se va de él si quiere leerlo con provecho>>. Y finalmente lo envía al exilio.
En esta escena que Mansilla cuenta en sus Causeries y que transcurre en 1846, se cristalizan redes de toda la cultura argentina del siglo XIX. La civilización y la barbarie, como decretó Sarmiento.
(...) El complemento de esa escena está en la extraordinaria historia del coronel Baigorria, que cruza la frontera y se va a vivir con los indios (como Fierro y Cruz, en el final de Martín Fierro), y a quien los ranqueles (los mismos ranqueles que Mansilla visitará veinte años después) le traen, luego de un malón en las poblaciones del norte, un ejemplar del Facundo de Sarmiento. Estamos en 1850.
Baigorria escribe sus memorias cuando ya ha vuelto a la civilización, por así decirlo, en las que cuenta su vida en tercera persona (y varios cronistas de la frontera, como Estanislao Zeballos, han narrado también la experiencia del llamado <<Cacique Blanco>>).
Tenía un ejemplar con falta de hojas de Facundo de Sarmiento, que era su lectura favorita y lo apasionaba [...] Este libro le había sido regalado por un capitanejo que saqueó una galera en la villa de Achiras, [...] Baigorria se había hecho construír un rancho de paja y barro, en sitio lejano de la toldería de Painé; cultivaba allí a solas sus instintos civilizados.
Un rancho para leer en medio de la llanura. A solas.
En el desierto, del otro lado de la frontera, entre los indios, un lector (...) lee el Facundo, y revive en ese libro, quizá, la experiencia y el sentido del mundo que ha dejado.
Desde luego, habría que preguntarse por ese ejemplar del Facundo, un libro publicado en Chile tres años antes: en qué manos anduvo, dónde perdiólas páginas que le faltan, quién lo llevaba en ese carruaje en plena época de Rosas, y también qué significaba ese libro para los ranqueles, que decidieron levantarlo entre los restos de la matanza y llevárselo a Baigorria.
En 1846 Mansilla tiene quince años, y al imperio de su tío le quedaban todavía ocho. Manuel Baigorria entra al ejército y se convierte en oficial un año antes de que Mansilla naciera, y ese mismo año del nacimiento, derrotado por Facundo Quiroga (el sujeto del libro de Sarmiento), Baigorria pasa por primera vez a refugiarse entre los indios ranqueles, convirtiéndose en jefe de partidas indias contra las poblaciones de frontera.
Cuando en 1870 Mansilla se interna en el territorio ranquel, se encuentra con el ahijado de Baigorria, el cacique Baigorrita, apadrinado durante los años de Baigorria en las tolderías ranqueles. En sus conversaciones, Manuel Baigorria es una historia contada, el pasado de un jefe militar mitrista que ahora era comandante de frontera. Y Baigorrita, su ahijado, morirá en Neuquen, en 1879, retirándose con sus indios hacia la cordillera, perseguido por las tropas nacionales.
La historia argentina del siglo XIX está escrita por una sociedad en combate, donde los coroneles escribían sus memorias y sus justificaciones, y los escritores tomaban las armas: Baigorria escribió sus memorias; Mitre fue historiador, poeta, periodista, soldado; Sarmiento, corresponsal del ejército en marcha, jefe de la guerra, escritor; Mansilla, escritor, periodista, comandante de frontera, jefe en la guerra con Paraguay, diplomático. Un siglo que comenzó con dos invasiones inglesas, siguió con una guerra de independencia y una guerra civil de setenta años, varios bloqueos e invasiones francesas, inglesas y portuguesas, una guerra total contra Paraguay, y una persistente lucha con las tribus indígenas del sur. Sólo el ferrocarril, el telégrafo y el rifle Remington de repetición terminaron con esta insurgencia de cien años. No necesariamente para mejor.
La imagen: Retrato de Manuel Baigorria, tomado de Wikimedia, editado o agregado por Matias Moore. La imagen pertenece al Archivo General de la Nación de Argentina.
El libro en que Mansilla habla de su lectura de Rousseau. Sus referencias a los ranqueles y Baigorria. Las memorias de Baigorria (1, 2). El Martín Fierro de Hernández.